ANTONIO A. HERRERA-VAILLANT jueves 20 de marzo de 2014
El monstruo sobrevivió
15 años a base de errores de sus adversarios. No prolonguemos la agonía
Las apocalípticas amenazas del que
ocupa Miraflores van "in crescendo". Ya se parecen a las fanfarronadas
de Hussein, Gadafi o Noriega... pero en boca de un espaldero que el 11 de abril
de 2002 se piró hasta que reapareció el amo perdido.
El régimen lleva plomo en las alas.
Hiede a frustración con toques de histeria. Su último reducto son "colectivos"
de motorizados terroristas, desdentadas milicias y ciertos militares
enloquecidos de rabia o untados de extrañas sustancias.
Un miserable interino, sin caudillo ni
bonanza, ya carga toda la culpa de un fracaso acumulado, del desabastecimiento
y de la delincuencia... y ahora le agrega la torpe atrocidad.
La discreta Datos revela que su apoyo
ya bajó del 30%. Seguirá desplomando a medida que encoja la chequera -por
muchas cadenas y marchas forzadas que presente.
Un 72% dice que andamos mal, 61% condena
la desproporcionada y desacertada acción represiva de las Fuerzas Armadas; y un
impresionante 87% quiere rectificación del gobierno y diálogo con la oposición.
Otros tantos piden que se desarmen los colectivos del terror.
El 64% del pueblo venezolano ahora
considera que hay que salir de este régimen cuanto antes posible... pero de
forma constitucional. Sólo dos tercios de los oficialistas consideran al
inquilino de Palacio por su líder; y apenas una cuarta parte de la gente aún
sigue oficialmente "neutral". La baraja ha cambiado, y sigue
cambiando.
El mascarón, marchitando rápidamente
su tenue "legitimidad", se vuelve bacalao al cuello de su pandilla, y
ya piensan en cambiarlo. Pero un maremoto se aviene sobre la economía, y cae
encima de una ola de abusos, violencia, tortura y muerte: El deslave que apenas
comienza puede arrastrar a tarugos golpistas y rémoras rojas por igual.
Entre milicos cómplices, más de uno
podría ser como los coroneles Casanova y Romero: Dos integrantes de la Junta
que derrocó a Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958... que el 24 de enero
tuvieron que esfumarse por tener el rabo demasiado sucio.
La bestia oficialista agotada, herida
y acorralada entra en su etapa más peligrosa entre pánico y bajas pasiones, al
borde de un ataque de nervios. Sus zarpazos serán cada vez más letales y menos
eficientes, más de cobardes mafiosos que de clásica represión castrense.
Al llegar los estertores finales se
hará más necesario unir propósitos, tomar precauciones, y sobre todo no imitar
la histeria del animal. Ahora más que nunca se requiere más cerebro que hígado,
más ajedrez que fútbol. El monstruo rojo sobrevivió 15 años a base de errores
de sus adversarios. No prolonguemos más la agonía.
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