JESÚS HERAS en
abcdelasemana.com el Mar 8th, 2012
Si
bien engaña la firma encuestadora que modifica los resultados para complacer a
su cliente, mucho mayor es el daño que ocasionan aquellas cuyos voceros emplean
las cifras obtenidas para intervenir en el debate político nacional. El
problema es grave porque suelen, estos charlatanes, influir sobre las capas
dirigentes de la población, llevándolos con frecuencia a errores de percepción
y por consecuencia a decisiones equivocadas.
Tomemos
por ejemplo la enfermedad del Presidente, un hecho que ha llevado a notorios
voceros de algunas firmas a concluir que su popularidad aumenta -si es que
aumenta- no debido a realizaciones concretas de su gobierno, algo que de
antemano se descarta, ni siquiera a la práctica de repartir dinero a manos
llenas, como en efecto lo hace, sino en función de la lástima que suscita un
Presidente, quien – a juzgar por su apariencia física, con cáncer o por efecto
de sobredosis de esteroides, tiene los días contados. Creo que no advierten que
por lógica deducción, nos llevan a la absurda conclusión de que no hay mejor
candidato que un enfermo terminal.
Otros,
igualmente fantasiosos, hablan de la relación cuasi religiosa del primer
mandatario con los más pobres, soslayando el dominante carácter rentista de esa
relación.
Si la
imaginación es libre, tomémonos nosotros también licencia para hacer lo
propio. En las primarias del pasado 12 de febrero, concurrió a votar un
volumen de electores que ninguna encuestadora pudo prever. ¿Será posible que
exista un voto oculto, fruto – por ejemplo- de un callado deseo de cambio que
ha nacido del simple fastidio? ¿De un fastidio que, al margen de posiciones políticas
o partidistas, es compartido por una abrumadora mayoría de los electores, y las
firmas encuestadoras no lo alcanzan a detectar?
Del
desprestigio en que vienen cayendo las encuestadoras son responsables solo
algunas, pero las consecuencias las sufren todas, al extremo de que comienzan a
hacer su aparición firmas extranjeras contratadas calladamente por
corporaciones y candidatos, y no faltan quienes, desconfiando de las
existentes, acuden al oneroso expediente de recurrir a varias firmas a la vez,
para aproximarse, comparando resultados, a la verdad verdadera.
Son
varias las empresas que realizan seriamente su labor, sin descartar que alguna
caiga en la tentación de edulcorar los resultados. Pero el daño verdadero lo
ocasionan otras. Lo provocan aquellas que, serias o no, tienen por voceros a
notorios charlatanes que, como ya se ha dicho, utilizan los resultados
obtenidos con el fin primario de intervenir en el debate político nacional, las
más de las veces para favorecer con sus fantasiosas interpretaciones a alguna
parte interesada y, siempre, para hacerse propaganda y aumentar su tajada en el
jugoso “mercado político” nacional.
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