Thays Peñalver 28 de octubre de 2018
Hasta ahora las “mesas de negociación y
acuerdos” del pasado en Venezuela siempre han buscado superar el escollo de un
problema coyuntural
Un
político de la vieja guardia e importante influenciador de nuevo cuño, me
invita a opinar sobre el diálogo y la negociación, tras escucharme
en un foro sobre las “mesas redondas” de diálogo y negociaciones
ocurridas en Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Alemania del Este y Bulgaria
tras la caída del muro de Berlín, en la que expongo la necesidad de tales
negociaciones como vía para superar nuestros problemas, además de exponer que
podríamos estar muy cerca del fin de un periodo histórico, en el que de seguro
veremos esas “mesas redondas” de negociación.
Veamos,
en los próximos meses Venezuela va a vivir uno de los episodios políticos mas
extraños en estos dieciocho años, posiblemente veamos cosas francamente
inéditas, inesperadas y hasta confusas, para tratar de evitar con grado de
urgencia, lo que bien dijo el canciller español, es decir que: “Maduro hasta
el 10 de enero tiene la legitimidad, pero el 10 de enero se le acaba ese
mandato, y empieza un mandato en base a unas elecciones que no reconocemos (..)
este señor a partir del 10 de enero, no es un representante político”.
De
allí que este político me indique “su vital importancia”, refiriéndose a las
negociaciones ya que en ésta oportunidad: “todo luce que el gobierno va a ceder
en muchas de sus posturas (..) y esto puede ser importante para integrar esa
mesa redonda”. Le respondo que yo estoy más que dispuesta a opinar sobre ese
esfuerzo, no sin antes explicarle algunos asuntos que me parecen vitales. Porque
antes de sumarme, tengo la obligación –al menos con mis lectores- de
explicarles mis razones y sobre todo evitar, darles falsas expectativas que
después terminan explotándoles en la cara a los simplistas del “el dialogo es
la solución”.
En
principio, en estos foros no hablo de una negociación, sino de “rondas de
negociación” y explico cuales tendrían que ser las condiciones históricas
que deberían darse, comenzando por la fase de orientación de la base opositora
sobre las negociaciones y de cuales serían las posturas de las distintas
tendencias. En el caso polaco –los pioneros- se sentaron 94 veces en distintas
etapas y esto es importante explicarlo porque ellos se sentaron a hablar del
futuro, no de aquel presente, es decir que se sentaron a negociar las bases de
la Polonia de hoy, no la continuidad del comunismo. En el referente polaco hay
que recalcar que ambas partes fueron las que estuvieron de acuerdo en negociar
el final de un periodo histórico (aunque fuera a regañadientes y no exento de
presiones).
Lo
primero que hay que dejar claro es que no hay nada que podamos hacer para
detener este diálogo, porque los actores de siempre ya están a punto de
sentarse. Y por eso mi opinión es respaldar una negociación siempre y cuando
esté diseñada de acuerdo a los estándares internacionales, con objetivos
claros, pero sobre todo con una calificada representación. De plantearse de
este modo, creo que éstas rondas de negociación deberían ser apoyadas por
todos. Resto en contraposición, a una mal llevada, con acuerdos de dudoso
alcance y mal representada, pues se convertirá en la tragicomedia de siempre.
Así que hablemos primero de la importancia del momento y por qué sostengo que
lo que vamos a vivir es una situación nueva que nunca antes había ocurrido.
Hasta
ahora las “mesas de negociación y acuerdos” del pasado siempre han buscado
superar el escollo de un problema coyuntural, como la de 2002-2003 en las que
participé una vez y no regresé porque entendí que aquello había sido organizado
tras el golpe para aplacar a la opinión pública nada más, de la misma manera
ocurrió con las siguientes, instaladas solo para buscar una legitimidad después
de las elecciones de Capriles o para detener las manifestaciones de 2014 y
2017. Pero estas en especial, debido a los movimientos políticos e
internacionales, son inéditas e importantes.
De
acuerdo a estas afirmaciones del Canciller español y de buena parte de la
comunidad internacional, ésta sería la segunda vez en la historia suramericana
en la que, de cara a buena parte del planeta, la comunidad internacional no
solo desconoce los resultados electorales, sino que un país –de mediana
importancia- no tiene un presidente ni electo ni en ejercicio (Constitucional)
en este hemisferio. Un caso similar ocurrió en el año 2000, cuando Alberto
Fujimori desató una crisis institucional en su país, recordada como la más
grande de Suramérica.
