Omar Lugo 25 de julio de 2022
@omarlugo
Muchos
venezolanos van hoy contra corriente: simplemente quieren ser descubiertos y
entregarse a la Patrulla Fronteriza con la firme creencia de que en Estados
Unidos los recibirán mejor que a los demás extranjeros y les darán asilo,
refugio o beneficios migratorios solo porque huyen del paraíso chavista.
Presentamos un material de permanente consulta para explicar este complejo
proceso y poner los pies sobre la tierra.
Es
facilito! Cruzas, te entregas a los policías gringos, te meten preso unos
diítas, después te sueltan y puedes irte a trabajar». Esta frase, con ligeras
variantes, ha sonado en los últimos meses en ciertos círculos de soñadores
venezolanos, mientras crece una ola de centenares de migrantes que a esta misma
hora marchan a pie por Centroamérica y México rumbo a las frontera sur de
Estados Unidos, con la peregrina idea de vivir su propio «sueño americano»,
conseguir asilo y después llevarse a la familia.
Algunos beneficios migratorios para venezolanos como la renovada vigencia de los permisos TPS han alimentado la creencia de que el venezolano la tiene más fácil.
Pero
los venezolanos que llegaron a Estados Unidos después del 8 de marzo de 2021 no
son elegibles para el TPS, aclara el gobierno de Biden, a través del Departamento de Seguridad Nacional. Se estima que
aproximadamente 343.000 personas de Venezuela son elegibles para el beneficio
o, si ya lo tienen, para la prórroga aprobada hasta el 10 de marzo de 2024.
Ahora
bien, el asilo es otra cosa muy diferente al TPS y no es tan difícil entender
cómo funciona.
¿Qué
nos dicen las cifras respecto al asilo?
Esta
trama por sí sola incluye muchos «fake news», bulos y noticias falsas. También
entraña la existencia de una compleja red de traficantes de personas, coyotes,
guías, polleros, o como los quieran llamar, que lucran con las expectativas y
esperanzas de hombres y mujeres solitarios, o familias enteras, que nutren las
antes inverosímiles caravanas de venezolanos rumbo al Norte.
En
principio, no hay ninguna razón real para creer que los venezolanos tienen un
trato preferencial para ingresar y quedarse en Estados Unidos, ni para
solicitar y obtener un asilo, que dicho sea de paso, es un proceso legal complejo, largo y costoso.
«La
tasa de negación de asilo está por encima del 70%», señala la abogada Lorena
Vargas, especialista en temas migratorios y en preparar solicitudes de asilo
para sus clientes.
«Las
personas están sumamente confundidas con eso de paso y ya», dice a El
Estímulo Vargas, quien es venezolana y
vive en México.
«No
hay tal sueño americano. No es que a todo el que emigra lo van a dejar entrar.
Muchos son devueltos, otros deportados con penalidad, otros mueren en el
camino, ahogados o deshidratados», advierte.
Explica
que hay «un perfil de devolución seguro», donde entran hombres de 20 a 35 años,
solteros; mujeres solteras de 20 a 39 años. «Tienen más probabilidades de
admisión personas de tercera edad, enfermas, con condición, o familias…siempre
y cuando cumplan con los requisitos», dice.
Mucha
desinformación sobre asilos y trabajo
Buena
parte de esa comunidad migrante está desinformada, atiende a rumores, a
versiones de familiares o amigos, a versiones no confirmadas de redes sociales,
pero pocas acuden a fuentes directas de información, observa Vargas.
«En
Estados Unidos si no entras con parole (permiso de trabajo) no pueden trabajar.
Entonces los explotan, se cansan demasiado rápido porque tienen que tener tres
o cuatro trabajos para poderse mantener. Muchas personas van sin nadie que los
reciba, entonces tienen que empezar viviendo en las calles, los refugios están
colapsados y son para las mujeres, los niños y los ancianos», señala.
«Es
una cuestión de desconocimiento total. La migración es sumamente alta, hay
caravanas de mil, dos mil migrantes, la mayoría de venezolanos, siendo que
somos el país que lidera por cuatro meses consecutivos las estadísticas como
país migrante a través de la selva del Darién», observa Vargas.
