Por Fernando Pereira
@cecodap | @fernanpereirav
Con profundo dolor y tristeza revisamos la cobertura informativa sobre la masacre en una escuela de Texas. No es para menos, el asesinato de 19 niños de una escuela primaria, sus dos maestras y del joven atacante constituye una tragedia de notable dimensión. ¿Hasta cuándo esa sociedad tolerará ir de masacre en masacre sin que se tomen medidas que pueda evitar su repetición? Son múltiples las reflexiones que surgen del cuestionamiento de la actuación de las autoridades y sobre las facilidades para la adquisición de armas.
La combinación de las heridas emocionales causadas por el acoso escolar y el acceso a las armas de fuego ha dado lugar a muchos de estos eventos fatales.
¿Tenemos que ocuparnos del tema en Venezuela?
Hay quienes alegan que no es un problema que nos afecte y se alivian aludiendo `no tenemos casos como los que se han presentado en Estados Unidos´, donde un estudiante portando un arma acribilla sin piedad a otros compañeros, profesores y todo lo que se le atraviese.
El Ministerio Público anunció que están conociendo 74 casos de acoso escolar a nivel nacional. Eso ha disipado las dudas de quienes pensaban que `eso no es propio de nuestra cultura´. Nuestra salud mental está más afectada por el impacto de la pandemia; lo cual aumenta los factores de riesgo para la afectación y consecuencias en la población adolescente.
Las armas son la otra parte de la ecuación. En nuestro país la proliferación de armas ilegales es reconocida por todos los sectores, y las comunidades educativas deben tener una actitud vigilante.
En el país tenemos casos donde estudiantes han sido víctimas de compañeros de clases, según la línea de tiempo elaborada por la Agencia Pana de Cecodap. Un estudiante de 15 años fue asesinado de un disparo en las cercanías de un liceo en El Junquito (2014); un adolescente de 12 años se disparó accidentalmente en la pierna con un arma que portaba en el salón de clases en Caracas (2015); una adolescente de 16 años fue asesinada por otro estudiante en un liceo de Maracaibo (2016); un estudiante de 12 años fue asesinado por tres compañeros con quienes había sostenido una pelea en el centro educativo donde estudiaba en Sta. Teresa del Tuy (2018); un adolescente de 13 años recibió un disparo en la pierna luego de que un compañero manipulara un arma en un centro educativo en San Cristóbal (2018); un adolescente fue asesinado por dos compañeros de clases cerca del liceo donde estudiaban en Baruta (2019); un niño de 11 años fue encontrado con un arma de fuego en su cartuchera en un centro educativo en Valencia (2020).
A continuación, testimonios de docentes de educación media y primaria que han participado en talleres de Cecodap:
- “Un estudiante llevó un arma de fuego al centro educativo y se participó a los cuerpos de seguridad. El caso fue llevado al Consejo de Protección y la Fiscalía”.
- “En una oportunidad le solicité el cuaderno a un alumno y se resistió, y cuando revisé tenía un cuchillo de carnicero, entonces me explicó que tenía rencillas por su casa y que lo pueden esperar a la hora de la salida y que debía estar preparado. En otra ocasión fui a saludar a un estudiante y noté que tenía un puñal guardado en la espalda. Hace tiempo se presentó el caso de un alumno que llevó una pistola al liceo y cuando se la estaba mostrando a sus compañeros se le escapó un tiro y le atravesó la pierna. Llamamos al Cicpc, el muchacho salió corriendo y la pistola no apareció…”
- “Nosotros tuvimos un caso en primaria. Un niño llevó un arma de fuego, notificamos a la policía, pero llegó muy a destiempo”.
- “En dos ocasiones los estudiantes llevaron las armas blancas para llamar la atención o como efecto disuasivo. En esos casos se les decomisó el arma y se llamó al representante”.
Vemos cómo las armas se hacen presentes en las aulas. Ojalá que las de alto calibre no lleguen a las manos de estudiantes que se vean tentados a utilizarlas. La presencia de armas en los centros de educación es uno de los temas que genera más angustia en comunidades educativas.
Las escuelas deben ser espacios protegidos. Docentes, familias y autoridades deben unir esfuerzos para la prevención y atención.
https://efectococuyo.com/opinion/armas-y-bullying-una-combinacion-letal/
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