MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES miércoles 19 de marzo
de 2014
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
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A pesar que algunos no lo quieran
reconocer (porque no les conviene) los venezolanos estamos viviendo como en una
guerra. Hoy muchos podemos decir, con propiedad, que los colectivos motorizados
armados no son un sueño ni una ilusión cibernética. Son una trágica realidad
que el gobierno y los enchufados saben muy bien que existe, desde hace bastante
tiempo. Por eso repetían y repiten sin cesar: "Lo único que garantiza la
"paz" es que estemos siempre en el poder".
En distintas zonas del país estos motorizados han estado amenazando y disparando cerca de iglesias, colegios, edificios, oficinas, urbanizaciones, etc. y varias personas han muerto producto de estos ataques. Y no hay forma ni manera que el gobierno desarme a esta gente. Particularmente pienso que de nada sirve una mesa de diálogo o de paz, si no se desarma primero a estos grupos. La iglesia en reiteradas ocasiones le ha pedido al gobierno el desarme inmediato de esos colectivos pero pareciera que lo que nuestros pastores dicen les entra por un oído y les sale por el otro.
Entonces ¿qué podemos hacer ante tanta anarquía y falta de protección por parte de las autoridades? Esa pregunta yo se la hice a mi director espiritual. Y además le dije: "Padre, nos sentimos totalmente desprotegidos. Dígame ¿qué hacemos si los colectivos armados nos vienen a atacar? ¿Nos dejamos matar?" Y su respuesta fue la siguiente: "¡No! ustedes se esconden muy bien". Entonces en la noche yo le preguntaba a mi esposo: "¿Y dónde nos vamos a esconder? ¿Con seis muchachos?" Mi esposo no me supo responder.
A mi me escribe gente de muchas partes del mundo. Hoy quiero pedirle a quienes hayan vivido en una guerra o en una situación parecida a la que estamos viviendo, que por favor me escriban qué hicieron ellos para poder sobrevivir en esa situación. Ojalá me puedan dar consejos prácticos, eso sí consejos pacíficos porque conmigo no va nada de disparar, matar, odiar, etc. A mí me matarán arrodillada rezando. Pero allá el que me dispare o le dispare a mi esposo, a un hijo, a un familiar, amigo o a un hermano venezolano, porque esa pobre persona (y los cómplices callados que han permitido esta tremenda desgracia) tendrán que rendir mucha cuenta a Dios.
A nosotros nada nos va a quitar la paz. No le tenemos miedo a nada ni a nadie porque estamos en paz con Dios y con nuestro prójimo. Eso sí, pido consejos para ver si puedo alargar un poco más la vida de mi familia y cumplir las ordenes de mi director espiritual de que nos escondamos muy bien.
Mientras tanto yo voy preparando el terreno para continuar mi vida de esposa y madre en esta patria que amo con todo mi corazón. El sábado pasado, luego de almorzar en familia mi esposo, yo y cinco de mis hijos, me paré de la silla y les pedí mucha atención a lo que les iba a decir. Les dije que estábamos viviendo momentos muy duros y que esto se podría poner mucho peor. Que tenían que aprovechar este momento para estudiar como nunca antes y que no podían perder ni un segundo de su tiempo. Que teníamos que ser cada día mejores hijos de Dios y llevar alegría y esperanza a los demás. Que tenían que rezar mucho para ser muy fuertes. Y después les dije: - "Y si nos llegan a matar ¡No importa!". Inmediatamente me contestaron: - "¡Sí, mamá!". – "¿Y por qué no importa?", les pregunté. Y al unísono respondieron: -"Porque nos vamos al Cielo". Entonces a mí se me "agüó el guarapo" y ¡sin una lágrima en los ojos! les dije: "Y allá nos veremos de nuevo".
Como a la hora recibí una llamada de mi hijo mayor que vive en Valencia, quien no había estado en el almuerzo. Inmediatamente me dijo: - "Mamá yo estuve pensando y creo que para nosotros no hay problema si nos matan, porque estamos claros que nos vamos al Cielo" ¡Yo no podía creer lo que me estaba diciendo! Y entonces continuó: - "Pero lo que sí creo mamá es que tenemos que aprovechar mucho este tiempo que nos toca vivir para ‘crecer mucho para adentro' y sobre todo para que mis hermanos y yo estudiemos y nos formemos lo mejor que podamos porque si logramos sobrevivir a esto nos tocará un trabajo muy duro para poder reconstruir este país".
¿Qué más quieren que les diga? Que el que actúa de cara a Dios siempre vive en paz, aún en las peores circunstancias. Que si vivimos pegados a Él y a la Santísima Virgen sacamos fuerza de donde nunca pensamos que la vamos a sacar.
Hoy le pido a San José, aprovechando que es su fiesta, que nos ayude a tantos padres y madres venezolanos que estamos viviendo momentos verdaderamente duros, para que podamos proteger a nuestros hijos así como él protegió al Niño Jesús cuando Dios se lo pidió.