Y no,
los venezolanos no tienen preferencia alguna ni facilidades sobre las demás
nacionalidades para solicitar un asilo en Estados Unidos. Cada caso es un caso,
y debe ser creíble, bien sustentado y comprobable.
Asilos
y el sabor venezolano
De
manera genérica el asilo significa protección y seguridad. Pero en Estados
Unidos tiene definiciones legales muy
precisas y rigurosas, que a veces no se corresponden con las expectativas de
ciertos migrantes.
Datos
del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos muestran que, en
efecto, durante los últimos tres años de estadísticas
terminados en 2020, Venezuela encabezaba la lista de los primeros países a
cuyos ciudadanos se les concedió el asilo formal.
Asilos
afirmativos otorgados por EEUU en 2020 |
|
Venezuela |
3.349 |
China |
2.855 |
Turquía |
1.568 |
Egipto |
1.336 |
Rusia |
741 |
Fuente: U.S Department of Homeland Security.
Pero
esto no significa que estos números se correspondan con los intentos de ingreso
del mismo año: los procesos de asilos son largos de tramitar. De hecho los
migrantes pueden solicitar esta protección hasta en el plazo de un año después
de ingresar legal o ilegalmente a Estados Unidos.
Por
otra parte, en 2020, otros 6.993 venezolanos lograron hacerse ciudadanos
mediante naturalización; otros 187.870 ingresaron legalmente por puertos,
aeropuertos y entradas terrestres con visas temporales; y 6.976 recibieron
permisos como trabajadores temporales; 5.249 como estudiantes o miembros de
programas de intercambio.
Asilo,
Santo Grial de los peregrinos
Cada
vez más, centenares de venezolanos se aventuran por las peligrosas rutas
terrestres de América Central y del Norte rumbo a Estados Unidos. Algunos pasan
a engrosar la lista de migrantes muertos o vejados, según alertan organismos
internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones, que da
cuenta de 136 venezolanos fallecidos en los últimos 18 meses.
«La
crisis migratoria en América provocó que en 2021 muriesen en total 1.238 personas,
entre ellas al menos 51 niños, al intentar cruzar de México a Estados Unidos,
indicó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)», en su último informe al respecto.
Las
cifras son inciertas, pues hay un subregistro de estas muertes y además unos
500 restos mortales aparecen en la categoría de «no identificados», pues no se
pudo determinar su nacionalidad.
Hay
además un aumento general de la ola migratoria en la región que engrosa todas
las estadísticas. En el caso de los venezolanos, por razones geográficas ha
sido más difícil entender esta práctica, antes menos común, de irse a pie hasta
EE.UU.
Pero,
¿qué tan segura y promisoria es la recompensa al otro lado de este infierno,
como para que tantos venezolanos arriesguen la vida, la salud, sus ahorros y
sus familias yéndose a pie o en vehículos terrestres por Centroamérica y México
hasta la frontera con Estados Unidos?
El
Tapón del Darién, primera puerta
El
principal gran obstáculo que enfrentan los migrantes que se van por tierra
hacia Estados Unidos desde el sur de América es el llamado Tapón del Darién, una espesa selva que separa a Colombia de
Panamá y que desde de los tiempos de los españoles supuso una barrera natural
infranqueable para conectar por tierra los dos extremos del continente.
Las últimas cifras de las autoridades panameñas revelan que los venezolanos son hoy el principal grupo nacional que cruza ese territorio. También la principal nacionalidad de los muertos identificados.
Venezolanos
en fuga
Imágenes
de la prensa de alcance internacional, y de medios digitales y tradicionales de
países centroamericanos, muestran grupos de empecinados venezolanos caminando
decididamente por carreteras con el manifiesto propósito de llegar a EEUU donde
esperan ser bien recibidos.
El
solo viaje es contra intuitivo, también lo es la creencia de que podrán entrar
sin grandes problemas: la mayoría de ellos no tienen visas, son jóvenes, sin
recursos suficientes ni para mantenerse en el viaje sin la caridad de amigos y
familiares distantes, o de organizaciones humanitarias establecidas en las
rutas locales de cada país.
