EVA SAIZ Washington 22 MAR 2014
Venezuela ha impuesto este viernes, de
nuevo, su ascendencia en la Organización
de Estados Americanos (OEA) sobre los países afines al ALBA y los
indispensables estados caribeños y logró impedir que la diputada opositora María Corina
Machado pudiera intervenir ante su Consejo Permanente. Primero, impuso el
rodillo de sus votos para forzar que la sesión se celebrara a puerta cerrada y,
luego, haciendo uso de varias argucias procedimentales, impidió que hablara en
el turno final de Otros asuntos. Con esta maniobra, el oficialismo venezolano
trató de desvirtuar la legitimación de la disidencia al Gobierno del presidente
Nicolás Maduro ante la institución regional e impedir que la reunión se
convirtiera en un altavoz de las denuncias contra el chavismo de la venezolana.
La OEA impidió que se difundiera la
imagen de Machado denunciando la represión del Gobierno de Maduro a los
manifestantes, pero, en público o en privado, la diputada gozó de una tribuna
que le dio la oportunidad no sólo de invocar ante la organización “la versión
del pueblo”, como ella misma afirma, sino de dar visibilidad internacional a
una versión de la embrollada realidad que se vive en Venezuela. Un gesto que,
para la diputada, tiene más transcendencia que el efecto movilizador que pueda
provocar entre los miembros de la OEA, que ya ha demostrado el desapego ante la
disidencia de ese país.
“El mensaje ha quedado bien claro”,
dijo Machado tras la sesión. “Se dedicó todo el día a impedir que pudiera
hablar, pero esta acción han demostrado que tienen miedo a que se conozca
la verdadera magnitud de la represión en Venezuela, pero al impedir que se
escuche una voz distinta a la del régimen, están confesando lo que está
ocurriendo en mi país”, ha señalado Machado a la prensa durante un receso de la
reunión del Consejo, cuando aún estaba confiada en poder tomar la palabra al
final de la sesión. La diputada, que tras
la encarcelación de Leopoldo López se ha erigido en la líder moral de
la oposición venezolana, aprovechó una rueda de prensa ofrecida en el receso
del mediodía para dar a conocer la denuncia de la degradación democrática en
Venezuela que tenía previsto realizar en la OEA, antes de saber que no iba a
poder ni siquiera hacerlo en privado ante sus Estados miembros.
La mordaza que Venezuela impuso a la
diputada opositora es un jalón más en la senda de decepciones de la OEA en
torno a su respuesta ante la crisis en el país sudamericano, que ya se ha
saldado con más de 30 muertes, que evidencia el poder que actualmente tiene
Caracas en el seno de la organización. “Esta sesión ha sido rara. Han sucedido
cosas que no habían pasado antes”, ha reconocido el secretario general de la
organización, José Miguel Insulza. “Mientras no se resuelva la situación en
Venezuela, las tensiones en la OEA van a seguir existiendo y las posiciones se
van a exacerbar todavía más, ese es un tema que genera divisiones”, ha
señalado.
La misión venezolana hizo uso de los
apoyos que ha logrado concitar en los últimos años y se afanó por enmudecer la
voz de la opositora en la OEA. Tras lograr que la sesión se hiciera a puerta
cerrada, luego consiguió que se eliminara el primer punto del día, que
contemplaba la discusión sobre la crisis venezolana y en el que Panamá tenía
previsto ceder la palabra a Machado. A última hora de la tarde, impidió que
pudiera intervenir en el punto de Otros asuntos, aduciendo que iba a hablar de
un tema, el de la situación en Venezuela, que ya había sido eliminado de la
agenda de la sesión. “La diputada tiene otros foros en los que poder hablar,
esta señora incumple muchos de los principios básicos que sustentan la OEA,
está involucrada en muchos actos de violencia”, señaló el embajador venezolano
ante la organización, Roy Chaderton.
“Vemos con preocupación lo que pasa en
la OEA y llamamos a que se cumplan los principios democráticos de su fundación.
Se está cercenando su integridad por la chequera venezolana”, se lamentó Carlos
Vargas, el líder del movimiento estudiantil que detonó las protestas en el país
y que formaba parte de la comitiva, formada por la madre de Geraldine Morales,
una de las primeras víctimas de las marchas, y el veterano sindicalista, Iván
Freites, que acompañó a Machado a Washington.
Machado solo pudo despedirse del
Consejo y no pudo dirigir su mensaje de manera directa a la OEA pero, a través
de la prensa, instó a los Gobiernos latinoamericanos a “asumir el compromiso
colectivo de la defensa de la democracia” y exigió a la organización que
invocara la Carta Democrática, exigiera la liberación de los presos políticos y
enviara una misión de observación a su país, unas peticiones que la OEA no incluyó en su declaración sobre la crisis venezolana que
adoptó hace quince días que apoyaba, de manera velada, la labor de Maduro a
la hora de lidiar con las protestas, eludía una mención expresa a la oposición
y legitimaba el foro de diálogo, impulsado por el Gobierno y repudiado por la
disidencia.
Machado recordó que su futuro de
vuelta a su país es incierto toda vez que, ayer mismo por la mañana, desde el
Gobierno se le advirtiera que su inmunidad parlamentaria ya había sido
allanada. “No sé cuál será mi destino, pero sí sé que mi tarea es continuar con
las movilizaciones, que no tienen marcha atrás”, dijo. Al final del día, la
diputada reconoció que estaba satisfecha porque, finalmente, había logrado lo
que realmente había venido a buscar, “llamar la atención sobre la realidad que
se vive en mi país”.
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