Elvia Gómez 23 de agosto de 2017
Entrevista a Alexis Alzuru
El filósofo y politólogo advierte sobre la
alta probabilidad de que antes de las elecciones de gobernadores se produzca en
Venezuela un golpe de Estado por parte del sector anticubano de la Fuerza
Armada, quizás liderado por Diosdado Cabello. De no producirse, sería porque la
infiltración del sector militar es mucho mayor de lo que se supone y el futuro
del país sería tan sombrío como el de Cuba. El sector anticubano, explicó
Alzuru, recibió “luz verde” de parte de Donald Trump para actuar, y de allí la
gira de cinco días que emprendió Mike Pence por Colombia, Argentina, Chile y
Panamá, en la búsqueda de apoyo para un gobierno de transición cívico-militar,
que incluiría a Leopoldo López, pero no al resto de la MUD.
Doctor
en Filosofía y en Ciencia Políticas, egresado de la UCAB y docente de la UCV,
Alexis Alzuru con frecuencia ha recorrido en sus análisis de la realidad
política nacional senderos poco concurridos. También, con frecuencia, sus
vaticinios –que él subraya son hipótesis de trabajo basadas en la observación–
han tenido constatación en los hechos, no exactamente para el bien del país.
A días
de dejar Venezuela por un tiempo prolongado e indeterminado, Alzuru compartió
sus observaciones con PolítiKa UCAB.
Ellas le llevan a estar convencido de que antes de las elecciones para
gobernadores de octubre, se producirá un golpe de Estado por parte del sector
militar anticubano. Pero, si no se produce “es porque la pelea la ganó el
sector procubano y madurista”.
“Este
golpe por parte de los cubanos ya se consumó con la instalación de la Asamblea
Nacional Constituyente, que está legislando y actuando. Su saldo fueron más de
130 venezolanos muertos, 15.000 heridos, más de 1.000 detenidos, la destitución
de la Fiscal General y el proceso de encarcelamiento contra líderes de
oposición (…) Ese duelo entre los militares venezolanos está en desarrollo y el
otro sector militar recibió ‘luz verde’ por parte de Donald Trump para que
actúen”.
Alzuru
explicó que lo que la mayoría interpretó como una bravuconada del presidente de
Estados Unidos, para él fue “un mensaje cifrado a ese sector militar que
estaría en capacidad, o al menos dispuesto, a enfrentar la cubanización del
país. EEUU no intervendrá directamente, pero sí le tendió la alfombra a los
militares para que actúen sin temor a resultar cuestionados, sancionados o
aislados por Occidente”. Esa sería, dijo, la justificación para la gira de
cinco días que emprendió de inmediato el Vicepresidente Mike Pence, por
Colombia, Argentina, Chile y Panamá.
“Después
de cuatro meses de protestas de calle, el terreno político se ha despejado para
que se concrete la pelea final por el poder dentro de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana. Salieron del terreno todos aquellos actores secundarios y se
suspendieron las actividades que podrían perturbar el duelo”.
–Desde
que se produjo la amenaza de Donald Trump de una acción militar contra el
Gobierno de Nicolás Maduro, las interpretaciones van en un sentido muy distinto
al que usted dice. ¿En qué basa esa hipótesis?
– En
las Ciencias Sociales las conjeturas lo son hasta que se corroboran. Ahorita
hay un mar de interpretaciones que recorren el mismo trayecto de forma lineal,
dicen más o menos lo mismo que siempre se ha dicho: “Estos gringos no aprenden
y creen que Venezuela es un patio trasero…”, pero yo no puedo pensar, después
de todo lo ocurrido, que la conducta de los norteamericanos sea la misma, que
lo de Trump fue una bravuconada. Yo no creo que aquí se vaya a repetir lo de
Panamá (contra Manuel Noriega en 1989), es poco probable, pero sí creo que
después de las declaraciones de Donald Trump y lo que viene haciendo el
Vicepresidente Mike Pence sería mucho más “potable” para Venezuela, y para
América Latina, un golpe de Estado dado por militares venezolanos que una
invasión directa de EEUU. No creo que ellos van a intervenir directamente, sino
que le dan luz verde a un sector de la FANB para que actúe.
