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martes, 1 de marzo de 2016

El diputado Aristóteles, por @CarlosRaulHer



Carlos Raúl Hernández 29 de febrero de 2016

Venezuela vive una situación extrema, una devastación que se profundiza hora a hora y de tremebundas prospectivas (¿predecibles?). En circunstancias tales, los seres humanos reaccionan con instintos, las pasiones se derraman, el odio y el temor predominan, marcan y envenenan la vida social. Destruyen la solidaridad, el respeto elemental de la convivencia y mucha gente se convierte en clon lenguaraz del espíritu revolucionario. En los mejores casos el odio se expresa con palabras, pero en otros con crímenes atroces. La vida sedesciviliza, predomina la agresión animal, y en ese regreso se reclama a los líderes con voz airada soluciones “rápidas”, “radicales”, propias de lo irracional y del estado de necesidad. Cuántas veces oímos que “este es un pueblo pasivo porque no hay una explosión social”, añoranza de los saqueos y matanzas del 27-28F.


Es la pérdida del sentido de la realidad, el caballo desbocado en parte de la ciudadanía. La desesperación mayor es de los sectores medios que imaginan saber lo que hay que hacer, generalmente inconveniencias y errores que -según pretenden- los líderes deberían asumir como bandera.

Si no lo hacen, serán verdugos verbales y se dedicarán a desacreditar a los dirigentes como ocurrió varias veces en esta larga historia de diecisiete años. Hasta ayer (¿hoy?) acusaban de colaboradores a los que consideraban que abstenerse era una extravagancia, y enfangaron la oposición a placer cuando nombró su miembro del CNE en diciembre 2014. Y a fecha de hoy por mucho que a los duros les suene música de ángeles, la proliferación de salidas políticas inejecutables -cada uno tira su serpentina- comienza a abonar en escepticismo y sensación de galleta mental.

Pajarracos negros

Que los pajarracos negros hablen mal de la Unidad es moneda de plomo, vale poco, como se demostró el 6D. Es un sin sentido condicionar estrategias abloggeros que dedican sus vidas pthirus a ello, para luego, al verse en ridículo, cambiar de posición sin dar explicaciones. Eso no importa. Lo que sí importa es que los dirigentes no se dejen llevar por la inundación, no sucumban a los exabruptos de las gradas, no giren en el remolino junto con automóviles, árboles, ganado y todo lo demás que arrastra la corriente. El caos mental se traslada de los líderes a las militancias y se hace masivo. Gente hasta hace poco cuerda, comienza a actuar como Don Quijote. La historia es que cada vez que la ansiedad se convierte en decisión política, la alternativa democrática se estrella. Si no hubiera sido por el paro, la secuela del 11 abril y la patinada titánica de la abstención-retiro 2005, estaríamos lejos de vivir esta pesadilla.

El país se ahoga en un deslave económico y social con el subsecuente espantajo de inestabilidad. Mientras los tres factores de poder no hablen, las propuestas constitucionales para cambiar el cuadro harán escala con o sin razón jurídica, en el TSJ. Y si fuera posible materializar alguna de ellas, o todas al mismo tiempo (¡) –deus ex machina– no sería antes de la elección de gobernadores.

Valdría continuar el proceso de acumulación de poder hacia las regionales y dejar marinando el impeachment que seguramente se autococinará en limón. En Etica Nicomaquea, Aristóteles dice que la prudencia, la sabiduría práctica es, con lejos, el factor más importante para la felicidad, porque enseña cuándo cuidar lo que se tiene y cuándo correr riesgos para vencer y mejorarlo…porque estamos sometidos a fuerzas fuera de nuestro control… el prudente decide gracias a la intuición cómo proceder correctamente, de acuerdo con las circunstancias…

¡Moverse con acierto!

… (la prudencia) es el tino para moverse con acierto y eso supone entender al otro, leer sus intenciones, comprender su situación. La racionalidad prudencial permite racionalizar lo irracional de nuestra acción, domesticarla. Uno debe lograr… que los deseos y la sensibilidad no obstaculicen la conquista de los fines, la incontinencia es lo que no deja controlar las pasiones y ellas arrollan, mientras la continencia da la fuerza (EN)… para torcerle el pescuezo a las emociones, dominarlas, e impedir que lleven al fracaso. Hay que trabajar en los planes pero el éxito depende en gran medida de factores externos que no controlamos. La prudencia es la hija legítima de la intuición y la razón práctica que indican “cuando afuera corre viento adverso y se debe reconocer la situación… ” y proteger la fuerza para el momento indicado. Quien desestima la prudencia tiene altas posibilidades de fracasar y no alcanzar los objetivos.

Es momento de llamar a la calle, pero no en ese sentido cusurro, como perturbación del orden público. La calle es crear un movimientos nacional, hacer participar masivamente las organizaciones sociales, gremios, profesionales, empresariales, trabajadores, en todos los rincones del país, en el análisis de las alternativas para salir de la crisis y las propuestas a los varios niveles de Gobierno. Es notorio el sistemático y terco trabajo, por ejemplo, de la diputada Laidy Gómez en una zona tan delicada como el borde tachirense, su denuncia de las atrocidades producto del cierre fronterizo, su contacto diario con la ciudadanía de la región. Así hay muchos parlamentarios en acción de calle, en el buen sentido de la palabra.

Carlos Raúl Hernández

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