Editorial
ANALÍTICA
¿Cuál es la cara de una
sociedad que permite que cada día sean más los niños de la calle? ¿De quién es
la culpa? ¿Es de los gobernantes o de los ciudadanos que los eligieron y los
mantienen en el poder sin eficientes niveles de exigencia? ¿Es del sector
privado, que no se ha integrado de manera activa a ayudar, junto a los
gobernantes de turno? ¿Es de cada uno de los ciudadanos del país, que no buscan
maneras de organizarse para colaborar, pues piensan que ese problema no es de
ellos sino de otros? Siempre, lamentablemente, habrá más preguntas
que respuestas y, en este caso particular, muchos culpables y pocos dolientes.
¿Cómo resolver estas
interrogantes y encontrar posibles soluciones? Nuestros niños tampoco consiguen
respuestas: no entienden por qué no tienen a dónde ir ni qué comer, no
entienden por qué nadie los protege, no saben si la culpa es del Gobierno o de
su sociedad, pues aún no comprenden la diferencia entre quienes administran lo
público y quienes son administrados. Pero, ¿nuestra sociedad sí entiende esa
diferencia? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a comprometernos para cambiar esa
realidad, que afecta cada día a más miradas inocentes?
Hoy tenemos el futuro de esos
niños, que es el de Venezuela, en nuestras manos. Ojalá que se encuentren los
caminos para que todos los sectores y personas unan esfuerzos, para generar más
acciones que preguntas no respondidas. Ojalá exista un enfoque para
aportar en lugar de culpar, de manera de atender a esos pequeños venezolanos
carentes de malicia, quienes ya no pueden esperar más.
30-08-17
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