Julio Castillo Sagarzazu 10 de octubre de 2022
Fijar
la fecha de unas eventuales primarias pasa a ser un tema de la más vital
importancia para la oposición.
Tener
una agenda es prácticamente una de las pocas cosas de las que se es dueño. Eso
es verdad desde el punto de vista personal y también lo es en la política.
Normalmente decidimos libérrimamente lo que escribimos en ella.
Una agenda en la política es una estrategia con fechas y tareas asignadas. Sin eso, la política es pastoreo de nubes, discursos, arengas y calorías gastadas y perdidas.
En
estos momentos, en la política venezolana hay dos fechas que son necesarias de
definir. Una, es la de las elecciones presidenciales. En los países normales
ese día está fijado en la Constitución y todo el mundo sabe a qué atenerse,
pero Venezuela no es un país normal y aquí los eventos electorales se fijan al
real saber y entender y a ojo de buen cubero del poder. De allí que es tan
importante que la presión nacional e internacional se fije como objetivo lograr
esa fecha para que todos trabajen con un horizonte definido.
La
otra fecha importante es la de unas primarias o la de un mecanismo para que las
fuerzas democráticas definan una opción y un liderazgo a presentarle al país.
Si no
hay fecha, sencillamente no hay estrategia.
En la
Plataforma Unitaria se habla de avances en el tema de las primarias. Pero solo
se habla, porque decisiones como la de designar al comité rector de un eventual
proceso se ha pospuesto, luego de que se había fijado una fecha.
No hay
que ser muy perspicaz para deducir que no se trata de problemas con el zoom y
las comunicaciones lo que no permite los acuerdos. Es evidente que la falta de
acuerdos entre los integrantes de la plataforma es lo que está retrasando las
decisiones.
Una
vez más, la falta de decisiones afecta la vida de la oposición venezolana. Si
se tratara de un tema menor, las cosas pasarían sin consecuencias y podríamos
atribuirla a lo que la sabiduría popular ha reseñado en el proverbio que nos
cuenta que “cada cabeza es un mundo”, pero ya esa falta de decisión que
paraliza iniciativas se ha convertido en una práctica que amenaza la viabilidad
del proyecto opositor mismo.
Una de
las “leyes” de la dialéctica nos explica que “la cantidad se convierte en
calidad”, o sea, que “bueno es cilantro, pero no tanto” y aquí, efectivamente,
la cantidad de la parálisis se está convirtiendo en una fuerza que desnaturaliza
y deteriora la calidad de los esfuerzos y los sacrificios que se hacen en otros
terrenos.
¿No
habrá llegado, entonces, la hora de una posición disruptiva de todo esto? ¿No
hará falta un golpe en la mesa para dar un viraje?
Sería
bueno saber cuál es la posición de TODAS (mayúsculas ex profeso) las fuerzas
políticas y de todo el liderazgo opositor del país, sobre este tema de las
fechas y las iniciativas concretas para enfrentar los desafíos de hoy.
Sería
saludable que todos conociéramos lo que se piensa de este tema. Sería
igualmente deseable que se formaran, alrededor de estos temas, los polos y
reagrupamientos concretos de organizaciones que compartan la misma conducta y
las mismas propuestas. No todo tiene que ser tratado con la camisa de fuerza de
la unanimidad (siempre tan difícil como sospechosa).
Ya
bastante caro hemos pagado con nuestros aliados internacionales el espectáculo
de la falta de decisión y acuerdos por razones fútiles, para que tengamos que
pagar también la factura del crecimiento interno de la desafección de miles de
compatriotas que no entienden la trama que tienen delante sus ojos.
“Un
poquito de por favor”
Julio
Castillo Sagarzazu
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