Esto
lógicamente no significa que los venezolanos no lo reconozcan o lo consideren
como presidente en ejercicio, pues la sumisión al orden constitucional
localmente es por la vía de la fuerza y no del derecho, lo que quiere decir es
que a nivel internacional enfrentará un aislamiento aun más severo, porque para
muchos el país no tendrá representante legítimo. Por eso Usted debe primero que
todo entender ¿qué significan las palabras de Borrell desde el punto de vista
diplomático?, expresadas también por Europa, Gran Bretaña, Canadá, Japón o
Estados Unidos entre otras 89 naciones sobre: “este señor a partir del 10 de
enero, no es un representante político”. Pues significan que Venezuela tiene
“por ahora” un presidente que fue electo en 2013 y que goza de todas las
prerrogativas de su cargo, pero como en el caso de Fujimori en el año 2000,
dejará de ser un gobierno in jure y perderá sus derechos ante esos países y por
las mismas razones, perderá la majestad del cargo, su condición de
representante y en especial, en materia de Derecho Internacional, se convierte
en un simple civil, ya que pierde lo que se conoce como: “Inmunidad de Jurisdicción
y Ejecución de Jefes de Estado y de Gobierno” por lo que técnicamente podría
ser juzgado no solo por lo que hizo en el pasado, sino también por todo lo que
hará, a partir del 10 de enero del año 2019.
Lo que
sostiene el canciller Borrell es muy grave, pues al no ser “ese señor (..) un
representante político” no podrá suscribir acuerdos en aquellos los países que
no lo reconozcan, los ministros de exteriores carecerán de representatividad,
así como los altos cargos y embajadores autorizados por éste, a menos que la
Asamblea Nacional los acredite -ya que la ANC tampoco es reconocida como
legítima-, otra cosa que perderán será la inmunidad diplomática a partir de esa
misma fecha y entrarán en un limbo jurídico tremendo, que dependerá de los
países anfitriones. Es decir solo serán reconocidos por unos pocos países a los
que se le unirá seguramente México, España y algunos de la región, otros
quizás “adopten una posición cautelosa” como ocurrió con Chile en el caso
Fujimori, pero lo que sí es seguro es que será muy clara la crisis
institucional y la posición de los países que más presión están ejerciendo. Por
lo tanto desde la inmunidad de los embajadores, los pasaportes diplomáticos,
hasta el visado para la ONU, dependerán de que el país anfitrión lo reconozca o
no.
Por
eso, sostengo que es un magnifico momento para negociar puntualmente y
posiblemente veremos en los próximos meses, excarcelaciones, promesas de
elecciones con alguna garantía y situaciones inéditas y sorpresivas en el
propio seno del régimen y mas increíbles en lo que queda de la oposición, ya que
el gobierno sabe que en la presidencia de la Asamblea en 2019, estará el hombre
más importante y posiblemente poderoso internacionalmente de la Republica, pues
será en todos esos países el único legítimamente reconocido y allí también
posiblemente veremos la pelea del siglo, porque le corresponde la presidencia,
al partido Voluntad Popular. Quitando esto, la negociación actual de manera
puntual y coyuntural puede ser “exitosa” para conseguir un mejor presente para
los políticos, porque por primera vez el gobierno esta urgido de evitar la
deslegitimación total y de allí que se contrataran los equipos de lobby locales
y extranjeros que estarán presentes.
Mientras
tanto para Venezuela el presente sigue intacto y el futuro es previsible, pues
a las palabras de Borrell hay que sumar el hecho de que Venezuela está
intervenida y aislada políticamente por la comunidad internacional, Canadá y
Estados Unidos, toda Europa, en trece países de la región y si gana Bolsonaro,
quedará dramáticamente aislada en sus fronteras, mas allá del 2021 en Colombia,
Brasil y países vecinos como Ecuador. Así la nueva México con López Obrador
trate de hacer lo imposible, sus capacidades de influir a nivel internacional
estarán severamente debilitadas por sus propios problemas económicos en una
economía frágil y el efecto Trump, pero sobre todo frente al resultado del
desplome continuo de toda Venezuela.
Pero
existe una gigantesca realidad en estas negociaciones que es su máxima
debilidad. En todos los casos anteriores de mesas redondas, los comunistas
quisieron también manipular a los representantes de la oposición, incorporando
a la mayoría de sus acólitos e individuos ambiguos en la mesa de negociaciones.
Solo un pequeño detalle pudo detener a la ofensiva comunista, el temple y
reputación intachable de Vaclavb Habel (Checoslovaquia), Lech Walesa (Polonia)
o Janos Kadar (Hungría) que también integraban las mesas. Nada más y nada
menos, hombres inquebrantables comprometidos con el futuro de sus países.
