Luis Manuel Esculpi 29 de agosto de 2017
@lmesculpi
Si
asumiéramos la frase que el filósofo y dirigente político italiano Antonio
Gramsci, selecciono para identificar el semanario L’Ordine Nuovo; “La verdad
siempre es revolucionaria”, concluiríamos en que estamos en presencia de un
régimen que puede ser calificado de cualquier forma menos de revolucionario.
La
falacia es una de las característica consustanciales del gobierno, su política
comunicacional es la evidencia más notable de una conducta reñida y contraria
a la verdad. Una cosa es la propaganda y otra la realidad. El comportamiento mendaz no les causa el
menor rubor. Los principios de la propaganda
desarrollados por Goebbels no les son ajenos. En esa área los polos
también coinciden, la propaganda stalinista se asemeja a las técnicas empleadas
por el ministro de Hitler. No solo recurren a la modalidad que recomienda su
frase más difundida en cuanto a la repetición de una mentira, apelan igualmente
a otras de sus recomendaciones.
Asignarle
al adversario las carencias errores y defectos que le son propios, negando la
información que no les favorece y generando otras para distraer la atención,
constituyen consejas típicas de la
propaganda nazi. La repetición incesante de un pequeño grupo de ideas,
enfocadas desde diferentes ángulos, pero siempre convergiendo en una misma
dirección sin disonancias y convertir
cualquier suceso intrascendente en una amenaza real, entre otras, son
particularidades de esa propaganda.
” Hay
que hacer creer al pueblo que él hambre, la sed, las escasez y las enfermedades
son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestro simpatizantes se lo
repitan en todo momento…” esa frase atribuida a Goebbels en la primera mitad
del siglo pasado, bien pudiera ser pronunciada por un vocero del actual tren
gubernamental, para responsabilizar a la “guerra económica” de la gravísima
crisis económica y social que hoy confrontamos.
Cuando
como quien funge de presidenta de la ilegítima instancia constituida culpa al
“bloqueo” de la carencia de alimentos y medicinas, pretende hacernos creer que
la escasez es de fecha muy reciente. Cuando entre los principales promotores de
la “ley contra el odio” figuran Diosdado Cabello y Mario Silva y el primero
anuncia que “habrá sanciones ejemplarizantes” para quienes llamen a la
violencia, es inevitable que recordemos los principios, recomendaciones y
consejas del ministro hitleriano.
La
flamante presidente de la ilegítima también declaró que la fulana ley
establecerá responsabilidades en torno a los medios de comunicación, por
supuesto que sí establecen sanciones, de ellas sería exonerado el canal del
gobierno, el canal 8 donde su programación, en especial los programas de
opinión, son promotores de una campaña permanente de burla, agresión y odio.
El
cierre de 49 medios de comunicación en lo que va de año y más recientemente de
las emisoras 92.9 Tu FM y Mágica 99.1 junto a la salida de los canales
colombianos de la televisión por cable, evidencian una práctica típica de los
regímenes autoritarios, cercenando la libre expresión de la ideas y de opinión,
pretendiendo falsear la realidad a través del empleo masivo de propaganda por
los diversos canales dominados por ellos.
Si
bien es cierto que esos regímenes basados en la falacia han podido perdurar
ucierto tiempo, la mentira no es eterna, también es verdad que se desvanecen
cuando ya lo mendaz no se puede sostener, se manifiesta entonces una mayoría en
contra, así lo demuestra la experiencia histórica. Venezuela no será la
excepción.
La conducción
de la nueva mayoría debe encausar el inmenso descontento existente en la
sociedad, desenmascarar al régimen y superando sus limitaciones despejar la
ruta para alcanzar los objetivos propuestos.
Esa es su más importante y trascendental tarea. Al igual que en otros
momentos de esta lucha, se superarán las
dificultades actuales y se emprenderá un camino que debe conducir al cambio
político. Perseverando con firmeza y aplomo en la acción, será posible lograr el
renacer de la confianza en el porvenir.
@lmesculpi
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