Por
Jonatan Alzuru Aponte, 21/03/2014
La palabra
colectivo es el vocablo que tiene por objeto designar una forma de organización
comunitaria, con fines culturales, sociales y/o políticos. En Venezuela,
teóricamente, fue planteado en los inicios de los noventa por Rigoberto Lanz en
su libro Cuando Todo se Derrumba de 1991. Afirma el pensador:
“Colectivos que
produzcan un pensamiento alternativo frente a la crisis. Colectivos que
incentiven las iniciativas de los movimientos sociales. Colectivos que puedan
generar una nueva referencia política para el conjunto de las fuerzas
anti-capitalistas. (Abreviado simplemente COLECTIVOS) es una formulación
política que resume los rasgos y criterios que han sido indicados, en resumen:
1) Una determinada conciencia/sensibilidad frente al estado de cosas en nuestro
país. 2) Una relativa convergencia en relación con los fundamentos de la crisis
(del socialismo, del marxismo, de la izquierda). 3) Una relativa coincidencia
en relación con las tendencias observables en la lucha de clases a escala
mundial. 4) Reivindicación del contenido radical de los impulsos libertarios,
autogestionarios, democráticos, autonomistas de las luchas sociales en todas
sus escalas. 5) revalorización del papel esencial de la INVESTIGACIÓN MILITANTE
como ruptura radical con el modo de producción de conocimiento dominante. 6)
Necesidad de recrear formas de intervención acordes con la naturaleza de los
nuevos Movimientos Sociales. 7) Reconocimiento del papel cardinal de la
DISCUSIÓN en la construcción de un proyecto alternativo.
Podría
afirmarse que estos rasgos teóricos-políticos se han convertido en un
patrimonio común para muchos núcleos asistidos del mismo espíritu de búsqueda y
la misma voluntad de construcción. La dificultad más ostensible ha sido hasta
hoy encontrar un mecanismo que combine una cierta fuerza integradora y al mismo
tiempo preservar la diversidad (recuperando la complejidad de estos procesos).
COLECTIVOS puede ser en esta coyuntura un mecanismo adecuado para posibilitar
esos nuevos modos de concertación”. (Lanz, 1991: 192-193)
Tal forma de
organización se impulsó en estos catorce años, existiendo en Venezuela
diversos, distintos colectivos con propósitos y finalidades distintas. Ahora
bien, si los movimientos sociales, gremiales y partidos políticos, su
dirigencia, está buscando formas de dialogar para mostrarle a los seguidores de
las políticas gubernamentales que el actual gobierno ha tenido prácticas que
violan los derechos humanos, prácticas que violan el debido proceso, prácticas
no adecuadas para dirimir los conflictos políticos, es importante, sustancial,
adecuar el lenguaje. El lenguaje contribuye o no en la construcción
de espacios para dirimir las diferencias sin pasar la frontera de la política a
la guerra.
Debemos hacer
un esfuerzo para diferenciar los colectivos del hampa común que apoya al
gobierno y que, en la crisis actual han agredido, han actuado. Eso se percibe
claramente, en sus maneras de comportarse, en sus maneras de agredir, en sus
prácticas. También se tendría que diferenciar a los colectivos de bandas
armadas organizadas. Ambos grupos los hemos visto actuar con la mirada cómplice
de la Guardia Nacional en las redes sociales, en fotografía, o lo hemos vivido
en manifestaciones y en conjuntos residenciales.
No utilizar
adecuadamente los vocablos conlleva a que muchísimos miembros de colectivos
ecológicos, culturales, agrícolas, que desarrollan importantes trabajos
comunitarios se sientan ofendidos por el lenguaje de los diversos y distintos
dirigentes de la oposición. Quien actúa como un cuerpo parapolicial no
merece que se le llame colectivo, es darles un estatus sociopolítico que no
tienen y, simultáneamente, supone desvalorizar una forma de organización social efectiva y
eficiente de las comunidades.
El presente
configura las formas y maneras de relacionarnos en el futuro inmediato. La
responsabilidad de actuar, correctamente, en el presente es vital.
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