En la diatriba político-electoral venezolana brilla por su ausencia el debate de ideas, las ofertas programáticas, la visión del país que se quiere construir. Esta vacuidad del discurso político revela la falta de análisis y comprensión de los problemas nacionales. Los partidos no tienen canales para escuchar y dar respuestas a las necesidades de la gente. Su dirigencia no estudia las causas de la problemática económica y social y no sabe cómo resolverla. No tienen propuestas para derrotar la inflación, estimular la actividad económica, detener el alza del dólar, mejorar los servicios de agua, electricidad, gas, telecomunicaciones, repotenciar los sistemas públicos de educación y salud, superar la escasez de combustible, ni mucho menos salvar Citgo o reconstruir la industria petrolera.
Defenestración: una mentira
El elector crítico y consciente no encuentra opciones para analizar y evaluar los pro y contra, las ventajas y desventajas de unas alternativas que no se le ofrecen. La ciudadanía acusa este vacío y por eso no se siente atraída ante la proliferación de candidatos que perciben como más de lo mismo: manipulación emocional para lograr sus ambiciones personales y partidistas.
Los partidos políticos venezolanos han perdido vigencia como medio de organización y participación ciudadana. Están desprestigiados y no dan señales de reinventarse para desarrollar nuevas formas de conexión con una sociedad que no quiere que le sigan describiendo la cruda realidad que sufre cada día, sino soluciones a los problemas que la atormentan. Al no generar propuestas para resolver los principales problemas que azotan al país, el debate se llena de ataques y contra ataques personales. Es la política del escándalo.
Las organizaciones políticas están tan desdibujadas y escuetas que ni siquiera tienen un registro actualizado de militantes organizados. No tienen con qué armar sus maquinarias electorales para defender los votos en todos y cada uno de los centros y mesas electorales que se instalarán a lo largo y ancho del territorio nacional. Tan es así, que la mayoría de los electores no está enterado de que el 22 de octubre hay una elección primaria. Más del 95 % de los migrantes no se registraron para participar en la primaria y solo el 25 % de los consultados afirma que votará en la primaria. La apatía y la desmovilización se imponen.
La incertidumbre en torno a la elección primaria
Los partidos políticos tienen un propósito común: conquistar el poder. Se diferencian por su ideología, doctrina y estrategias. Su acción política es una combinación de razón y emoción, de inteligencia y pasión. Requiere análisis y comprensión de la realidad que se quiere transformar, un programa de gobierno atractivo y estimulante, un buen candidato, con visión de estadista, liderazgo y capacidad de gestión, una maquinaria electoral capaz de organizar y movilizar al electorado.
Pero los partidos viven sumergidos en sus crisis internas y pugnas con otros partidos. La oposición critica al chavismo por aferrarse al gobierno, exige democracia y alternancia en el poder, pero le cierran el paso al nuevo liderazgo, dando origen a pugnas internas que ha sido el pretexto perfecto para judicializarlos, intervenirlos y entregarles la dirección a disidentes dispuestos a pactar con el gobierno.
Luego de casi un cuarto de siglo de hegemonía chavista, la Plataforma Unitaria convoca una elección primaria en la que se presentan 14 precandidatos que no han sido capaces de articular un mensaje político con el que la sociedad venezolana se identifique al dar respuesta a su problemática. Cada quien anda por su lado y así es imposible construir alianzas que conviertan el triunfo electoral en una meta posible.
En el debate de la UCAB, María Corina Machado afirmó que en la primaria se elegirá un líder de la oposición y ratificó que su objetivo es llegar hasta el final; es decir, hasta asumir el liderazgo de la oposición. Luego hablará con Petro, Lula, Fernández, Boric, Arce y López Obrador para que presionen a Maduro y la dejen inscribirse en el CNE como candidata a la Presidencia de la República.
La primaria genera aprehensiones en quienes están rezagados en las encuestas y no quieren someterse a la dirección de MCM. Hay precandidatos como Benjamín Rausseo, Antonio Ecarri, Manuel Rosales, Henrique Capriles, que no se inscribieron en la primaria o no muestran el mismo entusiasmo. Rafael Arráiz Lucca y María Carolina Uzcátegui renunciaron a la Comisión Nacional de Primaria y atizaron las dudas sobre un proceso que puede resultar excluyente. Si las tensiones internas en la Plataforma Unitaria dan al traste con la elección primaria, no hará falta que el TSJ la suspenda.
Los mejores estrategas se preparan para los peores escenarios
El conflicto venezolano se puede resolver mediante el diálogo, la negociación y los acuerdos, pero hay quienes apuestan a prolongar las tensiones. Las negociaciones en Caracas, República Dominicana, Oslo, Barbados y México no dieron los resultados políticos, económicos y sociales esperados.
En la cumbre UE-Celac realizada en Bruselas, Macron promovió una nueva reunión entre el gobierno y la Plataforma Unitaria para destrancar las negociaciones. Acordaron volver en noviembre, después de las primarias. Estados Unidos entrará en campaña electoral y la agenda venezolana quedará postergada. Por lo tanto, no habrá canje de sanciones por mejores condiciones electorales, ni desbloqueo de los fondos venezolanos para mejorar las condiciones sociales.
El populismo exagera el estímulo de las emociones que nublan la razón. El desprecio, la descalificación y el insulto parecieran ser los principios rectores de la política venezolana, cuyo ejercicio exacerba las bajas pasiones. A MCM la han atacado grupos del oficialismo y HCR también ha sido víctima de arremetidas violentas. Las descalificaciones, insultos y agresiones violentas signarán la campaña electoral. Al calor de la campaña electoral, en Venezuela se atizará la confrontación política.
Si el PSUV pierde las Presidenciales de 2024 puede perderlo todo. Teme no poder aguantar la euforia triunfalista de la oposición, ser barrido en las parlamentarias y perder la mayoría de gobernadores, alcaldes, diputados regionales y concejales. El oficialismo sabe que en las Presidenciales de 2024 se juega su sobrevivencia y por eso no se descarta una Megaelección que le permita desplegar toda su maquinaria electoral bajo el lema: o nos salvamos todos o no se salva ninguno.
El gobierno no va a dejar correr en la carrera presidencial a quien luego se convierta en su verdugo. Por eso abusa de las inhabilitaciones políticas para sacar de la contienda electoral a candidatos incómodos o potencialmente ganadores. Quienes aspiren a capitalizar electoralmente el descontento nacional tienen que estar preparados para estas maniobras. Al forzar la renuncia del CNE, obstaculizar la asistencia técnica a la primaria, inhabilitar candidatos e impedir la observación internacional, el gobierno deteriora las condiciones electorales para inducir la división y abstención de la oposición.
¿Cuáles son las condiciones que es necesario crear para que se puedan celebrar unas elecciones competitivas? La solución electoral y pacífica del conflicto venezolano -que haga posible una alternancia en el poder sin revanchismos y afanes de venganza- tiene que ser pactada con el chavismo, al cual se le deben dar garantías y confianza de que no será perseguido, enjuiciado ni encarcelado. Solo así entregarán el poder.
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