Fernando Luis Egaña 24 de julio de 2022
Si los
factores políticos, económicos y sociales que al menos alegan que haya un
cambio efectivo en la realidad nacional, andan cada cual por su lado, más
interesados en sus aspiraciones particulares, que en un compromiso por el
cambio general, es decir nacional, entonces se beneficia el continuismo del
presente: la hegemonía despótica y depredadora.
Pongo un ejemplo de lo contrario: acaso la razón principal para la consolidación fructífera de la República Civil fue el compromiso por la democracia del conjunto de instancias sociales, económicas y políticas. ¿Ello significaba la renuncia a sus aspiraciones sectoriales, muchas veces en contradicción? No. Ello significaba la integración en un mensaje, una actitud y un proceder común: la defensa de la democracia para establecer una República Civil.
Ésta
se comenzó a erosionar, entre otros motivos, porque esos factores relegaron el
compromiso básico, y privilegiaron sus propios intereses. La Venezuela
archipiélago, como la llamara, en su momento Rafael Caldera.
La
hegemonía destruye al país, aplastando la autonomía de los ámbitos intermedios
de la sociedad. Si éstos se ocupan más de sus necesidades específicas, y no las
conectan o integran en una fuerza nacional para el cambio efectivo, es difícil
que se logre un cambio verdadero. Por lo demás no faltan los que se disfrazan
de oposición para disimular sus entretelas con la hegemonía. Pero eso es harina
de otro costal.
Ahora
que se vuelve a hablar de transiciones de regímenes, hacia el horizonte
democrático, espero que el ejemplo de integración que nos refiere la
historia, ayude a superar la fragmentación que debilita la posibilidad de
reconstruir a Venezuela.
Fernando
Luis Egaña
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