ORLANDO VIERA-BLANCO 16 de agosto de 2023
@ovierablanco
Estamos a tiempo de revertir el caos. Lo
primero es reconocer su dimensión. El foro de São Paulo y sus aliados son el
epicentro de la mayor asociación para delinquir y profanar naciones que haya
conocido Latinoamérica. Ignorarlo es temerario
La
muerte del candidato a la presidencia de la república de Ecuador, Fernando
Villavicencio enciende campanas que vienen redoblando desde hace décadas. Latinoamérica ha
sido tomada por la violencia y la impunidad. La amenaza, el desquite, la
incitación al odio y la muerte van por libre. En la narrativa patria o muerte,
la vida pende de un hilo...
Es
hora de que países amantes de la libertad, campeones de los DDHH y del imperio
de la ley como US y Canadá, los grandes vecinos del norte, más Europa, revisen
su “encanto” por esa “trova de izquierda”. La versión del socialismo en
Latinoamérica dejó de ser “el breve espacio en que no estas” [Pablo Milanés].
Hace rato que nuestro amado continente se convirtió en sangre, dolor y muerte,
sea porque eres enemigo político, sea por hambre, miseria o corrupción…El
socialismo portátil latinoamericano ha envilecido al hombre y desaparecido el
estado. El resultado: odio, pobreza, injusticia y anomia. Mientras las víctimas
entierran a sus deudos o se marchan de su país, los socialistas de prosa y
tocador disfrutan fortunas mal habidas, y una exquisita licencia: la impunidad.
Estamos
a tiempo de revertir el caos. Lo primero es reconocer su dimensión. El foro de
São Paulo y sus aliados son el epicentro de la mayor asociación para delinquir
y profanar naciones que haya conocido Latinoamérica. Ignorarlo es temerario.
La sinaloanización del continente
Fernando
Villavicencio fue un periodista de investigación sobre corrupción y crimen
organizado. Tenía en la mira al expresidente Rafael Correa. También en el
pasado acusó al expresidente Noboa de corrupto. Recientemente declaró poseer
documentos, grabaciones y audios comprometedores sobre vueltas de negocios
petroleros…Deja cinco hijos nacidos de su unión con Verónica Sarauz. Fue
diputado de la disuelta AN de Ecuador [2021], y figuraba entre los candidatos a
las elecciones de Ecuador con buen chance.
La
cultura del sicariato no ha sido notoria en Venezuela o Ecuador. La hemos visto
correr con preocupante impunidad en México y Colombia. Pero en países como
Nicaragua, Venezuela, Perú, Bolivia y Ecuador, donde circula la droga “a puerta
abierta”, el tráfico de oro, minerales, personas o petróleo, la justicia va a
puerta bloqueada y la vida de aquél que ponga en riesgo esa servidumbre de
blanqueo, trata y colusión, vale una encomienda. Esta es la consecuencia del
Estado Ausente secuestrado por el terrorismo, el narcotráfico y el crimen
organizado. ¿Cómo revertirlo?
“En
todas partes cuecen habas" dice el refrán. La gran mayoría de los
gobiernos de la Latinoamérica de hoy son meras reproducciones unos de otros.
Cofradías de raíz, tronco, ramas, hojas y frutos…de inquina, odio, corrupción y
reparto. Han sinaloanizado el continente. Han convertido cada país en botín. A
excepción de USA, Chile, Uruguay, Paraguay, EL Salvador, Panamá, Costa Rica y
Canadá-por ahora-el resto de la región está minada de crimen organizado,
contrabando, droga y trata de niños y mujeres. Gobiernos sin justicia que al
decir de San Agustín son gobiernos de bandas de ladrones, que son una amenaza
creíble.
Tiempos
de paz y redención vs. la anomia asiliente
Creo
que es tiempo de dejar de lado los eufemismos revolucionarios…El mundo ha
madurado lo suficiente para aprender a amar en vez de odiar. Ha desarrollado
los más elaborados conceptos sobre convivencia, tolerancia, justicia social,
paz, perdón y DDHH.
Desde
la Francia de la Postguerra, de Gaulle, la quinta república y la reforma
constitucional del año 2000 [sistema mixto presidencial y parlamentario], la
izquierda progresista y liberal y la derecha francesa, han entendido que la
vida, la libertad y la dignidad del hombre son derechos esenciales que
preexisten al propio Estado. Diestros y Siniestros conviven bajo la autoridad
superior de los derechos fundamentales del hombre, por lo que justificar
revoluciones de hambre, desolación y muerte, es justificar el estado ausente,
lo que Emile Durkheim describe como la degradación del hombre por ausencia de
normas, leyes y convenciones. Es la anomia asiliente, el nihilismo la negación
del individuo formando parte de una sociedad organizada. La marginación y la
exclusión por pensar diferente. Contra ese atropello crónico, la redención y la
justicia son los valores para reconstruir el Estado.
Nadie
dispone de la vida de otro. Nadie dispone de la libertad ni la dignidad del
hombre…Atrás quedaron los Comités de Salud y las arremetidas jacobinas. Sentencia
Isaías Berlín: “Todas las formas de alterar a los seres humanos, atacarlos,
moldearlos contra su voluntad según su propio patrón, todo control de
pensamiento y condicionamiento es, por lo tanto, una negación de eso que hay en
los hombres que los hace hombres y sus valores últimos”.
