Luis Manuel Esculpi 14 de abril de 2020
@lmesculpi
A
pesar del tiempo transcurrido y de toda la tinta vertida. Los testimonios
fílmicos y los documentales realizados. Las innumerables declaraciones de
protagonistas y allegados. No ha sido posible todavía armar el complicado
rompecabezas. La historia todavía no se ha escrito. Permanecen muchos recovecos
incógnitos. Es comprensible la prudencia en el relato de los hechos, no así
para los principales protagonistas, quienes permanecen desde hace años en el
exterior. Sus razones tendrán y se respetan.
Durante
todos esos días se intensificaron los rumores, el malestar crecía, el domingo 7
son despedidos siete de los gerentes de PDVSA. Citando a cada uno por su nombre
con un pito, en cadena de radio y televisión. La CTV convoca un paro para el
día 10 inicialmente de 24 horas, luego extendido hasta 48. Se convoca la marcha
para el jueves 11 desde Parque Cristal hasta Chuao. Ese día muy temprano se
efectúa una reunión de la Coordinadora Democrática, para ultimar detalles de la
marcha, asisto en compañía de Pompeyo Márquez; oficialmente no se plantea la
idea de llegar a Miraflores.
Al
salir de la reunión convenimos en que Pompeyo se dirigiera hasta el local donde
funcionábamos en Chuao y yo me encontraría con el resto de los compañeros
frente al Parque del Este desde donde partiría la marcha. Después de su
arranque y apenas recorridas unas pocas cuadras, se comienza a correr la voz de
ir a Miraflores. La asistencia es multitudinaria, luego se registró como una de
las más grandes realizadas para la fecha. Desde todas las calles transversales
se incorporaba mucha gente.
Al
llegar a Chuao, nos dirigimos a la sede donde ya se encontraba Pompeyo,
acompañado de Víctor Hugo D’Paola y Adelso González Urdaneta, nos vamos
incorporando al resto y hacemos una reunión rápida donde informo lo de la idea
que circula de marchar a Miraflores. Vicente Bello quien se está incorporando a
la conversación señala que desde la tarima se está convocando para el Palacio y
considera inevitable que esa sea la ruta a seguir. Víctor Hugo acota que vio
por TV a Juan Barreto convocando a Miraflores y considera muy perjudicial y
peligroso, un enfrentamiento que podría producirse allí.
Finalizamos
la reunión y decidimos reincorporarnos a la marcha, acordando que al finalizar
nos encontraremos nuevamente en el mismo lugar. Pompeyo y Adelso nos esperarán
mientras el resto nos dirigimos a participar. Cuando estoy saliendo del local,
me llama Pompeyo diciéndome: “Cuídate mucho y trasmite lo mismo a los otros
compañeros”.
Al
reincorporarnos lo hacemos cuando la vanguardia de la marcha se ha adelantado
mucho, observamos el entusiasmo de la gente durante el recorrido, hasta llegar
a la Plaza O’Leary. El aire ya está impregnado del olor a gas lacrimógeno y se
oyen disparos, los manifestantes corren en distintas direcciones. Me refugio en
los pilares de concreto en uno de los bloques del silencio, para intentar
divisar lo que sucede. Al rato y en medio de la confusión, pasa un motorizado
amigo que viene de la avenida Baralt, me dice: “no tiene sentido continuar hay muchos
heridos y varios muertos”…” Yo mismo los vi, montante y te llevo a donde
vayas”.
De
nuevo en Chuao, donde continuamos observando durante toda la tarde los
acontecimientos por televisión, entre ellos los pronunciamientos de Generales y
Almirantes de los cuatro componentes, nos embarga una preocupación porque del
equipo dirigente hasta las seis de la tarde, no se habían reportado Vicente
Bello y José Gómez Febres. A la media hora llega Vicente y nos relata que
permaneció atrapado en los alrededores de El Calvario, allí durante un momento
vio a Gomez y luego se le perdió. A las 7:30 se incorpora Gómez Febres y nos
cuenta todas las peripecias que tuvo que hacer para salir de parque, sin pasar
por las escalinatas.
Consideramos
inconveniente permanecer en el mismo sitio -motorizados del gobierno habían
estado dando vuelta por las cercanías- entre las opciones de irnos juntos a
otro lugar o separarnos, escogimos la segunda, seguir en contacto por teléfono
y encontramos de nuevo al día siguiente temprano.
El
día 12 acordamos no asistir a Miraflores y reunidos observamos la
autojuramentación y el contenido del decreto Carmona, todos, quizás solo hubo
una reserva, lo condenamos. Recuerdo que Pompeyo afirmó tajantemente: “Desde
hoy, estoy nuevamente en la oposición”. Intercambiamos ideas acerca de la
posibilidad de subsanar la grave situación generada por el referido decreto,
nos comunicamos con Teodoro quien ya andaba haciendo gestiones en ese sentido,
en compañía, entre otros, de Alfredo Padilla y León Arismendi. Tales gestiones
resultaron infructuosas. El resto es historia.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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