AMÉRICO MARTÍN 29 de marzo de 2014
Viendo el andamiaje articulado para
someterla, podría alguien imaginarla sola contra el mundo. Algo así como la
libélula mencionada por Marissa Arroyal: "De plata y lapislázuli La
libélula Única alhaja de esta Pálida mañana".
Pero en realidad las mañanas
venezolanas, pese a la barbarie desatada y la sangre vertida, parecen invadidas
por una auspiciosa luminosidad. Es la jauría la que ladra y muerde en vano.
1 Al ser despojada de su inmunidad por
la mano brutal, la diputada María Corina Machado se ha hecho parte visible de
una emoción avasallante, con los estudiantes a la cabeza y la solidaridad de
todos: desde la MUD hasta la más solitaria de las familias. Es uno de esos
momentos en los que se alcanza el sentido profundo de la unidad, que algunos no
captan, otros tergiversan.
Como nota esencial de la buena poesía,
Italo Tedesco se vale de Jorge Luis Borges para afirmar que en la revelación de
la palabra, la poesía lleva todo el mundo en su seno. "En la unidad, cabe
la diversidad", que dijera el célebre porteño.
Pues bien, en la denostada política,
percibida por muchos como actividad garrulera y despreciable, ocurre o debe
ocurrir lo mismo. La política, arte y ciencia, es una forma de poesía.
2 Decir por ejemplo, que la disidencia
democrática "está dividida" es un peligroso error.
"Peligroso", afirmo, porque si tratáramos de superar ese falso
supuesto exigiendo a todo el campo democrático que piense de una sola manera,
no estaríamos más que reproduciendo el vicio oculto del gobierno, su mal de
origen: el pensamiento único, la deidad eterna, el empeño agónico de no
apartarse en ningún momento del supuesto legado divinal, y su hostilidad demencial
contra los que piensen distinto, incluidos los que en su seno se ven obligados
a ocultar sus discrepancias o a expresarlas de manera conflictiva.
Con inútil perspicacia creen percibir
discrepancias y hasta rivalidades en los nueve o diez líderes más notorios que
se está dando este convulso momento. De que las hay, las hay, pero a mí eso me
parece excelente porque no es otra cosa que la muestra de la diversidad
mencionada por Jorge Luis Borges, esa, la que cabe en la unidad, marca de
fábrica de la democracia y solo de ella.
Nadie crea que quiero racionalizar en
clave optimista lo que sería un gravamen. No, en absoluto. ¿En dónde está el
potencial de la disidencia? En una verdad de Perogrullo. El país es diverso,
heterogéneo y precisamente por serlo las distintas formas de pensar se expresan
por cauces diferentes.
Socialdemócratas, liberales,
demócrata-cristianos, socialistas moderados o menos moderados. Esas tendencias
coexisten, compiten, pero cuando está en peligro la democracia misma se unen
para remover el obstáculo que les impide seguir conviviendo, coexistiendo,
compitiendo protegidos por el estado de derecho y la Constitución.
En 1958, frente al cadáver palpitante
de la dictadura, militando todavía en la juventud de AD, le pregunto con
juvenil aire sobrancero al jefe del partido, el legendario y mítico Rómulo
Betancourt: "Compañero, apelo al fondo de su sabia experiencia. ¿Cómo fue
posible que habiéndose enfrentado tan fuertemente, los partidos de la
resistencia pudieron estructurar la unidad contra la dictadura?" "La respuesta –interceptó– tiene nombre
y apellido: Marcos Pérez Jiménez".
Algo similar ocurrió en el 2012. Toda
la diversidad política del país, las corrientes reales y hasta algunas
ficticias convocaron sabiamente unas primarias que con el voto de más de 3
millones de almas escogieron el candidato de la Unidad.
Candidato único no significó entonces
ni ahora Pensamiento Único. Esa unidad también tuvo nombre y apellido: Hugo
Chávez Frías, única deidad del socialismo siglo XXI, única opción posible y ¡ay
de quien se le pusiera por delante, dentro o fuera de su partido!
3 En la actualidad sigue el problema
con la sombra del fallecido eterno. Nicolás Maduro hace más visible la
propensión segregacionista, la proscripción de quien no acepte su pastiche
ideológico y ponga en duda su perpetuo dominio del poder. La fórmula montada en
la división profunda de los venezolanos, separados por el odio, la persecución,
el asesinato de quienes protestan, o la torturas cada vez más diabólicas.
Contra eso no cabe sino la unidad de
quienes luchan por una sociedad donde quepan todas las corrientes del
pensamiento, todas las variedades del pentagrama ideológico. ¡Pero, señores, no
estamos en tiempo electoral! Vivimos en cambio sobre el cráter de un volcán en
erupción, por la honda crisis que ha desatado el inviable modelo aplicado a
troche y moche por los nuevos mandarines.
La gente combate por su vida, su
seguridad, su familia amenazada. Son heridas que supuran lava ardiente. En el
crepitar de esas luchas plurales nacen nuevos núcleos de liderazgo, unidos
raizalmente a sus realidades locales. Es el futuro en acto.
¿Qué hacer frente a la riquísima
competencia de líderes y respuestas? ¿Meterlos en el corsé de una sola voz? Eso
no tiene sentido si recordamos que todos se unen en momentos decisivos, tales
el cambio democrático-social, las elecciones, la libertad de los presos
políticos, la derrota de las bandas fascistas.
Mientras tanto, que cada quien, en
irrenunciable vía pacífica-constitucional, aspire al máximo galardón,
sometiéndose, sí, al veredicto mayoritario y preservando la unidad de la
disidencia. ¡Que florezcan mil flores y compitan cien tendencias! El resultado
será un jardín. El gobierno nunca tendrá esa fuerza. Sus acalladas cuitas estallarán
con violencia.
María Corina Machado, Capriles, López,
Ledezma, la MUD y demás dirigentes son caballos dispuestos a correr juntos; un
océano –uno solo- enrumbado hacia la democracia. Porque, Tedesco, "en la
unidad cabe la diversidad".
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