–¿De
qué corriente serían esos militares que usted avizora en plan de golpe de
Estado?
–Trump
le está despejando el terreno a militares venezolanos de derecha. No sé si es
el grupo de Diosdado Cabello, no lo descartaría. No sé si es una derecha
pinochetista. El punto uno de la agenda de Mike Pence fue Venezuela, eso se vio
en Colombia, Argentina, Chile y Panamá. Me sorprendió mucho la declaración de
Michelle Bachelet después de la entrevista con el Vicepresidente de EEUU,
porque ella dijo a quemarropa: “Nosotros no apoyaríamos un golpe de Estado”,
ella fraseó otra cosa. Por eso, cuando comienzo a reconstruir los hechos,
pienso que un sector militar necesitaba que le dieran ciertas garantías para
avanzar, garantías de que la comunidad internacional, sobre todo sus vecinos,
no los vayan a aislar. En ese sentido la labor de EEUU ha sido expedita.
–La
oposición ya rechazó la amenaza militar de Trump.
–Hay
un dato de la realidad y es que nosotros estamos colonizados por Cuba desde
1998. ¿Eso justifica una intervención? Ese no es el punto, el punto es que, por
ejemplo, Henri Falcón habló de nacionalismo –de una manera ingenua o estúpida–
en un país colonizado. Si se silenciaron frente a un proceso creciente de
dominación, cómo van a objetar que otros países opinen sobre Venezuela. Han
permitido que otros intervengan y dominen de manera brutal, pero la declaración
de Falcón lo que hace es recrear un argumento de los años 60. El mundo es muy distinto
ahora y la política está globalizada por completo, hay limitaciones, pero
también hay una dinámica en las democracias occidentales que tienen todo el
derecho de generar una narrativa para defender sus valores y opera un “cordón”
sobre el sistema de DDHH. Ese es el abecé de la política contemporánea. Lo que
me sorprende es que políticos de oposición y esa izquierda anclada en el
pasado, piensen que estamos en otro mundo. No, estamos en el siglo XXI, pero
muchos siguen en la primera mitad del siglo XX. Ese es el drama de Venezuela.
La política en democracia no se trata de cerrar los ojos frente al que vulnera
las reglas del juego, las democracias operan para defenderse frente a
sujetos como Nicolás Maduro, frente a regímenes como Cuba, que son depredadores
de la democracia y de los valores más básicos del ser humano.
–¿Hay
dentro de la FANB un sector con la potencialidad para dar un golpe de Estado
con éxito?
– Yo
no tengo datos para decir que lo haya, sino que el mensaje de Trump solo tiene
sentido si tiene un interlocutor que no es la sociedad civil, sino los
militares. Yo sí creo que dentro de la FANB hay gente que repudia el
colonialismo cubano, no lo dudo. No dudo que haya militares chavistas a los que
les da escozor y asco estar sometidos por un grupo de militares cubanos. Eso es
un asunto de dignidad. Para doblegarte frente a un país extranjero tienes que
haber perdido todo sentido de propiedad, tu respeto a ti mismo. Me imagino que
más allá del asunto político e ideológico, el nervio que le tocaron a la
FANB es estrictamente de carácter moral. Por eso el mensaje de Trump lo conecto
con ese nervio maltratado durante 18 años. Ese señor les está mandando un
mensaje: “Les estoy dando luz verde, actúen, que los vamos a apoyar”. Apoyar no
significa necesariamente que van a intervenir, sino que van a aceptar un
gobierno de transición cívico-militar. ¿De militares cercanos a Diosdado
Cabello? ¿Por qué no? Si Cabello les garantiza sacar a los cubanos y a todos
estos grupos delictivos internacionales, políticos y de delincuencia clásica:
narcotráfico, lavado de dinero, terrorista.
–¿Eso
podría explicar porqué Diosdado Cabello y Vladimir Padrino todavía no están en
la lista de sancionados del Departamento del Tesoro?
–La
pelea con Cuba no es cualquier pelea, esa es una pelea muy difícil de dar y muy
difícil de ganar. Si Diosdado Cabello es el que nos va a sacar de estos
cubanos, bienvenido sea, e iremos a una junta cívico militar y luego veremos
cómo nos arreglamos los venezolanos con los venezolanos.