«El
venezolano casi que el 100 por ciento está convencido de que en Estado Unidos
no nos devuelven», dice para este reportaje desde México Óscar Lenin Álvarez,
un venezolano que atravesó caminando durante tres días el Darién junto con
otros 20 compatriotas.
Después
siguieron por toda Centroamérica con el firme propósito de llegar y cruzar la
frontera entre México y Texas, por Ciudad Acuña, uno de los pasos más
concurridos, en el estado de Coahuila.
«En
las caravanas lo que más hay son venezolanos, luego les siguen los haitianos y
después los cubanos….y después uno que otro peruano, ecuatoriano, de Guatemala»,
afirma.
«Ahorita
entran en vigencia nuevas normas, hay una cosa con el gobernador de Texas, algo
así, que están devolviéndolos hacia la frontera. Pero hasta donde yo venía, con
todo el grupo y cualquier cantidad de personas, todos están consientes de que
el venezolano tanto como el cubano son personas con prioridades en Estados
Unidos», afirma Álvarez a El Estímulo vía WhatsApp.
En un
año electoral, la semana pasada el gobernador deTexas, el republicano
Greg Abbott, firmó una orden ejecutiva que faculta a la Guardia Nacional y al
Departamento de Seguridad Pública «a detener a los inmigrantes que crucen
ilegalmente los puertos de entrada y devolverlos a la frontera».
La
travesía por Centroamérica
«Claro,
ya todo se ha salido de control. Hay una migración abrumante», dice Lenin,
desde su escala en México donde logró emplearse como chofer en Guadalajara y
espera reunir dinero para seguir viaje rumbo a Acuña y desde allí cruzar.
Desde
Medellín, Colombia, hasta Tapachula, México, en la frontera con Guatemala «se gastan
entre 1.000 y 1.200 dólares». Son gastos ordinarios, del día a día, la mayor parte en comida, alquiler y transporte.
«Mucha
gente se apoya, se ayuda, comparte bitácoras, guías…se unen para no estar
solas. Yo viajé solo, hice compañeros en el camino y así fue mi viaje. Me acompañé
con otros amigos hasta que llegamos a Tapachula», explica.
«Sobre
los coyotes…si los quieres pagar desde Colombia hasta la frontera con EE.UU son
hasta 5.000 dolares. ¡Imagínese! Hay gente que los tiene y gente que no».
Cuenta
que pagó 250 dólares a unos guías desde la frontera con Honduras y Guatemala
hasta Tapachula.
«En
mi caso fue una buena inversión porque llegamos chévere».
En
plena ruta hay gente que opta por buscar un coyote, que les cobran entre $3.000
y $3.500 para llevarlos directamente desde Tapachula hasta la frontera de EEUU.
En
Tapachula se gasta mucha plata, entre comida y alquiler. «En mi caso fue
así…esperé un mes y algo, mi presupuesto se fue al piso. Por eso me quedé
trabajando en México, haciendo dinero para más adelante seguir mi camino».
Álvarez
explica que en las fronteras hay que pagar salvoconductos a precios muy
elevados. Por ejemplo en Honduras costaba $300 por persona, adulto o menor de
edad. Muchos optan por no pagarlo.
El
infierno del Darién
«Situación
dramática hay en todo el camino. En la selva es un recorrido de tres días a un
paso sumamente rápido y peligroso porque si no, los días se suman y en vez de
ser tres días son cuatro o hasta cinco. Todo es pantano, todo es agua, todo es
piedra…cruzas ríos llenos de piedras, mucha gente cae, se dobla un tobillo, es
un drama total. Ves gente con picaduras de culebras (mordeduras de serpientes
venenosas) que mueren; ves gente abandonada hasta por los mismos familiares,
porque sufren lesiones graves y ellos tienen que continuar con el grupo y más
adelante (avisan) a ver si la ONU los ayuda a buscarlos».
