Carta de Carmen Yorlet, viuda del
Sargento Parra, 28/03/2014
¿Cuántos más tienen que morir para que
finalice esta guerra sin sentido?... De hermanos contra hermanos.
Ya venimos viviendo problemas sociales difíciles que se han
agravado durante los últimos años. Donde para nadie es un secreto la falta de
productos de primera necesidad, la escasez de alimentos, medicamentos,
repuestos, cauchos, baterías, vehículos, etc.
Cada día que pasa los venezolanos que piensan como muchos de
nosotros observamos un país que va como el cangrejo... En retroceso... Y sigue
sin dar un paso hacia adelante.
Lo más triste del caso, es que sólo parece funcionar para
complacer las necesidad de algunos pocos hambrientos de poder.
El 26 de marzo me despedí de mi esposo, Miguel Parra o como yo le
decía, al igual que muchos de ustedes "Migue", quien subía a un viaje
largo sin retorno; pues su madre y hermanos me pidieron que sus restos sean
sepultados en su tierra, "El Tigrito" (Edo Anzoatégui), al oriente de
Venezuela.
Una noche, después de un larga jornada de tres días sin dormir,
sin comer, quise prender el TV para ver si conciliaba el sueño y estaban
repitiendo un reporte en el cuál el Gran Alto Mando Militar brindaba su total
apoyo al Presidente Nicolás Maduro. ¡Qué indignación!... ¡QUÉ IMPOTENCIA!,
tristeza... que a pesar de que mi querido esposo no lo habían enterrado
siquiera, esos señores hipócritas, que dicen ser amigos y protectores de su
tropa están con el enemigo; ya que sus jefes (claro, no todos) en su mayoría
brindan el apoyo a un Gobierno que le quedó grande este país. Que si no fuese
por la mala administración, despilfarro, corrupción, indiferencia, actualmente
esto no estaría pasando.
No existirían reclamos, ni protestas realizadas por un pueblo que
sufre, sin oportunidad de empelo digno, que aspira a una mejor calidad de vida;
ya que, ¿quién se quejaría de un Gobierno en el cual haya abundancia de
alimentos, de medicamentos y de los productos antes mencionados?
Lo que hace el pueblo es protestar...
Protestar ya que se da cuenta de que este Gobierno lo está
haciendo mal, muy mal. Los jóvenes estudiantes son los más afectados, quienes
egresan de reconocidas universidades con un futuro incierto. No hay empresas
donde trabajar, las fábricas las quebró el Gobierno, no existe una real oferta
laboral.
Aunado a todo estos problemas tenemos que enterrar todos los días
a nuestros seres queridos, esposos, padres, hijos, amigos, profesionales,
estudiantes, obreros, viejos,jóvenes y militares.
¡¿Hasta cuándo?!
Van más de 40 muertos, pero aun no he oído, ni visto, que hayan
asesinado a un General de División, a un Comandante, a un Coronel, que sean sus
hijos o familiares más cercanos los que estén llorando. Los militares que han
muerto son de rango de Capitán hacia abajo, porque claro, el alto rango solo
está en oficinas, dando órdenes, supervisando en carros blindados, con una
carpeta debajo del brazo y quienes salen a la calle a defender los intereses de
un Gobierno son los subalternos.
Ellos no tienen que preocuparse por ir a hacer una cola de tres
horas para comprar un kilo de leche, amanecer en un Mercal, no tienen que
preocuparse por conseguir un producto de primera necesidad ya que por una
simple orden lo tienen por fardos, bultos, camiones para ellos y sus allegados.
Pero... ¿para el Guardia Nacional?
A ellos si les toca ir de abasto en abasto para conseguir una
mantequilla, un litro de aceite... No por falta de dinero, sino por la falta de
los productos.
Venezuela a nivel mundial es uno de los países más ricos del mundo
y con el pueblo más pobre. Mis palabras son especialmente para esos militares
que arriesgan todos los días su vida por algo sin sentido... Por la situación
injusta del país. ¡Únanse!, ¡No se dejen matar! ¡Reclamen sus derechos!... Los
están enviando a la calle para ser acribillados.
Me hago una gran pregunta, ¿por qué no sale un General de División
o un Coronel, o un Comandante a levantar barricadas?. Guardia Nacional
Bolivariano, no dejes a tus hijos, a tu esposa, a tus padres solos... Ya que el
que queda en este mundo es el que sufre su valiosa ausencia.
Mi esposo trabajó por casi 27 años, dedicó su vida a la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana, acudía al trabajo así estuviese enfermo, no
recibía reposos. Muchas veces fui testigo cuando lo acompañaba a la consulta y
médico le exigía que debía guardar reposo, él no aceptaba, prefería seguir
trabajando.
¿Qué queda de todo esto?...
Una medalla de honor, un ascenso post mortem
¿PARA QUÉ?
No confíen en su alto mando militar, son unos traidores... Pero
algún día ellos tendrán que recoger las lágrimas de un pueblo que llora a sus
muertos.
Carmen Yorlet Castro de Parra
San Juan de Colón, Táchira. 28/03/14
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