Gustavo Tarre Briceño 03 de enero de 2023
@tarrebriceno
Hace
cuatro años, en enero de 2019, Juan Guaidó, recién encargado de la Presidencia
de Venezuela, me designó, con el apoyo de todos los diputados comprometidos con
la democracia en la Asamblea Nacional, embajador y representante permanente de
nuestro país ante la Organización de Estados Americanos. Fue el primero de
muchos nombramientos de embajadores que realizó el gobierno interino.
El 5
de enero de 2023 entra en vigencia una reforma del Estatuto que Rige la
Transición a la Democracia para Restablecer la Vigencia de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, en la que se estableció la eliminación
del gobierno interino encabezado por Juan Guaidó Márquez. En el artículo 20 de
este texto se indica que “todos los entes y funcionarios designados por la
Presidencia Encargada quedan sin efecto a partir de la entrada en vigor de la
presente ley”. De esta manera, cesa mi condición de embajador ante la
OEA.
Al terminar mi misión, quiero agradecer a Juan Guaidó por haberme designado como representante permanente ante la OEA. Fue un honor y una gran responsabilidad la que me fue encomendada. Expreso al presidente interino mi respeto y mi admiración por el coraje y el temple demostrado en todos estos años. Igualmente agradezco el apoyo recibido de parte de la mayoría de la dirigencia política y social del país, con la que siempre procuré mantener comunicación y consulta con relación a las decisiones que me correspondió tomar.
Asimismo,
expreso mi agradecimiento al reducido y muy valioso grupo de funcionarios que
integraron conmigo la Misión de Venezuela en la OEA, por un estupendo trabajo
desplegado en condiciones especialmente difíciles. Doy gracias también al
embajador Carlos Vecchio y a su equipo por el apoyo que siempre nos prestaron y
por el trabajo conjunto realizado.
Nuestra
presencia en la OEA tuvo aciertos y errores, pero creo que sirvió para
que la voz de la democracia venezolana estuviera siempre presente en los
debates que se llevan a cabo en la Casa de las Américas. Informamos al
continente sobre las violaciones infinitas de la legalidad, de los derechos
humanos, de la libre expresión del pensamiento y el irrespeto a la voluntad
real de nuestro pueblo. Denunciamos el desastre económico, social, ambiental y
humanitario que vive Venezuela.
Se
dirá que los problemas del país no se arreglan con discursos, y es cierto. Pero
tampoco puede negarse el valor de la palabra y la importancia de divulgar la
verdad. La existencia de un mecanismo de seguimiento (Meseve) de la situación
de los derechos humanos, ha sido especialmente significativa.
También
quiero referirme a la cesación de funciones del gobierno interino.
Creo
que fue un error.
En
primer lugar, lamentamos la ruptura con el marco constitucional, denunciada por
la inmensa mayoría de los juristas que han opinado sobre la materia y que son
los más destacados y brillantes abogados con que cuenta nuestro país. No me
extiendo sobre el tema jurídico porque mi opinión fue expresada por el Bloque
Constitucional en documento que lleva mi firma.
Se trata
de un fiasco político. Cualesquiera que hayan sido las razones que
motivaron esta decisión, creo que ella beneficia a Nicolás Maduro y a todo el
aparato de la usurpación. Se eliminó el contrapeso legítimo que se oponía a
nivel nacional e institucional a la fuerza dictatorial de un régimen producto
de un fraude electoral cuyo resultado fue desconocido por la mayoría del pueblo
venezolano. Se termina favoreciendo una supuesta “normalización” de nuestra
situación que sólo beneficia a unos pocos jerarcas y aprovechadores.
Fue un
error internacional, porque la mayoría de las democracias del mundo había
rechazado, bajo diferentes modalidades, al dictador usurpador, que hoy queda
como el único gobierno que existe en Venezuela.
Pienso
que el proceso de negociación que se lleva a cabo en México se ve afectado,
porque se entregó, a cambio de nada, una de las pocas cartas con las que
contaban nuestros negociadores.
Lamentaremos
el efecto que se producirá en detrimento del patrimonio de todos los
venezolanos, pues la defensa de los activos de nuestro país, se ve ahora
debilitada y prácticamente queda pendiente de un compromiso no suficientemente
explicitado, por parte de países aliados.
Se ha
dicho que el gobierno interino no cumplió con su principal cometido: el cese de
la usurpación. Cierto. Pero si la meta no se alcanzó, ¿tiene Juan
Guaidó la exclusividad de la culpa?
Se han
denunciado fallas y corruptelas. Algunas de esas denuncias parecen tener
fundamento. Pero, dice el dicho que cuando el agua con la que se baña a un bebé
está sucia, hay que cambiarla. Pero que hay que ser muy cuidadosos, al botar el
agua por la cañería, que no se bote también al niño.
Finalmente,
recordemos que el 2023 se presenta para Venezuela lleno de incertidumbres,
peligros y de crisis continuada. Pero también será un año de
oportunidades, de diálogo y de lucha.
En
estos tiempos difíciles, siempre será válido el mensaje que san Juan Pablo II
dirigió a quienes se dedican a la política.
Dijo
el pontífice que “no se puede justificar un pragmatismo que, respecto a los
valores esenciales y básicos de la vida social, reduzca la política a pura
mediación de intereses o, lo que es aún peor, a una cuestión de demagogia o de
cálculos electorales”… “Esto adquiere particular relieve en esta fase de transformaciones
intensas, que ve surgir una nueva dimensión de la política. El declive de las
ideologías se acompaña de una crisis de formaciones partidistas, que constituye
un desafío a comprender de modo nuevo la representación política y el papel de las
instituciones. Es necesario redescubrir el sentido de la participación,
implicando en mayor medida a los ciudadanos en la búsqueda de vías oportunas
para avanzar hacia una realización siempre más satisfactoria del bien común”.
El
futuro de Venezuela está precisamente en los ciudadanos. Les toca a ellos
imponer el diálogo, buscar consensos y lograr la victoria final.
No es
tiempo de diatriba, de cacería de brujas y de revanchas. Parafraseando una
reflexión de Napoleón, les recuerdo a los líderes, a los analistas
políticos y a quienes escriben en las redes, que no debemos atribuir a la
maldad lo que la irreflexión, la pasión y la improvisación explican
suficientemente bien.
Gustavo
Tarre Briceño
@tarrebriceno
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