«Pero
lo que es la selva como tal es una completa locura, un drama total, una cosa
que no se la recomiendo a nadie. Sigue pasado gente y gente por la misma
situación del país (Venezuela) que no les queda de otra. Si de verdad la gente
pudiera cruzar y evitar la selva, chévere, pero es imposible, porque todos los
países te piden visas y puedes ser devuelto», explica.
Su
caravana cruzó Centroamérica y parte de México «a pie, totalmente».
«Son
afortunados los que pasan, la gente que llega…llegué a México y en Guadalajara
tenía los pies hinchados. Me agarró Migración, preso una semana aunque avancé
con mi permiso que me habían dado ellos mismos. Es un protocolo, hasta que por
fin a la semana me soltaron, estuve preso esa semana con los pies hinchados»,
evoca.
No
está seguro todavía si pedirá asilo al ingresar a Estados Unidos.
«Sobre
el asilo político sería una buena opción, está el tema de asesorarse bien, pero
creo que es lo más conveniente el asilo».
«Sí de
verdad me gustaría quedarme en México, depende de las puertas que se me vayan
abriendo, la meta es estar bien, aquí o en Estados Unidos, si me va bien aquí
no dudaría en hacer vida aqui, establecerme y poco a poco ver el tema de la
familia, tengo mis dos hijos en Venezuela y ese es uno de los factores por los
cuales estoy en esta lucha», dice.
«El
flujo es masivo, muchísima gente cruzando, no se había visto eso…a Tapachulas,
llega tanta gente…es donde se sale más de control y crecen las caravanas…En una
semana entran 3.000 personas y los carnets (de tránsito por territorio
mexicano) los dan muy lentos…unos 200 en una semana, se van acumulando 3.000 a
4.000 personas por semana….Entonces la gente busca salir de ahí, por el calor
impresionante, los alquileres por la nubes, la comida…es mucho dinero que
invertir», narra.
¿Y
después que se entregan en la frontera?
Hoy la
mayoría de estos venezolanos son hombres y mujeres solos, ya sin grandes
vínculos materiales que los mantengan arraigados a su país de origen.
Etariamente además muchos encajan en ese perfil de los viajeros que son
devueltos de manera sumaria si ingresaran por los aeropuertos de Estados Unidos
cuando llegan declarando que van a a hacer turismo.
Las
últimas cifras disponibles de la Agencia
de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos sobre Encuentros (detenciones)
con extranjeros intentando cruzar de manera no autorizada la frontera, dan
cuenta que en el año fiscal iniciado en octubre de 2021 y hasta mayo pasado han
sido aprehendidos, devueltos, rechazados, incluidos para tramitar un programa
migratorio, inadmitidos o deportados en total 98.851 venezolanos, a escala
nacional.
Ese
número supone un promedio de 412 personas de Venezuela que cada día intentan
cruzar hacia EEUU, buena parte para entregarse directamente a la patrulla
fronteriza.
La
gran mayoría de ellos desde la frontera sur, que comprende los estados de
Texas, Nuevo México, Arizona y California.
«Los
encuentros con migrantes se refieren a dos tipos distintos de acontecimientos:
las expulsiones, en las que los migrantes son expulsados inmediatamente a su
país de origen o al último país de tránsito, y las aprehensiones, en las que
los migrantes son detenidos en Estados Unidos, al menos temporalmente», señala Pew Research en una hoja de información aclaratoria.
Cada
encuentro se refiere a un evento, no a una persona, y un migrante puede
encontrase más de un vez con la patrulla fronteriza o con cualquier otra
autoridad. De hecho, cerca de una cuarta parte de estos encuentros son con
personas que han intentado entra más de una vez en el último año.
Esta
cifra se alteró mucho por la aplicación del Título 42, ya que los migrantes de
cualquier nacionalidad expulsados sumariamente por razones sanitarias no
quedaban registrados pese a haber intentado un ingreso migratorio ilegal. En la
práctica eso los motivaba a intentar ingresar de nuevo. Esto contribuyó a elevar las cifras de encuentros a los niveles
más altos en 20 años.
