Por Ricardo Israel, 12/03/2012
Se ha
transformado en un verdadero lugar común repetir que enormes cambios se están
generando en el mundo como consecuencia de las redes sociales y del uso de
internet.
No hay duda
alguna acerca de su relevancia, además que su importancia seguirá creciendo. Su
influencia en el cambio de costumbres y maneras de relacionarnos entre nosotros
está fuera de discusión, al igual que su trascendencia económica y tecnológica.
Sin embargo,
todo se complica cuando nos preguntamos acerca de su verdadero impacto en los cambios
políticos que hemos estado observando, y allí la respuesta es bastante más
prudente, ya que no hay evidencia alguna que por sí solos, internet y las redes
sociales estén generando un cambio revolucionario.
En efecto,
si uno mira hacia el pasado, internet probablemente cambió costumbres de manera
semejante a lo que significaron el vapor y la electricidad para la revolución industrial
de siglos anteriores.
Y si uno
solo se limita a la tecnología de las comunicaciones, la imprenta produjo un
cambio trascendente al permitir la divulgación de conocimientos que estaban
restringidos a elites muy pequeñas. Algo
semejante se puede decir del fenómeno que tuvo lugar con la masificación de la
prensa escrita, lo que facilitó las revoluciones del siglo XIX. Aún más
evidente es el impacto de la radio en el ascenso del nazismo o de la televisión
en debates que permitieron el triunfo de Kennedy en 1960.
Por cierto
que diferencias existen, siendo las más importantes una mucho mayor
democratización y alcance que los ejemplos anteriores, y una participación
predominante de jóvenes. Más aún, los seres humanos siempre han estado
inventando, pero como nunca antes, la tecnología es capaz por sí sola de
definir la era histórica que nos ha tocado vivir, y quizás como ningún otro
ingenio, internet es capaz de identificarse con el proceso conocido como
globalización, aunque nada que hemos presenciado puede todavía compararse en
grandeza a lo que significó la invención de la rueda.
Todo lo
anterior nos sirve para poner en perspectiva lo que hemos observado. Su utilidad en la acción política, la
conocíamos desde su rol en el triunfo electoral de Obama y en la forma que
contribuyeron a la derrota de Aznar en España.
Incluso,
antes de la irrupción de la primavera árabe, internet había demostrado su
importancia para combatir a sistemas donde no hay libertad de prensa, como
ocurrió en Irán frente al fraude electoral, demostrando que en un sistema
globalizado, ningún régimen puede ocultar la verdad del resto del mundo.
Creo que
ahora si podemos situar su verdadera importancia desde el exclusivo prisma
político. En primer lugar, no hay duda que
ayudan, pero no hay que olvidar que cuando no existían estas redes la gente
salía igual a las calles, reafirmando la vieja verdad que es más importante la
nobleza de la causa que el instrumento tecnológico.
En segundo
lugar, internet es extremadamente útil para convocar a movilizaciones y reunir
a la gente, pero el éxito final sigue dependiendo de la fuerza real y no de la
virtual, como lo demuestra lo que ha ocurrido en los países donde ha tenido lugar
la llamada primavera árabe.
En tercer
lugar, los movimientos sociales que se promueven a partir de internet son
indudablemente movimientos de rechazo al sistema existente sea en el medio oriente
o en España, pero sin una propuesta alternativa a mano. Es decir, no hay
evidencia que aunque logren cambios, puedan obtener triunfos electorales.
Hay transparencia, pero falta la mediación y organización. Es
decir, la comunicación digital ofrece rapidez y seguridad, pero no hay prueba
que puedan reemplazar a los viejos y tradicionales factores de la política,
tales como el poder, la autoridad, partidos políticos y el uso de la fuerza.
En resumen,
internet es clave en lo que estamos observando, pero por si sola no cambiará la
correlación de fuerzas. Un ejemplo de ello sucede en China en donde el gobierno
ha bloqueado con éxito el acceso a Google.
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