José López 21 de agosto de 2017
Los
venezolanos contemplamos con dolor y frustración como hemos transitado
erráticamente –una vez más- el camino para salir del miasma facho-bolivariano.
Ruta equivocada que fue impulsada por una oposición infantil y narcisista
amante de acciones efectistas y simbólicas. Bajo las consignas inmediatistas de
“calle y más calle”, “Maduro vete ya”, “elecciones generales”, “gobierno de
transición”, entre otras, esta oposición pirotécnica ha provocado otro
desastre, esta vez más doloroso y devastador que la lamentable “salida” del
2014.
Hoy
recordamos con dolor e indignación a los 115 guerreros del asfalto asesinados
por los esbirros uniformados o sicarios del régimen. A los miles de heridos, a
los cientos detenidos y los muchos torturados en las cámaras de tormento de la
Guardia Nacional (GN) y del SEBIN. Titanes anónimos que “armados de ideales
libertarios y con escudos de cartón se inmolaron ante una maquinaria militar
adoctrinada para vejar, maltratar, y asesinar a ciudadanos.
Esta
oposición efectista apeló a un tacticismo equivocado fundamentado en: i) Las
movilizaciones masivas y sostenidas de calle provocarían la salida del poder de
Maduro y su pandilla (como si el iletrado de Miraflores fuese un demócrata),
ii) El “calentamiento de la calle” generaría un “pronunciamiento de militares
institucionalistas” contra el régimen. Nada de ello ocurrió. Las trancas, los
plantones, paros y las horas cero no pudieron detener la instalación de una
ilegal y fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, ni mucho menos derrotar
al ungido Maduro y sus milicos facho-bolivarianos. Frente a la activación
anémica del artículo 350 de la Constitución -carente de poder militar- el
régimen se atrincheró y respondió con más atrocidades incluyendo el uso de
francotiradores en contra de los manifestantes, nuevas inhabilitaciones,
alcaldes destituidos y encarcelados, más presos políticos, así como razias
policiales en contra de barriadas y urbanizaciones.
Nadie
duda de las debilidades del régimen de Maduro y sus compinches, de la gravedad
de la crisis económico-social y política, de la corrupción, de la escasez de
alimentos y medicinas, de la ruina del aparato productivo nacional, del fracaso
de su modelo económico. Igualmente, del aislamiento y acorralamiento de régimen
internacionalmente (suspensión del Mercosur; condena de la Comunidad Europea;
Declaración de Lima). Sin embargo, pensar que Maduro y su grupete van entregar
el poder porque una mayoría proteste en las calles es una idea peregrina y
fuera de la realidad.
Lamentablemente
estos sectores de la oposición se han aprovechado de la desesperación e
ingenuidad política que priva en muchos venezolanos planteándole salidas
urgentes e inviables para desalojar del poder a Maduro y su combo. Ello sólo ha
servido y sigue sirviendo para estimular un vanguardismo suicida como quedó
demostrado con la “insurrección militar de Plaza Altamira”, el paro petrolero,
la abstención del 2005, la salida del 2014, y ahora este nuevo desastre
político.
Estos
generales del fracaso pretenden ahora transformarse en los inquisidores
moralistas del siglo XXI. Lejos de asumir autocríticamente sus recientes
desaciertos recurren al chantaje y descalificaciones (traidores,
colaboracionistas, etc.) contra todo aquel que promueve una política distinta a
la de ellos. Son los eternos practicantes de la anti-política que ahora
rechazan participar en cualquier consulta electoral, cuando en el 2016 exigían
la realización del referéndum revocatorio y las elecciones regionales.
Argumentan que i) hay que seguir en la calle a pesar de su fracaso y el
asesinato de 115 jóvenes y ii) con la participación en las regionales se
convalida al nefasto Consejo Nacional Electoral, a pesar de que su composición
es la misma que en el año 2016 cuando estaban dispuestos a participar. Se
niegan tercamente aceptar que “la calle per se” se agotó como forma de lucha y
que es hora de retomar otros escenarios como la participación electoral.
Rechazan inexplicablemente evaluar los costos/beneficios de la táctica política
planteada.
Son
los tradicionales abstencionistas del pasado que cifran sus esperanzas en un
fantasioso “pronunciamiento militar” o una ansiada “invasión de los Marines” de
Mr. Trump. Olvidan que el charlatán de la Casa Blanca representa los intereses
de la Chevron, British Petroleum, Horizontal Well Drilling, Goldman Sachs Group
Inc, Inter American Coal, y Anglo American Coal, financistas incondicionales
del régimen “antiimperialista” de Maduro.
La
superación de la pesadilla del facho-madurismo solo será posible mediante una
acumulación amplia de fuerzas sociales y políticas. Ello pasa necesariamente
por participar en las próximas elecciones regionales. Basta de seguir
proponiendo atajos inciertos e infructuosos. Las premuras políticas solo
generan ilusorias esperanzas y siempre terminan en dolorosas catástrofes
sociales.
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