José Luis Farías 14 de abril de 2020
@fariasjoseluis
La otra cara:
A
sus noventa y cuatro años de edad, en un artículo reciente, Henry Kissinger
instó a las democracias del mundo a que "deben salvaguardarse los
principios del orden mundial liberal".
En
cierto modo, el legendario ex secretario de Estado les ha recordado la tarea de
mantener efectivos los réditos políticos de la victoria proclamada por el
liberalismo el 9 de noviembre de 1989 cuando cayó el Muro de Berlín, hoy
olvidada por el furor <<nacionalpopulista>> de Trump que
amuralla a los EE.UU y asienta el Brexit que aísla al Reino Unido, abandonando
el liderazgo mundial que deberían asumir en la lucha contra la pandemia.
Despierta
la atención el tino de Kissinger frente a semejante descuido en la defensa de
la democracia liberal, tan asediada por sus opositores debido a los continuos
errores y debilidades que han copado su práctica en el mundo.
Para
un hombre de la estatura política e intelectual del antiguo Secretario de
Estado, la defensa y el cuidado de la democracia liberal, en medio de la crisis
que nos acogota, es una tarea de primer orden. Prioridad confirmada en las dos
frases de alto tono dramático con las cuales cierra su lúcido escrito alertando
que "el desafío para los líderes es manejar la crisis mientras se
construye el futuro". Porque "el fracaso podría incendiar el
mundo."
Los
padecimientos alojados en el maltrecho cuerpo de la democracia liberal, por la
continua violación de derechos humanos, se pudieran reproducir
exponencialmente, debido a los efectos destructivos de la crisis sanitaria del
COVID-19 sobre la economía y la sociedad, barriendo con ella en muchos países o
conculcando buena parte de su contenido liberal.
La mesa está servida
Las
recientes y frágiles democracias liberales instituidas en países pobres de
América Latina, Europa oriental, Asia y África, que terminarán más pobres
después de la crisis, pueden ser fáciles víctimas de la falta de escrúpulos de
dirigentes políticos y militares sedientos de poder que sentirán les habrá
llegado el momento de asaltarlo.
Aunque
a decir verdad la inestabilidad será para todos los gobiernos porque la crisis
económica y social no dejará a nadie por fuera, solo con distingo de intensidad
conforme sean más ricos o más pobres.
Cuando
hablamos de los daños de la crisis sobre las heridas de la democracia liberal
vamos más allá de los que hoy destacan en los desafueros de Viktor Orbán en
Hungría, por la vocación autoritaria del personaje. En el gobierno por decreto
impuesto por Nethanyou en Israel, cobijado enla naturaleza excepcional de la
crisis. En el proyecto de ley de limitar el derecho de asilo y permitir que se
detenga a personas sin juicio por tiempo ilimitado,enviado por el Departamento
de Justicia al Congreso de EE.UU. O en el control del Big Data por democracias
en Asia.
Estamos
destacando los excesos que vendrán fruto de los déficits económicos, las
deudas, la pobreza, la agudización de los conflictos sociales, la xenofobia y
los desafueros demagógicos de líderes políticos que harán más lenta la
recuperación de los países mas pobres.
Se
abre el camino a la expansión de lo que Fareed Zakaria catalogó como <<democracias
iliberales>> para identificar a los regímenes que una vez llegado a
los gobiernos por la vía del sufragio desmontan los contrapesos
constitucionales para violar los derechos civiles y políticos de adversarios y
ciudadanos en general.
Hay
riesgo del regreso o de la consolidación, según sea el caso, de la práctica de
desempeño despótico que durante años ha pervivido en Latinoamérica a través de
gobiernos con legitimidad de origen más no de desempeño como los de Fujimori en
Perú, Chávez en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, los Kirchner en
Argentina y Evo Morales en Bolivia,
El
riesgo de un frenazo de la globalización apuntalado por los aislacionismos
nacionalistas de Trump y el Brexit, y la incapacidad de Europa para una
respuesta de conjunto a la crisis, atizada por las recriminaciones entre los
países del norte y los del sur del continente, pueden debilitar las presiones
sobre los regímenes autoritarios. La mesa está servida para que la tentación
autoritaria se desborde.
