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sábado, 20 de agosto de 2022

En las garras de algún “coyote”, por Beltrán Vallejo


Beltrán Vallejo 19 de agosto de 2022

Ojalá el tema de una apertura de fronteras y la reactivación de una dinámica de intercambio binacional se geste con el nuevo gobierno de Petro en Colombia. Creo que eso le conviene a todos los venezolanos porque, además de las ganancias económicas y sociales, también está el hecho de que se aminoran los riesgos y dificultades que han imperado en todos estos años sobre los millones de connacionales que cruzaron y cruzan trochas, y que además ahora se están movilizando en las manos de una trasnacional del coyotismo que delictivamente está transitando a venezolanos hasta Chile o hasta la frontera entre México y EEUU.

El asunto es que yo escuchaba, leía y veía películas en torno al drama de los mexicanos que caían en manos de los denominados «coyotes», siendo estas unas figuras que adquirieron características sombrías y aterradoras porque en la realización de la labor ilegal de estar cruzando a personas de México y de Centroamérica por los pasos fronterizos entre México y EEUU , resulta que ellos han estado vinculados a mafias y a carteles de la droga, y muchos de los migrantes acabaron desaparecidos o en fosas comunes o siendo víctimas de diverso tipo de esclavitud, incluyendo la sexual.

De tal manera que el término «coyote», que era para mí aquella figura cien veces derrotada por el «correcaminos» en aquel afamado comic, adquirió tintes espantosos. Pues quien diría que ahora esa denominación se encuentra hoy vinculada a la diáspora de los venezolanos, y eso es pavoroso.

El coyotismo venezolano constituye una red de tráfico de migrantes que sale desde Venezuela, cruza Colombia, Ecuador y Perú; y, como están atraídos por el «sueño chileno,» llegan hasta ese país del cono sur. Hay otra red cuyo norte es el «sueño americano», y allí están los que operan sacando la diáspora de Venezuela que se aglomera en la frontera entre Colombia y Panamá para cruzar la selva del Darién y continuar ese periplo por Centroamérica hasta llegar a la frontera entre EEUU y México.

Pues vean mis lectores que en muchos hogares de Venezuela hay conversaciones donde gravita el coyotismo, pues se trata de familiares relacionados con personas que están dando «petotazos» por carreteras y selvas, por trochas o sobre autobuses, pero de la mano de esos personajes que operan desde hoteles y terminales de pasajeros u operan desde garitas y alcabalas o desde peculiares «agencias de viajes» o desde las mismas redes sociales.

En alguna casa en Caracas, en Sucre o en Táchira, donde hay familias vinculadas con la diáspora, se habla de cobros que oscilan entre los 1800 dólares y los 3000 dólares por hacer travesía hasta Chile o hasta los EEUU. Esto es un tema que se está conversando en muchas casas de Venezuela, y le está quitando el sueño a más de uno.

En Chile se está hablando del mismísimo «Tren de Aragua» como grupo delictivo que está operando con ese tráfico de personas trasnacional; es decir, ya ese grupo delincuencial venezolano está adquiriendo la connotación internacional que hoy en día tienen las Maras salvadoreñas.

Creo que este es un tema que exige más atención de quien deba y pueda involucrarse institucionalmente, y lo pueda hacer por un lado para atender a las víctimas del coyotismo y por otro lado para combatirlo. Y en los hogares, en algunos casos ese asunto se toma de manera muy ligera, y después vienen los dramas.

Hay que combatir al «coyotismo» desde cada casa donde haya algún connacional que esté haciendo planes para irse de este país.

Beltrán Vallejo

  

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