Julio César Arreaza B. 05 de abril de 2020
@JulioCArreaza
El
mundo que conocemos será distinto por el coronavirus; caímos en cuenta de
sopetón, los que habitamos el planeta en esta hora, sobre lo frágil que somos.
Nos volteó la mirada de la vida. Ojalá cambiemos para bien.
Un
dato: una de las mejores prácticas de las corporaciones de primer nivel
consiste en elaborar planes de contingencia anuales con sus correspondientes
ejercicios. Recordamos los de la otrora Petróleos de Venezuela- empresa de
primer mundo en un país de tercer mundo- que fuera acabada por la bota de Atila
calzada por el galáctico y luego secundado y mejorado en lo malo por el
heredero usurpador.
La
empresa insignia cumplía a cabalidad con esa práctica y tuvimos oportunidad de
participar en la contingencia de un supuesto derrame y todos actuamos en tiempo
real para tratar de remediarlo. Y luego venía una rigurosa evaluación de la
actuación en el siniestro, para realizar correctivos en los protocolos.
Me
imagino ahora, como consecuencia de la pandemia que nos rodea, la necesidad de
acometer planes de contingencia de orden mundial, para estar mejor preparados
ante los avatares que se presentan.
En
el siglo XXI estábamos llevando una vida sin pausas, impulsada por el sólo afán
de lucro y el deseo vivir el momento y los placeres mundanos, como si la vida
se nos fuera acabar el día siguiente. Grande equivocación, el mundo se nos paró
y seguimos viviendo, ahora en vilo, por las consecuencias de una pandemia aterradora.
Aspiramos
a que con esta terrible experiencia aprendamos que la vida exige al mundo hacer
altos en el camino, y la humanidad deberá volver a la práctica de los valores
que les son inherentes. Para que sepamos distinguir que la vida no es un vuelco
alocado hacia lo material y el enfermizo consumismo 24 por 24, sino también
tiene su veta espiritual; y la necesidad de volvernos a Dios, de quien
estábamos tan alejados.
A
los venezolanos nos sorprendió la emergencia en un momento que la república se encuentra
secuestrada y ha sido suprimida la soberanía popular. Nos agarró en medio del
colapso de los servicios públicos y con la población empobrecida, causados por
un régimen nada transparente, que esconde cifras y datos: hace tiempo dejó de
publicar el boletín epidemiológico.
Sin
libertades el panorama siempre es oscuro y prevalece las mentiras del régimen,
que coloca por encima de la vida de los venezolanos el control social, a los
fines de su permanencia en el poder.
Nos
toca seguir presionando para el cese de la usurpación, tutelada por Cuba y
Rusia; nuestro país sin gasolina y se siguen enviando tanqueros a Cuba: una
barbaridad. Mientras los productores del campo pierden sus cosechas al
quebrarse la logística para la distribución de sus productos alimenticios por
falta de gasolina.
Asistimos
a la operación antidrogas más grade de Occidente, en la que participan
activamente 22 naciones, lo cual calificamos como un signo esperanzador para
ponerle coto a una actividad criminal que está matando a la juventud emergente
de este nuestro mundo.
No
son días fáciles los que corren, pero corresponde intensificar la presión, para
salir de una corporación criminal, que el porvenir juzgará de manera terrible,
asemejándose en significación histórica a Boves. Rescatemos la democracia.
No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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