En el rincón oscuro
Los
datos comienzan a revelar las graves dimensiones de una crisis que empuja a la
democracia liberal hacia el rincón oscuro de la crisis económica y sanitaria
creada por la pandemia. Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional
indican una caída de -5,2% del PIB para América Latina y El Caribe.
A
la vuelta de la equina la crisis del COVID-19 dejará un lastre de problemas con
los que muchos gobiernos democráticos no están en condiciones de bregar.
Kristalina
Georgieva, directora del FMI, dijo que "hace solo tres meses,
esperábamos un crecimiento positivo del ingreso per cápita en más de 160 de
nuestros países miembros en 2020. Hoy, ese número ha cambiado: ahora
proyectamos que más de 170 países experimentarán un crecimiento negativo este
año".
La
crisis económica "podría significar un retroceso de una década en la
lucha contra la pobreza y, en algunos casos, de hasta de 30 años", se
estima en un documento de trabajo de "Estimaciones del impacto del
COVID-19 en la pobreza global" de UNU-WIDER, Helsinki.
Es
un ambiente incierto por delante, sin líneas claras de acción, sin solidaridad
y con casi nula colaboración, con cada país amurallado creyendo que sólo así se
salvará de los efectos del mortal virus.
Muchos
gobiernos democráticos han sido sorprendidos con los pantalones abajo por la
crisis, sus endebles economías serán reventadas por déficits que los obligarán
a endeudarse para sanear sus grandes cuentas y recuperar lenta o muy
lentamente, en dos o más años, los ritmos de crecimiento que traían.
Los
severos conflictos sociales y políticos internos debilitarán las capacidades
para construir los consensos necesarios para salir adelante en América Latina.
El futuro luce complicado en naciones como Chile con una aguda crisis previa a
la actual y Argentina que no encuentra cómo salir del nefasto legado del
kirchtnerismo.
La
Organización Mundial del Trabajo (OIT) destacó queLa pandemia "hará
desaparecer globalmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las
horas de empleos, lo que equivale a la pérdida 195 millones de puestos a tiempo
completo."
La
OIT dijo que "también se espera que el subempleo aumente a gran escala, ya
que las consecuencias económicas del brote del virus se traducen en reducciones
en las horas de trabajo y los salarios.
El autoempleo en los países en desarrollo, que a menudo sirve para
amortiguar el impacto de los cambios, puede que no lo haga esta vez debido a
restricciones en el movimiento de personas (por ejemplo, proveedores de
servicios) y bienes."
Un
amplio trabajo de la ONG OXFAM informó que "recientes análisis demuestran
que la crisis económica provocada por el coronavirus podría sumir en la
pobreza a 500 millones de personas si no se toman medidas drásticas y urgentes."
La
multiplicación de la pobreza en un tris es un cuadro desalentador. Hay dudas,
por las posible re-localización de la producción, si podrán sostenerse las
ventajas de la globalización que permitieron de la pobreza a cientos de
millones de personas en Asía y América Latina a un ritmo sorprendente en las
últimas tres décadas.
En riesgo el espacio ciudadano
Los
posibles daños que se pudieran causar sobre las democracias liberales apuntan
hacia el incremento de las restricciones sobre los derechos civiles y
políticos, convirtiendo la libertad de expresión en blanco de ataque
predilecto.
Las
lesiones de los derechos sociales y económicos acentuarán las desigualdades
favoreciendo climas de ingobernabilidad en los países haciéndolas pasto de
aventureros de toda laya y signo ideológico con ansias de poder.
Las
advertencias sobre los males preexistentes de las democracias liberales han
sonado recientemente con mucha persistencia. El informe de IDEA Internacional
sobre "El estado de la democracia en el mundo 2019"había señalado que
no hubo otro momento en la historia "desde la década de 193 en que se
haya cuestionado más el valor, la viabilidad y el futuro de la
democracia". La advertencia nos habló de los <>a
enfrentar para <<revivir su promesa>>.