–En un
hipotético gobierno cívico-militar la MUD tendría un espacio?
–No
creo que hubiera lugar para toda la MUD, habría lugar para pocos. De la lectura
que he hecho de los acontecimientos de las últimas cuatro semanas, me da la
impresión de que hay una conexión más sofisticada con el silencio que guarda
Leopoldo López. No puede ser nada más porque le dijeron que tenía que callarse
la boca, creo que el silencio de López está asociado al mensaje de Trump y a
las posibilidades de que aquí haya un golpe militar. Los ejercicios
interpretativos son para armar esa película. Yo no dudo de que quien va a estar
en esa mesa es López, las declaraciones de EEUU sobre él fueron muy claras. No
me extrañaría que hubiera un acuerdo tácito entre Leopoldo López y Diosdado
Cabello, porque hubo unos acuerdos de lo que los venezolanos no estamos al
tanto, pero los hechos arrojan datos concretos. Diosdado está gerenciando un
proceso en el que uno no tiene muy claro cuál es su lugar y Leopoldo López está
silenciado, como quien dice: “Yo no voy a perturbar más”. Eso no se compagina
con su histórico de los últimos cuatro años, su silencio es incoherente. Eso
coincide con dos hechos claves: 1) Se calló a la calle y 2) Al resto de la MUD
la meten en el proceso electoral; pero los protagonistas de este otro proceso
es la FANB, necesariamente, porque Maduro no tiene legitimidad política ni
militar. La legitimidad militar está asociada a la constituyente, no a Maduro.
–¿Para
usted Leopoldo López enfrió la calle a propósito?
–Había
un actor que tenía encendida la calle, sale de la cárcel y días más tarde se fue
apagando. Ese actor se convirtió en un mudo que le dijo a sus aliados: no
perturbemos. “Este es un asunto de otro calibre, esto corre por otro carril”,
es lo que yo entiendo que López dijo, y eso tiene su propia dinámica. Hay dos
actores fundamentales: la FANB y Diosdado Cabello, por un lado; por el otro
están Maduro y el grupo que trabaja alrededor de Cuba, aunque ahí flotan otros
grupos. Hay datos ciertos de todos los movimientos del Medio Oriente, países
árabes. Aquí hay data dura sobre la presencia de gente de Hezbollah en
Venezuela.
–Fue
lo que dijo Mike Pompeo, el director de la CIA, días atrás.
–Exactamente.
Hay data dura de eso. Han dado pasaportes, ha habido nacionalizaciones de
libios y sirios; el Vicepresidente Tareck El Aissami tiene vínculos claros, su
padre fue dirigente del partido del presidente de Siria. Hay una data oficial y
confirmable que indica que hay una cantidad de grupos que están muy metidos en
la política del Medio Oriente y el terrorismo internacional. Entonces,
Cuba es una cabeza de playa alrededor de la cual flotan una cantidad de grupos
del Medio Oriente, además de todo lo que significan las FARC. Esa relación con
el gobierno chavista se inició en 1998 de manera oficial, en términos
institucionales y financieros. Está el caso de Rodrigo Granda, ya en 2004
estaba residenciado en Venezuela y eso está enlazado con el asalto al Fuerte
Paramacay. Ese militar retirado en el año 2004 (el capitán
Juan Caguaripano Scott) participó en el secuestro de Rodrigo Granda,
en común acuerdo con la Inteligencia colombiana y con Álvaro Uribe. Cuando uno
ata cabos, uno se da cuenta de que aquí hay cosas extrañas. Un señor que
participó de ese proceso (el “secuestro” en Caracas de Granda en 2005), que se
fue a EEUU y Colombia, es el que participa en este asalto a un fuerte militar.
¿Es un infiltrado solamente o son cosas asociadas con el silencio de Leopoldo
López o esta declaración de Padrino López la noche del 30 de julio, cuando en
un mensaje a la nación dijo: de aquí en adelante nosotros vamos a tomar
decisiones, básicamente para calmar a la República. La declaración de Padrino
López no fue de la un ministro de la Defensa, su mensaje era político, ¿y era
para quién? Para los militares, claramente. El actor fundamental ahorita no es
la MUD, ni siquiera es el PSUV, son los militares que están callados viendo
cómo resuelven este asunto entre ellos y la única forma en que pueden es por la
fuerza, porque los militares venezolanos son muy limitados en términos
argumentativos.