Entre
octubre y mayo pasados, solo 414 venezolanos fueron
expulsados bajo el expediente
de Título 42. En todo el año anterior sacaron así a 1.283 venezolanos. Son
cifras muy baja comparado con lo que ocurrió con mexicanos y centroamericanos.
El 23
de mayo pasado el DHS puso fin a esa política del Título 42 heredada de Donald
Trump.
Asilos
y los números duros
En
todo caso, 2021 y lo que va de 2022 son años que está marcando récords de
encuentros o detenciones de migrantes de varias nacionalidades en la frontera,
así como de expulsiones inmediatas (la mitad de los encuentros tiene este
resultado).
Los
datos del Departamento de Seguridad Nacional revelan que en un 70,7% de los
casos de los migrantes detenidos en la frontera durante 2021 (primer año de
gobierno de Biden) fueron o expulsados, o enviados a centros de detención o
sometidos inmediatamente a procesos de deportación bajo el Título 8.
En
total, entre febrero y diciembre de 2021, según un reciente estudio de The American Inmigrant Council:
- 56.7%de los encuentros
con la Patrulla Fronteriza llevaron a una inmediata expulsión de
extranjeros bajo el Título 42.
- 21.7%de estos
encuentros llevaron a que la persona fuera liberada en la frontera
bajo permiso humanitario o de beneficio público, con
una notificación de reportarse ante una
oficina de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), la
temida «Migra».
- El permiso de permanencia permite a una persona que
podrá ser inadmisible o de otra manera inelegible para la admisión a
Estados Unidos, quedarse «de manera temporal por razones humanitarias».
- El solo formulario para las solicitud de
este permiso vale $660 para una persona entre 14 y 79 años de edad, y $575
años para menores de 13 años.
- El año pasado el 10.7%de los
encuentros con la patrulla fronteriza llevó a estos migrantes directamente
a un centro de detención local o federal de ICE.
- 7.6%de los encuentros
ejecutados por la Patrulla Fronteriza se trató de niños sin acompañantes,
que fueron enviados a la Oficina
de Reasentamiento de Refugiados.
- El 3.3%de los encuentros de la
Patrulla Fronteriza llevó a una inmediata deportación.
«Los
migrantes que son aprehendidos y expulsados del país o que fueron aprehendidos
pero se les permitió pasar por los procedimientos rutinarios de expulsión, lo
que incluye la solicitud de asilo mientras están en Estados Unidos, también se
clasifican como encuentros», señala un glosario de VOA citando expertos.
¿Los
migrantes venezolanos como quedan?
Por su
parte, la mayoría de los venezolanos rechazados quedaron directamente bajo el
Título 8:
«En
virtud del Título 8, las personas que intentan entrar en Estados Unidos sin
autorización y que no pueden establecer una base legal para permanecer en
Estados Unidos (como una solicitud de asilo válida), están sujetas a
consecuencias legales a largo plazo más allá de la expulsión de Estados Unidos,
incluyendo la prohibición de futuros beneficios de inmigración», advierte Homeland Security (DHS).
También
les aplican cargos criminales.
Dos
tercios de ese total de venezolanos detenidos, es decir 60.171 personas,
cayeron en Texas. Como las fronteras del estado de la estrella solitaria son
relativamente más cercanas a Ciudad de México o Guadalajara y Monterrey
(destino preliminar de las caravanas), la mayoría lo intenta por ahí, con la
peligrosa idea de cruzar vadeando o nadando o en balsas inflables el Río Bravo
(Río Grande, para los de Estados Unidos).
En
todo el año fiscal entre octubre de 2020 y septiembre de 2021 detuvieron a
50.499 venezolanos; en el año 2019/2020 solo 4.520. La tendencia es creciente.
Ya los
venezolanos están en «el top 5» de los americanos y caribeños que buscan entrar
de manera ilegal en Estados Unidos y son «encontrados» (detenidos) por la
patrulla fronteriza y la Migra.
Venezolanos,
tan aliens como cualquiera
Como
es historia, la gran mayoría de esos detenidos son mexicanos. Pero ya no son la
nacionalidad que por abrumadora mayoría predominaba en los años 90, 80 y 70.