"El
espacio cívico -denuncia el Informe de IDEA- se está contrayendo, tanto en
las democracias antiguas como en las más recientes. Las democracias
experimentan descensos en las libertades civiles, restricciones a la sociedad
civil y limitaciones a la libertad de expresión."
El
espacio ciudadano, ganado en luchas históricas contra los autoritarismos de
todo signo, peligra y es necesario alertar de ello. No pretendemos hacer
futurología sino destacar lo obvio, la ruta y la fuerza que llevan los
acontecimientos actuales. Las democracias nacientes de muchos países en
desarrollo pueden sufrir retrocesos e incluso hasta desaparecer por lapsos
considerables de tiempo mientras se restablecen las condiciones para la
reconquista democrática.
En
las reflexiones de los intelectuales ya aparecen las analogías de la crisis económica generada por
la pandemia con el "Crack de 1929" que debilitó buena parte de las
endebles democracias liberales surgidas después de la 1ra. Guerra Mundial para
dejarlas atrapadas en las redes de los totalitarismos. Existen muchas diferencias, por supuesto, sin
embargo es necesario tener en cuenta ese referente histórico.
En
su "Historia del siglo XX" Hobsbawm nos recuerda que
"Considerando al mundo en su conjunto en 1920 habían treinta y cinco o más
gobiernos constitucionales y elegidos (según como se califique a algunas
repúblicas latinoamericanas), en 1938, diecisiete, y en 1944 aproximadamente
una docena."
Las
equivocadas prácticas de las democracias liberales envueltas en casos de
corrupción, desatención a las desigualdades y saturadas de ofertas incumplidas
en las tres últimas décadas, después que el liberalismo se sintió solo sobre el
ring tras la caída del comunismo, las han erosionado profundamente.
¿Venezuela una excepción?
Las
perspectivas no son auspiciosas para la democracia liberal en el mundo, pero
los problemas de gobernabilidad también los sufrirán los regímenes autoritarios
que se sentían firmes y perpetuos.
Hay
una contracción acumulada de casi el 70 por ciento entre 2013 y 2019. A la cual
habrá que sumarle el -25% proyectado por el FMI para el 2020.
El
economista Asdrúbal Olivares señala que para este año "el estimado
inicial de las remesas era de 4.000 millones de dólares y lo han bajado a 2.400
millones de dólares."
La
presión de la xenofobia y el desempleo en los países vecinos adonde habían
migrado los venezolanos ya tiene a miles en la frontera buscando regresar sin
que se les permita el ingreso al país.
El
desabastecimiento de alimentos amenaza con reaparecer, lo poco que se ha
cosechado no hay cómo llevarlo a las ciudades por las falta de combustible para
el trasporte. La falta de gasolina hunde el país en el caos.
En
una semana el dólar dobló su precio en bolívares y amenaza con seguir ese ritmo
para que la hiperinflación retome su aceleración.
La
"operación antidrogas más grande de Occidente" anunciada el 1 de
abril por el gobierno de Trump con el respaldo de 21 países, que tiene como
blanco principal a Maduro, por cuya cabeza ofrecieron días atrás 15 millones de
dólares, junto con ofertas similares por otros trece miembros de su equipo,
representa una enorme presión sobre la Fuerza Armada Nacional.
Aunque
la propuesta del "Marco Democrático para la Transición" de que "alto
mando militar permanezca en sus cargos durante la transición" es una "garantía
muy tentadora" ha dicho Roció San Miguel, abogado especialista en el
tema militar venezolano, recientemente
en una entrevista para "La Gran Aldea".
San
Miguel, fue aún más allá: “La transición será decidida por los militares en
Venezuela. Que no quepa la menor duda. Son el centro de gravedad para destrabar
la crisis política.Ojalá exista conciencia en el liderazgo interno de la Fuerza
Armada sobre la importancia de una transición pacífica para la historia de
Venezuela”.
Suena
a paradoja que la crisis que amenaza la democracia liberal en el mundo sea una
oportunidad para renacer como ave fénix en Venezuela, pero no es imposible.
José Luis Farías
@fariasjoseluis
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