–Supongamos
que su hipótesis se cumple: hay un golpe que tiene éxito y tiene reconocimiento
internacional. Eso sería una estabilización de Venezuela, pero no su
democratización.
–En
las Ciencias Sociales las hipótesis no son abiertas, se hace una predicción
bajo ciertas condiciones, por eso creo que al tema Trump y al tema militar hay
que ponerle fechas. Creo que aquí están dadas las condiciones que estoy
observando: el silencio de Leopoldo López, cuyo juego uno no sabe cuál es, el
apagón de la calle, el caramelo que se le da a la oposición para que se
entretenga en la dinámica electoral y el PSUV saca del juego a una cantidad
enorme de actores. Todo restringe el juego a los verdaderos protagonistas que
son la FANB, ella contra ella misma. Están el sector chavista y el sector
cubano chavista que está concentrado en Miraflores, con su grupo satélite, y el
actor flotante que es Diosdado Cabello, que uno no sabe cómo ubicar. En ese
cuadro hay una fecha fundamental: octubre, antes de las elecciones regionales.
Aquí el asunto militar se va a resolver, o bien porque se silencian –ni
siquiera se van a batir a tiros– y tendremos que asumir que ganó la pelea el
poder cubano porque los militares están más infiltrados de lo que podíamos
presumir; o antes de las elecciones regionales aquí hay un golpe de Estado.
–¿Y
qué papel le quedaría entonces jugar a la mayoría de la oposición?
–Creo
que la oposición se quedó sin el chivo y sin el mecate. Hablo de la oposición
mayoritaria, la que se desbocó por ir a un proceso electoral. Entre un voto
genuflexo y la guerra irracional que se declaró en abril hay un abanico de
acciones que la oposición, incluso hoy día, pudo haber activado antes de
desbocarse frente a unas elecciones que dice que va a ganar, ¡pero cómo las
va a ganar si la calle la enfrió Leopoldo López! Yo contrasto la
posición de López contra su propia conducta, eso tiene una implicación política
muy definida que es mantener la calle en silencio. Los partidos de la MUD están
en una fiesta, pero al lado se está montando otra fiesta por el poder a la que
no están siendo invitados. Ellos fueron invitados a una fiesta de simulacro,
que son las regionales.
–Insisto:
¿Qué pasaría con la posibilidad de democratización para el país si un golpe de
Estado con esas características tuviera éxito?
–Habría
un Gobierno de transición con Diosdado Cabello al frente. Aquí se trata de
escoger entre el modelo cubano o el chino, y lo más importante va a ser lo que
diga América Latina. Donald Trump mandó a Mike Pence a visitar los países que
pueden tener incidencia aquí en un escenario luego del golpe de Estado. Si
América Latina cierra filas para sacar a Cuba de Venezuela, no me extrañaría
que acompañaran una transición con Diosdado Cabello al frente. Creo que Cabello
pasaría una factura alta de cuánto tiempo le tocaría en el poder, supongo que
no pediría menos de 20 años. Venezuela tendría una democracia precaria, la
gente tendría una canasta de beneficios, estabilidad económica al estilo del
gobierno de Pinochet, donde el poder lo tendría la oposición chavista y la MUD quedaría
reducida al papel que tuvieron URD y el MEP en el período antes de Chávez: unos
partidos simbólicos. Ahora, si se impone el modelo cubano con Maduro, las
comunas tendrán carácter constitucional, vendrán elecciones de segundo grado,
el voto secreto y universal se elimina. Hoy estamos en un Estado autoritario
que no teníamos en abril y que se impuso con un golpe silencioso. Si se imponen
los cubanos, las pocas ventanas que le van a quedar a los venezolanos, como en
Cuba, serán las drogas, el alcohol y la prostitución. Al menos en China hay
algunas libertades económicas y algunas ventanas de derechos civiles.
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