Escrito por RUTH
CAPRILES el Mar 23rd, 2012 en abcdelasemana.com
Lo peor de todos los mundos imaginarios se convierte, en la práctica, en el
peor de los mundos posibles
En
algunas visiones catastróficas del futuro, de esas que pintan distopías y no
utopías, tipo Blade Runner, vemos un mundo en corrosión y desintegración final,
poblado por bandas de maleantes, sobrevivientes en un mundo de escasez y sin
orden, sin reglas, sin autoridad. En otras distopías, como 1984, de Orwell,
vemos un Big Brother, dictador o déspota, empeñado en dar todo y controlar todo
para quitar todo a todos dentro de un mundo exterior absolutamente ordenado y
abundante.
Lo
notable de esta revolución venezolana es que, en la abundancia colectiva potencial,
ha unificado lo peor de las dos visiones en una realidad catastrófica, cada vez
más anómica y en desintegración mientras Big Brother pretende controlar todo,
dando todo quitando a todos.
Como
si cuantas más reglas, más procedimientos, más controles inventados para
imponer una sociedad igualitaria, se produjera más anarquía, más descontrol,
más deterioro y desintegración.
Las
bandas de maleantes matan y se matan, devastando por igual barrios y
urbanizaciones; los motorizados sin placas, vestidos de negro y armados, corren
por la ciudad impunes cual ángeles de la muerte; los sindicalistas se matan
entre sí por controlar los proyectos de extorsión laboral; la ciudad se
desintegra, las construcciones oficiales quedan inconclusas mientras confiscan
e invaden las privadas, los puentes ceden, las autopistas colapsan, la maleza
se traga la civilización; el Gobierno actúa como mafia mordiendo y
extorsionando en un mundo sin leyes fijas, que varían cada día según el
capricho de las bandas burocráticas de turno o del que manda desde la isla de
la utopía revolucionaria; la ciudad esmeralda desde donde el otro, el artilugio
de Oz, intenta infructuosamente inyectar a Big Brother cerebro, coraje y
corazón.
Lo
peor de todos los mundos imaginarios resulta el peor de los mundos posibles en
la realidad. Es la contradicción intrínseca de esta revolución, su propia
negación, su disolución. El fin de la historia del pensamiento comunista.
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