En
este año fiscal van 1,753 millones de extranjeros detenidos por tratar de
entrar ilegalmente a Estados Unidos, y los mexicanos son solo un tercio de ese
total.
Otros
números relevantes los aportan los cubanos, que pese a provenir de una isla se
las arreglan para intentar entrar por tierra: van 140.602 capturados, contra
39.303 en el año anterior y 14.015 en el 2019/2020.
Nicaragua,
que también tiene un régimen represor de los derechos humanos y es un país en
eterna crisis económica y social, mandó 110.323 casos hasta mayo, comparado con
50.722 en el año fiscal completo anterior y 3.164 en el de 2019/2020.
Colombia,
con sus dramas históricos de violencia y desigualdad, tiene 74.952 este año
hasta mayo, contra 10.495 el anterior y 2.768 el otro.
Hay en
efecto un aumento general de esta ola migratoria desde América central y del
sur hacia Estados Unidos, especialmente después que pasó el encierro motivado
por la pandemia de covid. También hay una notable alteración estadística -según
los expertos- debido a la aplicación del título 42.
Como
esas expulsiones eran sumarias, el inmigrante no era procesado por migración, y
no quedaba manchado en los registros, de modo que muchos lo intentaban una y
otra vez.
Pero
el caso de los venezolanos es un poco diferente: muchos van con el expreso
propósito de entregarse para entrar en los engorrosos laberintos del proceso
migratorio de Estados Unidos, un proceso que puede tardar años, ser muy costoso
y con pocas posibilidades de éxito.
Pera
pedir asilo, hay que primero ser refugiado
Los
refugiados y asilados son personas que han buscado residencia en los Estados
Unidos para evitar la persecución en
su país de origen.
Las
personas a las que se les concede el estatus de refugiado solicitaron la
admisión mientras estaban fuera de Estados Unidos, rezan las normas.
Las
personas a las que se concede el asilo lo solicitaron en un puerto de entrada o
en algún momento posterior a su entrada en Estados Unidos, señala la
legislación de ese país.
Recientemente
la Corte Suprema de Justicia determinó el fin del programa «Quédate en México»,
según el cual los migrantes que esperaban asilo tenían que hacerlo desde el
otro lado de la frontera, en territorio mexicano. Ahora podrán esperar los
engorrosos e impredecibles trámites desde dentro de su soñado país de destino.
«El
DHS y el Departamento de Justicia están estableciendo un proceso justo y
eficiente para tramitar las solicitudes de asilo en nuestras fronteras», afirmó
oportunamente el secretario Alejandro Mayorkas.
«A
medida que implementamos esta norma transformadora a través de un enfoque
gradual, reduciremos los tiempos de procesamiento y la acumulación de años en
los tribunales de inmigración. Las personas que reúnan los requisitos para el
asilo recibirán protección más rápidamente, y las que no reúnan los requisitos
serán expulsadas rápidamente en lugar de permanecer en Estados Unidos durante
años mientras sus casos están pendientes. Estamos haciendo justicia
rápidamente, al tiempo que garantizamos el debido proceso».
Alejandro
Mayorkas
Cuidado
con un engaño
«La
solicitud de asilo nunca ha sido el medio más popular para entrar o permanecer
en Estados Unidos. Sin embargo, unas 100.000 personas lo solicitan cada año, lo
que supone un aumento de al menos el 1.700% respecto a 2007», señala el despacho de abogados Herman Legal Group.
Un
intento de fraude en una petición de asilo es un asunto muy
serio, y con implicaciones legales para cualquier migrante, ya sea por acción,
o por omisión.
«El
porcentaje de solicitudes de asilo que se aprueban ha disminuido en los últimos
años, aunque el porcentaje de solicitudes desestimadas por frívolas ha
aumentado. No todas las solicitudes de asilo que no se aprueban son frívolas, y
algunas de las que se tachan de frívolas son en realidad solicitudes honestas
presentadas por personas bienintencionadas», explica.