La libertad para los lobos es a menudo la
muerte para las ovejas…
Por
más de seis décadas la “revolución Cubana” ha sembrado muerte, hambre y
desolación. Cuánto lo ha querido comprender Francia. Cuánto lo tolera Europa. Cuánta
lluvia de sangre ha visto correr la peor de las ignorancias que es la que
deriva del propio poder. Ignorancia deliberada que ha permitido una peligrosa
danza con lobos. El resultado: la muerte de “las ovejas”. El asesinato de
Galán, Coloso, Villavicencio…De Nisman, Payá, Baduel o Gabela. Pero atención,
es la caída de inocentes, de nuestros jóvenes, de sus madres, de nuestros
viejos jubilados, y de los abandonados en las casas de cartón…
Nadie
piense que esa oleada de violencia e impunidad no llegará convertida en masas
de almas desplazadas, buscando un norte, un futuro…Cerrar fronteras, es cambiar
el sofá, porque los lobos siguen libres…
Y lo
dijo el mismo Silvio: “La libertad nació sin dueño, y yo quién soy para
colmarle cada sueño,y yo quién soy para colmarle cada dueño…”
El deber de prevenir y proteger
Han
transcurrido años desde que Nelson Mandela, en su condición de Presidente de la
República de Sudáfrica, dirigió la palabra a los Jefes de Estado y de Gobierno
de la entonces Organización de la Unidad Africana (OUA). En su discurso,
Mandela se concentró en uno de los más grandes dilemas que ha enfrentado el
mundo desde el final de la guerra fría: si es admisible la intervención de
fuerzas externas en los asuntos internos de un Estado cuando su población civil
sufre violaciones de los DDHH en gran escala y ese Estado no puede, o no
quiere, cumplir su responsabilidad de proteger a su propio pueblo.
Procurando
apartarse de la polémica noción del droit d'ingérence del decenio de 1990, la
norma de la responsabilidad de proteger intentó replantear la cuestión en
términos de responsabilidad y protección y no del derecho a intervenir. La
perspectiva era que no se siguiera considerando, como en el pasado, que el
hecho de que un Estado dejara de proteger a sus ciudadanos era un asunto que a
nadie incumbía.
Durante
la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas de 2005, los líderes mundiales
acordaron una interpretación restrictiva y estrecha de la responsabilidad de
proteger, basada en el informe sobre esta norma preparado por la Comisión
Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados. En el informe [de
Canadá] se declaró que cada Estado tenía la responsabilidad de proteger a su
población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes
de lesa humanidad.
También
se señalaba que la comunidad internacional estaba dispuesta a tomar medidas
colectivas por conducto del Consejo de Seguridad y de conformidad con la Carta,
según las circunstancias de cada caso y de manera oportuna y decisiva. Se hacía
mucho hincapié en la importancia de la prevención de los conflictos y en que
los Estados prestarán asistencia a otros Estados en que hubiera situaciones de
tensión antes de que estallara una crisis o un conflicto. En 2006 el Consejo de
Seguridad reafirmó esas disposiciones al aprobar su resolución 1674, sobre la
protección de los civiles en los conflictos armados, y su resolución 1706,
sobre el despliegue de una fuerza de las Naciones Unidas para el mantenimiento
de la paz en Darfur (Sudán).
Dieciocho
años más tarde la responsabilidad de prevenir y proteger ha quedado es letra
muerta. Fue sembrada como flor en el desierto. Los deseos de Kofi Anan desde la
secretaria de las NNUU [2005], y el desarrollo de la diplomacia de Paz
Canadiense, han quedado inermes frente a las agresiones del estado contra
civiles en Venezuela, Nicaragua, Bolivia o Cuba…
El
Soft Power demostrado por Lester Pearson durante la crisis del Canal de Suez en
1956, el deber de prevenir y proteger a la humanidad que es anteponer los DDHH
a la soberanía de estado cuando éstos se convierten en lobos depredadores, la
viví como embajador de Venezuela en Canadá, en términos de legitimar una
solución pacífica y restauradora. Pero la buena voluntad de Canadá fue superada
por la ausencia de un tratado de Responsabilidad de Proteger sobre injerencia
legítima en caso de atropellos a los DDHH y crímenes de lesa humanidad.
Entonces
gobiernos criminales y fallidos toman control del Estado y sus instituciones
bajo la égida del concepto de soberanía y no intervención. Una perversa
contradicción entre DDHH e integridad republicana. Un mundo globalizado en
términos de comunicación, cultura y usos mercantiles que no globaliza la
justicia y el orden público internacional a la misma velocidad que lo hace el
crimen organizado trasnacional.
La
diplomacia de “mesas de trabajo o mesas redonda de pacificación” le cuesta la
vida a millones de inocentes, cuando se hace lenta e ineficaz. El deber de
prevenir y proteger también es un mandato de la carta magna que dispone
“reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el
valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y
de las naciones grandes y pequeñas; a crear condiciones bajo las cuales puedan
mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados
y de otras fuentes del derecho internacional [preámbulo] mediante [Art. 1] “la
cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de
carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y
estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de
todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.”
La
comunidad de naciones debe prevalecer la justicia, el diálogo y la paz. ¿Pero
qué hacer cuando se agotan y la justicia internacional va despacio? ¿Cuándo el
concepto de pacificación lo que trae es apaciguamiento y represión? ¿Cuándo
luchar genuinamente por la vida, la libertad y la verdad tiene como respuesta
la amenaza, un metanse sus observadores por su paltó, o emplazar coñ...,
socialismo o muerte?
Nos
cantaba Milanés: “Yo no te pido que me bajes una estrella azul. Solo te pido
que mi espacio llenes con tu luz”. Luz que es compañía, que es
libertad...libertad que no tiene dueño. Pero parafraseando a Berlín, cuando
ganan los lobos y mueren las ovejas...nos quedamos solos.
ORLANDO
VIERA-BLANCO
@ovierablanco
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