La Razón 24 de agosto de 2017
¿Cree
que las acusaciones que lanzó la ex fiscal Luisa Ortega pueden tambalear al
Gobierno de Maduro? ¿Es Luisa Ortega la mayor amenaza para el régimen?
–Yo creo que es un punto menos en el rápido descenso de legitimidad del régimen. No obstante, no creo que ello produzca, por sí solo, una crisis terminal. Probablemente en la madeja de la corrupción están enredados muchos miembros del alto mando militar y ellos tienen la palabra final. No nos olvidemos de que, desde hace ya tiempo, la dictadura de Maduro es una dictadura militar con una muy delgada fachada civil. No creo que Luisa Ortega Díaz sea por el momento la principal amenaza, aunque no deja de ser un factor de desgaste en una ya desgastada dictadura.
¿Representa
Luisa Ortega a los disidentes del chavismo? ¿Quiénes formarían esta corriente y
por qué se oponen ahora a Maduro?
–Los
representa parcialmente. Pero aquí tenemos que distinguir cuatro esferas en esa
disidencia. Uno: los militantes antimaduristas en rebelión formados, sobre
todo, por algunos sectores intelectuales. Para ellos, Luisa Ortega es una
figura política con formato de líder, representante muy genuina del chavismo de
Chávez y, por cierto, promotora de una posibilidad para crear una fuerza
política que continúe lo que ellos llaman «el legado de Chávez». Dos: los
maduristas descontentos dentro del PSUV, cuya magnitud es difícil de evaluar.
Tres: la clientela (empleados del Estado, miembros de las misiones chavistas).
Y cuatro: el electorado. Y bien, creo que es en la última esfera, la del
electorado, donde el régimen acusará los principales golpes. Razón por la cual,
o se verá obligado a suspender las elecciones regionales fijadas para octubre
(abriendo un nuevo flanco para ser atacado por la oposición internacional y
nacional) o recibirá una derrota apocalíptica que le obligará a negociar su
salida.
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