GERVER TORRES 10 de enero de 2023
@GerverTorres
“Quiéranlo o no, los dirigentes de la
oposición están obligados a reivindicarse, en algún grado, como colectivo.
Están obligados a presentarse como una alternativa mejor al régimen”.
El 31 de octubre de 1958, unos meses después del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y poco antes de las elecciones presidenciales que se celebrarían ese mismo año, los principales partidos democráticos venezolanos firmaron un acuerdo de gobernabilidad que se haría célebre por su efectividad. Se trata del famoso Pacto de Puntofijo. Aun cuando muchos lo recuerdan como una alianza para gobernar el país, una vez hubiese llegado a la presidencia de la República alguno de sus firmantes, este pacto incluía también, y de manera muy importante, el compromiso con un código de conducta previo a la llegada al poder. Se trataba principalmente del apoyo, respeto y acatamiento de los resultados que habrían de producirse en los comicios nacionales. Tal cosa era muy necesaria debido a las serias amenazas que acechaban al nuevo sistema democrático que trataba de imponerse. Era crucial asegurarle la mayor legitimidad posible al mecanismo mediante el cual aquel surgiría.
Sesenta
y cuatro años después de aquel pacto, las fuerzas democráticas venezolanas se
aproximan nuevamente a una potencial coyuntura electoral, a partir de la
cual, al menos teóricamente, estaría planteada la posibilidad de restaurar la
democracia en el país. Las diferencias entre una coyuntura y otra no pueden ser
mayores. Baste mencionar una sola: en 1958 se trataba de un evento electoral
que tendría lugar habiendo sido la dictadura ya derrotada. En esta oportunidad,
la dictadura se encuentra en el poder. Aun así, a pesar de esa y otras
diferencias significativas entre una y otra circunstancia, hay algo que
aprender de lo que en aquel momento hicieron Rómulo Betancourt, Rafael
Caldera y Jóvito Villalba. ¿De qué se trata?
“¿Cómo
lograr que esas Primarias no sean simplemente un nuevo torneo de ataques y
descalificaciones que deje a la oposición en una situación peor de la que se
encuentra?”
La oposición
venezolana está considerando la organización de unas Primarias para elegir
un candidato unitario que habría de enfrentarse al régimen en las elecciones
presidenciales a celebrarse eventualmente en 2024. Una parte importante de
quienes promueven esta iniciativa están conscientes de que las posibilidades de
contar con un proceso electoral medianamente libre y transparente son
hoy remotas, por decir lo menos. A pesar de eso, promueven esta iniciativa
convencidos de que ella puede servir al logro de dos objetivos importantes:
uno, estimular la organización y movilización de la sociedad venezolana y de
sus fuerzas democráticas y, dos, decidir sobre el liderazgo de la oposición,
hoy seriamente fragmentado. En otras palabras, el objetivo más importante de
las Primarias sería el de la organización y fortalecimiento mismo de
la oposición, como condición necesaria para desplazar a la dictadura del poder,
no se sabe hoy exactamente cómo ni cuándo. Lo que esas Primarias estarían
tratando de garantizar o mejorar, en primer lugar, es la propia gobernabilidad
de la oposición.
Este
objetivo pudiera no materializarse si quienes impulsan las Primarias no
internalizan y asumen plenamente lo que estas significan. Unas Primarias son
por definición unas elecciones entre candidatos que comparten o tienen
posiciones comunes sobre los asuntos más importantes que afectan a la sociedad
de que se trate. Son posiciones comunes frente a la de los adversarios. Se
supone que las diferencias entre ellos son menores a las que los separan de los
otros. Se supone, por tanto, que quienes participan en unas Primarias lo hacen
bajo el compromiso y la convicción de seguir y apoyar a quien resulte ganador
pues este es quien, de acuerdo con los resultados de la votación, mejor
representaría las posiciones de todos ellos. ¿Se encuentran en ese nivel de convicción
y compromiso los potenciales candidatos a las primarias de la oposición en
Venezuela?, ¿aceptarían los partidos del G3 a Juan Guaidó como
candidato?, ¿aceptarían a María Corina Machado?, ¿aceptarían Juan Guaido y
María Corina a un candidato del G3, digamos, Manuel Rosales o Henrique
Capriles? Pero es que no solo tendrían que aceptar a quien ganara esas
Primarias; tendrían que entregarse de alma y corazón a apoyarlo, a trabajar con
él, si es que ese candidato va a tener algún chance en unas elecciones
generales.
La
oposición ha nombrado una Comisión de personas muy solventes para organizar las
Primarias. Esa comisión tiene una gran cantidad de asuntos complicados,
logísticos y de otro orden que resolver; por ejemplo, el de la participación de
los venezolanos en el exterior. Pero hay otros asuntos que van más allá de la
comisión y que dependen enteramente de los dirigentes políticos; principalmente
de aquellos que sean precandidatos en esas Primarias: ¿Cómo lograr que esas
Primarias no sean simplemente un nuevo torneo de ataques y descalificaciones
que deje a la oposición en una situación peor de la que se encuentra?, ¿cómo
lograr que objetivos comunes de apoyar y fortalecer las luchas y
reivindicaciones populares se cumplan?, ¿cómo lograr que el efecto agregado de
esas Primarias sea el de insuflar esperanza en los venezolanos? Para que todo
eso sea posible se necesita que los principales dirigentes de la oposición
hagan un ejercicio extraordinario de magnanimidad. Les conviene hacerlo. Nadie
creerá en sus promesas de respetar los resultados de una consulta en la que se
acusan mutuamente de vendidos, corruptos e incompetentes. Quiéranlo o no, los
dirigentes de la oposición están obligados a reivindicarse, en algún grado,
como colectivo. Están obligados a presentarse como una alternativa mejor al
régimen. Esa fue la fuerza que proyectó el Pacto de Puntofijo y es la
misma fuerza, o una aun una mayor, que necesitan proyectar los dirigentes de
oposición hoy. No es fácil, pero es el único camino que tienen. ¿Habrá alguno
de ellos que tome la iniciativa de proponerlo ya?
Tomado
de: https://lagranaldea.com/2023/01/10/un-pacto-de-puntofijo-para-la-oposicion-venezolana/
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