Y aquí
es cuando me veo obligada a hacer una pregunta. ¿Quién es, de cara a la
comunidad internacional nuestro Vaclav Havel?, ¿Quién es nuestro Lech Walesa en
la mesa de negociación y acuerdos? Quiero decir con esto ¿quién posee el
autoritas de la oposición a nivel internacional? No es un punto fácil de
discernir, porque por ejemplo Henri Falcón y Francisco Rodríguez, quienes
impugnaron y desconocieron los resultados electorales del 20 de mayo,
¿Podrán legitimar de cara a la comunidad internacional los resultados?, ¿Puede
hacerlo por ejemplo Henrique Capriles, quien luego de decirle a la comunidad
que “ganó las elecciones del 2012 y que para evitar una guerra civil, declinó?
¿Luego de que expulsaron a Julio Borges, a Tomas Guanipa y metieron en la
cárcel a Requesens? ¿Pueden tener autoritas a nivel internacional, quienes van
a negociar desde una posición de debilidad, acusados de corrupción por el
régimen, en la cárcel o detenidos?.
¿Puede
darle esa autoritas negociadora, legitimidad al régimen?, ¿Puede hacer que
Trump, Duque o Bolsonaro reconozcan nada menos que el resultado de una
elección, que no reconocieron ellos? En este caso creo que sin autoritas, no
hay negociación posible y el remedio puede ser peor que la enfermedad,
porque una negociación no representativa y sin autoritas, puede ser
percibida internacionalmente como “el efecto negociador” de Fujimori.
Por
eso el dialogo va a ser a todas las luces sobre el presente y no el futuro,
pues las condiciones que generan la crisis y el éxodo no se van a resolver por
la vía de ceder alguna concesión entre las partes, sino tras cambiar por
completo el modelo económico y generar una apertura gigantesca, el colapso del
sistema productivo solo puede ser frenado con ingentes cantidades de recursos
financieros, ayuda masiva internacional – a estas alturas más grande que el
rescate griego- ayuda técnica y de mercado similar a la del campo socialista en
los noventas y eso no se ve por ninguna parte, ni es posible sin un gigantesco
cambio de pensamiento en el seno del régimen, además de eliminar buena parte
del entramado revolucionario –político, burocrático y del sistema- y en
esta primera negociación, nada de eso está sobre la mesa. Por lo que la
hiperinflación, la ruptura del tejido productivo, el éxodo y las repercusiones
a nivel regional, continuarán dramáticamente haciendo estragos durante 2019 y
la comunidad internacional aumentará la presión.
El
segundo punto importante, es que sin autoritas, hay poco o nada que hacer por
parte de la oposición, porque Venezuela está intervenida por mala paga y por
corrupción. Así que aunque los negociadores se paren de manos, rueguen y recen
por el fin de la “intervención financiera” como la calificaron algunos o por el
fin del “bloqueo” como lo llama el gobierno o los polemistas sostengan
cualquier teoría alocada, el único que puede hacer algo, para cambiar su
destino financiero, no es otro que el propio régimen, al que solo se le puede
decir en una negociación real: “!derribe Usted el muro!”.
El
siguiente punto es vital. La única condición para que las partes se sienten
–sean las mesas redondas, las de Paz de las Farc, Vietnam o la que sea- es que
cesen las acciones de represión, ninguna negociación puede darse si continúan
las acciones de persecución contra la oposición. Y esa es la única condición
que hay que exigirle a Zapatero. ¡nadie bombardea, durante las negociaciones de
Paz!.
En mi
caso, si la oposición presenta algo al menos creíble, entendiendo los limites y
alcances reales de una –primera- negociación, y el gobierno entiende que debe
cambiar, como ocurrió en los países del campo socialista, China y hasta Cuba.
Allí estaré incondicionalmente opinando para apoyar sus iniciativas, de lo que
espero sea la ultima “mesa redonda” de negociación con los comunistas de la
historia y cerrar así finalmente, cien años de idiotez.
Para entender lo que ocurrió tras la
caída del muro de Berlín, les recomiendo la lectura de:
The
Roundtable Talks and the Breakdown of Communism de Jon Elster, University of
Chicago Press, 1996.
The
Roundtable Talks of 1989: The Genesis of Hungarian Democracy : Analysis and
Documents András Bozóki, Central European University Press, 2002
Between
States: Interim Governments in Democratic Transitions de Yossi Shain, Juan J.
Linz, Lynn Berat, Cambridge University Press, 1995
Problems
of Democratic Transition and Consolidation: Southern Europe, South America, and
Post-Communist Europe del mismo autor Juan J. Linz, Alfred Stepa, John Hopkins
University Press, 1996.
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