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martes, 22 de agosto de 2017

Del “por ahora” al sálvese quien pueda, @JesusAlexisGo10



Por Jesús Alexis González, 21/08/2017

Sálvese quien pueda, hace referencia a una famosa comedia cargada de enredos y malos entendidos que se desarrolla en una Clínica, y  culmina con un final inesperado inducido por circunstancias imprevistas originadas por confusiones emanadas de la intención de los involucrados de evitar que los “secretos” de la Clínica quedasen al descubierto. Dicha expresión ha trascendido en el tiempo para dar a entender que no se puede evitar un peligro inminente.

El tránsito hacia la  destrucción de Venezuela (de viable recuperación con otra conducción), fue facilitado por la actuación incrédula de muchos y por la anuencia acomodaticia de otros tantos en relación al avance comunista al punto que el 12/Jun/2012 la pre-dictadura revolucionaria presentó un Programa de Gobierno en aras de “darle rostro y sentido a la Patria Socialista” pulverizando previamente, señalaron, la forma de Estado burgués y su formación socioeconómica de carácter capitalista en conjunto con el modelo rentista petrolero para dar paso a un modelo productivo socialista (¿?); siendo que cinco años después nos encontramos sin lo uno y sin lo otro. Tal abstracta orientación de gobierno, se dio a conocer como la Propuesta del Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana 2013-2019, que en lo especifico de la materia económica enfatiza en el “manejo soberano del ingreso nacional para emplearlo en los objetivos socialistas” en función de construir, sostienen, un nuevo tejido productivo basado en innovadoras relaciones sociales de producción para impulsar y consolidar una economía productiva, redistributiva, post-rentista y post-capitalista (¿?) sustentada en la propiedad pública, social y colectiva de los medios de producción. De igual modo, afirman, estructuraran un sistema de integración de las redes productivas para potenciar el aparato productivo nacional en pro de fortalecer un “sistema de distribución directa de los insumos y productos de consumo final” (¿Clap?) a través de cadenas de distribución Estatales, Comunales y Mixtas, en el marco de un Sistema Económico Comunal en armonía con un tejido productivo diversificado y sustentable para garantizar en desarrollo nacional (¿?). Hoy, con nostalgia retrospectiva, a muchos les embarga una rabiosa insatisfacción por haber sostenido que todos esos planteamientos socialistas de corte dictatorial no pasaban de ser una amenaza para intentar mantener  atemorizado y acorralado cualquier pensamiento en  contra de la revolución, incluida la paralización conductual generada  por el terror  propiciado por la maquinaria comunista con injerencia cubana; pero que en todo caso nuestro país, sostenían con “grito silencioso”, no vería nunca tal atrocidad contra la libertad habida cuenta del “talante democrático del venezolano” ahora amparados, decían, por la Constitución Nacional de 1999, la “mejor del mundo” según  alardeaban los “revolucionarios”, por  contar con el “derecho de autorde Hugo Chávez Frías y por tanto como él mismo sostenía: dentro de la Constitución todo fuera de ella nada; y como en efecto es ni el socialismo y mucho menos el comunismo aparecen mencionados en el texto Constitucional.

La ausencia de un modelo económico durante el desastroso período chavista-madurista-militarista-cubanizado, se ha traducido en una desatención a la verdad incontrovertible en cuanto a que el crecimiento económico es el resultado de un aumento continuo de la actividad del aparato productivo en concordancia con una mejora en el nivel de empleo con evidente efecto en la disminución de la pobreza y del hambre, ante la presencia de un equilibrio en las variables micro y macroeconómicas puestas al servicio de los seres humanos y sus necesidades a la luz de la creación persistente de  trabajo decente y digno con obvia repercusión en la elevación del nivel y calidad de vida. El “por ahora” en Venezuela, es un claro reflejo de como un grupo que fracasó en su intento de alcanzar el poder mediante un golpe de Estado pudo luego asumirlo gracias a un proceso electoral transparente y constitucional sin haber abandonado mentalmente la inquietud golpista ni tampoco incorporado al sendero democrático; pero haciendo uso de un populismo de aparente “rescate” social que centró su estrategia en impulsar la percepción en los menos favorecidos de su incorporación a la sociedad civil , bajo el discurso de estar elevando la atención y dignidad de los pobres al ¡tiempo de mantenerlos en la pobreza! Cínica falsedad que dieciocho años después sigue siendo el  “único programa de gobierno” del socialismo petrolero, ahora en manifiesta decadencia ante la caída tanto del volumen de producción como del precio promedio internacional de los hidrocarburos, a la par de un sector no petrolero de la economía prácticamente paralizado; o lo que es lo mismo: un programa de gobierno sin petróleo y sin producción interna, apenas subsistiendo mediante la emisión de dinero inorgánico en “complicidad” con una atormentante estanflación (estancamiento e inflación).

Ha de llamarnos profundamente la atención, el dictatorial deseo de los ex golpistas por perpetuarse en el poder a sangre y represión siendo que no han perfilado  alguna imagen-objetivo de crecimiento y desarrollo económico que “aspiren alcanzar” en favor de la población,  lo cual facilita suponer la existencia de intenciones soterradas alejadas del bienestar ciudadano, como  bien lo “cuantifica” el Índice de Calidad Institucional (ICI) difundido en Mayo 2017 por el Centro de Investigación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), que ubica a Venezuela entre los 25 países con la peor institucionalidad del mundo habida cuenta que sus instituciones (obviamente) tanto políticas como de mercado son las más débiles y viciadas de toda América Latina; al punto de situarnos a nivel mundial en el puesto 184 entre 191 países por debajo entre otros de Siria, Zimbabue y Cuba (¡sin comentarios!) con el agravante que en los últimos veinte años (toda la etapa de la “revolución”) hemos caído 75 puestos en calidad institucional. Vale citar, que ICI pondera ocho indicadores: 1.- Estado de Derecho, 2.- “Haciendo Negocios”, 3.- Voz, 4.- Rendición de cuentas, 5.- Libertad de prensa, 6.- Percepción de corrupción, 7.- Competitividad global, y 8.- Índices de libertad económica.

Reflexión final: El pueblo venezolano contrario a la intención dictatorial comunista (más del 80%), igualmente se siente  desorientado en cuanto a cómo impedir esa aspiración totalitaria (sobre el qué no existe duda alguna) al punto de encontrarse en un “sálvese quien pueda” vinculado con la percepción de estar en un escenario de peligro inminente (no necesariamente inevitable) en nada relacionado con un “deseo” de huir aterrorizados o decepcionados.  A tenor de esto último, hemos de asumir la existencia de un peligro inminente de doble entrada: 1.- Avance de la dictadura; 2.- Repliegue de los demócratas. Siendo así, debemos deslastrarnos de la cómoda externalidad: la culpa es de otros, y tomar el camino que nos ofrece el Art. 5 Constitucional: La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución (…).


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