Que Dios se apiade de nosotros y que la Santísima Virgen de Coromoto nos cubra con su manto y no permita más violencia en nuestra Tierra de Gracia ¡Qué ilumine a nuestras autoridades y a todos quienes los apoyan (de una u otra manera) para que se ponga fin a esta tragedia que estamos viviendo!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140319/escondanse-bien
En distintas zonas del país estos motorizados han estado amenazando y disparando cerca de iglesias, colegios, edificios, oficinas, urbanizaciones, etc. y varias personas han muerto producto de estos ataques. Y no hay forma ni manera que el gobierno desarme a esta gente. Particularmente pienso que de nada sirve una mesa de diálogo o de paz, si no se desarma primero a estos grupos. La iglesia en reiteradas ocasiones le ha pedido al gobierno el desarme inmediato de esos colectivos pero pareciera que lo que nuestros pastores dicen les entra por un oído y les sale por el otro.
Entonces ¿qué podemos hacer ante tanta anarquía y falta de protección por parte de las autoridades? Esa pregunta yo se la hice a mi director espiritual. Y además le dije: "Padre, nos sentimos totalmente desprotegidos. Dígame ¿qué hacemos si los colectivos armados nos vienen a atacar? ¿Nos dejamos matar?" Y su respuesta fue la siguiente: "¡No! ustedes se esconden muy bien". Entonces en la noche yo le preguntaba a mi esposo: "¿Y dónde nos vamos a esconder? ¿Con seis muchachos?" Mi esposo no me supo responder.
A mi me escribe gente de muchas partes del mundo. Hoy quiero pedirle a quienes hayan vivido en una guerra o en una situación parecida a la que estamos viviendo, que por favor me escriban qué hicieron ellos para poder sobrevivir en esa situación. Ojalá me puedan dar consejos prácticos, eso sí consejos pacíficos porque conmigo no va nada de disparar, matar, odiar, etc. A mí me matarán arrodillada rezando. Pero allá el que me dispare o le dispare a mi esposo, a un hijo, a un familiar, amigo o a un hermano venezolano, porque esa pobre persona (y los cómplices callados que han permitido esta tremenda desgracia) tendrán que rendir mucha cuenta a Dios.
A nosotros nada nos va a quitar la paz. No le tenemos miedo a nada ni a nadie porque estamos en paz con Dios y con nuestro prójimo. Eso sí, pido consejos para ver si puedo alargar un poco más la vida de mi familia y cumplir las ordenes de mi director espiritual de que nos escondamos muy bien.
Mientras tanto yo voy preparando el terreno para continuar mi vida de esposa y madre en esta patria que amo con todo mi corazón. El sábado pasado, luego de almorzar en familia mi esposo, yo y cinco de mis hijos, me paré de la silla y les pedí mucha atención a lo que les iba a decir. Les dije que estábamos viviendo momentos muy duros y que esto se podría poner mucho peor. Que tenían que aprovechar este momento para estudiar como nunca antes y que no podían perder ni un segundo de su tiempo. Que teníamos que ser cada día mejores hijos de Dios y llevar alegría y esperanza a los demás. Que tenían que rezar mucho para ser muy fuertes. Y después les dije: - "Y si nos llegan a matar ¡No importa!". Inmediatamente me contestaron: - "¡Sí, mamá!". – "¿Y por qué no importa?", les pregunté. Y al unísono respondieron: -"Porque nos vamos al Cielo". Entonces a mí se me "agüó el guarapo" y ¡sin una lágrima en los ojos! les dije: "Y allá nos veremos de nuevo".
Como a la hora recibí una llamada de mi hijo mayor que vive en Valencia, quien no había estado en el almuerzo. Inmediatamente me dijo: - "Mamá yo estuve pensando y creo que para nosotros no hay problema si nos matan, porque estamos claros que nos vamos al Cielo" ¡Yo no podía creer lo que me estaba diciendo! Y entonces continuó: - "Pero lo que sí creo mamá es que tenemos que aprovechar mucho este tiempo que nos toca vivir para ‘crecer mucho para adentro' y sobre todo para que mis hermanos y yo estudiemos y nos formemos lo mejor que podamos porque si logramos sobrevivir a esto nos tocará un trabajo muy duro para poder reconstruir este país".
¿Qué más quieren que les diga? Que el que actúa de cara a Dios siempre vive en paz, aún en las peores circunstancias. Que si vivimos pegados a Él y a la Santísima Virgen sacamos fuerza de donde nunca pensamos que la vamos a sacar.
Hoy le pido a San José, aprovechando que es su fiesta, que nos ayude a tantos padres y madres venezolanos que estamos viviendo momentos verdaderamente duros, para que podamos proteger a nuestros hijos así como él protegió al Niño Jesús cuando Dios se lo pidió.
Que Dios se apiade de nosotros y que la Santísima Virgen de Coromoto nos cubra con su manto y no permita más violencia en nuestra Tierra de Gracia ¡Qué ilumine a nuestras autoridades y a todos quienes los apoyan (de una u otra manera) para que se ponga fin a esta tragedia que estamos viviendo!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140319/escondanse-bien
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