«Si su
solicitud de asilo se considera frívola, se le podría negar el derecho a
recibir cualquier beneficio de inmigración de EE.UU en el futuro, salvo unas
pocas excepciones. Incluso si está en Estados Unidos con un visado válido en
ese momento, su visado podría ser cancelado como resultado de que su solicitud
de asilo se considere frívola, y podría ser deportado».
Presentar
material material fabricado; pruebas falsas o inventadas son algunas de las razones para
considerar como frívola una solicitud de asilo.
En
principio, «Cualquier extranjero que se encuentre físicamente en los Estados
Unidos o que llegue a los Estados Unidos (sea o no en un puerto de llegada
designado e incluyendo a un extranjero que sea traído a los Estados Unidos
después de haber sido interceptado en aguas internacionales o de los Estados
Unidos), independientemente de su estatus, puede solicitar asilo».
«La
carga de la prueba recae en el solicitante para establecer que es un
refugiado…el solicitante debe establecer que la raza, la religión, la
nacionalidad, la pertenencia a un grupo social particular o la opinión política
fue o será al menos una razón central para perseguir al solicitante», señala la
legislación.
Teniendo
en cuenta todas las circunstancias y todos los factores pertinentes, «el
juzgador de los hechos puede basar la determinación de la credibilidad en la
conducta, la franqueza o la capacidad de respuesta del solicitante o del
testigo», así como la verosimilitud de relato del solicitante o del testigo, la
coherencia entre las declaraciones escritas y orales del solicitante o del
testigo y la coherencia de las declaraciones del solicitante de asilo con otras
pruebas registradas, lo que incluye los informes del Departamento de Estado
sobre las condiciones del país de origen».
Asilo
defensivo y asilo afirmativo
«En el
uso común, la palabra asilo suele referirse a la protección o la seguridad. En
el contexto de la inmigración
sin embargo, tiene un significado más restringido. La Ley de Inmigración y
Nacionalidad (INA) de 1952, con sus modificaciones, prevé la concesión de asilo
a un extranjero que lo solicite de acuerdo con los requisitos aplicables
y se determine que es un refugiado».
El
asilo entonces puede ser concedido por el Departamento de Seguridad Nacional
(DHS) o la Oficina Ejecutiva para la Revisión de la Inmigración (EOJ) del
Departamento de Justicia (DOJ), dependiendo del tipo de solicitud presentada.
Después
de un año como refugiado o asilado (una persona a la que se le ha concedido el
asilo), puede solicitar convertirse en residente
permanente legal de EE.UU.
Son
las dos formas básicas de asilo a las que puede recurrir un extranjero en
Estados Unidos.
«Una
solicitud de asilo es defensiva cuando el solicitante se encuentra en un
procedimiento de expulsión estándar en el tribunal de inmigración y solicita el
asilo como defensa contra esa expulsión»,. según la política
oficial de Estados Unidos al respecto.
Cómo
funciona
Pero
el Título 8 ofrece a los migrantes detenidos la posibilidad de solicitar
protección humanitaria, incluso para aquellos que carecen de documentos de
entrada o que entraron ilegalmente en Estados Unidos y aunque se encuentran en
un procedimiento formal de expulsión.
Los
procedimientos de expulsión en virtud del Título 8 siguen uno de los dos
procesos: Muchos inmigrantes no autorizados detenidos en la frontera son
sometidos a una expulsión acelerada, sin necesidad de una vista judicial
formal, explica un esclarecedor documento del servicio de
investigación del Congreso de EEUU.
Pero
si un inmigrante en proceso de expulsión acelerada expresa su intención de
solicitar asilo por temor a regresar a su país de origen, debe ser examinado
mediante una entrevista en la que exponga su «miedo creíble» para determinar
si este temor merece una revisión más exhaustiva.
Salvo
en el caso de algunos inmigrantes no autorizados sujetos a detención
obligatoria, el DHS tiene la facultad de liberar a los inmigrantes durante el
tiempo que dure el procedimiento formal de expulsión.
Esta
puede ser la brecha que aprovechan los migrantes no autorizados para intentar
quedarse después de su odisea y conseguir asilo.
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