Ismael Pérez Vigil 23 de julio de 2022
Las
últimas semanas me he referido a los empresarios venezolanos, a su relación con
el estado y el gobierno y en particular a la posición de algunos −no todos[1] −
y sus “asesores” empresariales o de imagen, con relación al tema de la supuesta
“mejoría” o “arreglo” de la situación económica del país, que el gobierno
afirma y promueve. Me propongo ahora cumplir lo ofrecido en el último artículo,
(Empresarios y Estrategias Políticas, https://bit.ly/3z9WY49)
y tratar el tema de los gremios empresariales. Pero antes de eso, haré un
resumen de los puntos más importantes que he tratado.
El
diálogo, la negociación entre empresarios, empresas, y el gobierno es algo
inevitable e ineludible, forma parte del ser, de la “naturaleza” de la empresa
y del empresario, en defensa de sus intereses, los de sus asociados, sus
trabajadores y las familias que dependen de su actividad; deben negociar
precios, tarifas impositivas, regulaciones y restricciones, acceso a divisas y
un largo etcétera. El objetivo y la forma de dialogar es lo que debe ser motivo
de análisis.
Diálogo individual y colectivo.
La
primera forma que adopta ese diálogo es individual, por cada empresa y el
empresario, en ese diálogo es muy vulnerable, frente al todopoderoso estado;
por eso la finalidad de ese diálogo esta necesariamente limitada a los
objetivos inmediatos, parciales, ya descritos, que permiten que la empresa
opere y cumpla su finalidad de generar riqueza y bienestar para sus dueños,
asociados y trabajadores. Por eso creo que es una falsedad y una falacia
alentar la idea de que es posible, a través de ese diálogo o la acción de la
empresa de manera individual, que se vaya a lograr un proceso de “apertura”, un
cambio de 180 grados en los objetivos, naturaleza y metas del gobierno, como
algunos pretenden y que éste se convierta en lo opuesto a lo que es, que cambie
su naturaleza autoritaria; cualquier cambio que así se produzca, como ya ha
ocurrido, es y será un cambio meramente cosmético, táctico, que se puede
revertir en cualquier momento y que le permite al régimen seguir manteniendo el
control omnímodo que hoy tiene.
Pero
hay otra estrategia o forma de negociación, que conduce a conductas y prácticas
sociales de relación con otros sectores de la sociedad civil, muy distintas: La
negociación colectiva, que puede contribuir al objetivo general de la búsqueda
de un cambio político, única solución de fondo para el oprobio en el que
vivimos y que eleva el nivel de conciencia y el costo político al gobierno. Esa
es la estrategia que se desarrolla a través de los gremios empresariales.
Los
Gremios Empresariales.
Pero
sobre los gremios empresariales, antes de plantear cual debe ser su actividad
en la relación con el gobierno, hay varios factores a tomar en cuenta. El
primero es que los gremios empresariales son muy distintos, a los gremios
estudiantiles, profesorales, de trabajadores o de profesionales. Todos los
mencionados cuando se agrupan pueden tener sus diferencias de objetivos y modos
de lucha y sin duda disputan y compiten por el control y poder en sus
respectivos gremios. Pero los gremios empresariales además de disputar el
control interno y el poder en su respectivo gremio, las empresas que se
agrupan lo hacen con sus competidores reales[2] ,
con los que también disputan por precios, cuotas de mercado, desarrollo de
innovaciones y tecnología que les permita obtener ventaja sobre sus rivales,
por el personal capacitado para desarrollar y ampliar el negocio y otros aspectos
que convierten a la competencia entre ellos en un tema de sobrevivencia. De
allí que la negociación interna, en las cámaras por sector económico de
actividad o sectoriales, sea más compleja y los acuerdos más difíciles de
lograr, pues no es fácil compartir la información entre empresas que son
rivales en el área de la actividad económica en el mercado.
Gremios
Intersectoriales y Regionales.
Por
eso los gremios empresariales, en casi todo el mundo y obviamente en Venezuela,
además de agruparse por sectores de actividad, también lo hacen de manera
general, en cámaras intersectoriales u “organismos cúpula”, como los
denominamos nosotros, (Fedecámaras, Conindustria, Consecomercio, etc.) y en
cámaras regionales, de carácter general, que abarcan diferentes actividades
económicas. Es allí, en esas cámaras, en donde se debe preparar el escenario
para la negociación colectiva con el gobierno, que trasciende la individualidad
de las empresas y permite alcanzar logros más generales y en donde las empresas
son menos vulnerables.
Pero,
para que esto ocurra debe superarse una perniciosa tendencia, pues entre los
empresarios del país, —tanto los que creen que hay que ocultar la cabeza, como
el avestruz, para retrasar lo inevitable, como los que creen que la solución es
enfrentarse—, también los hay, por desgracia, quienes creen o piensan, que la
actividad gremial debe seguir siendo lo que fue hace muchos años: una mera
gestoría para obtener reivindicaciones y prebendas inmediatas y parciales del
Gobierno y que solo a eso deben dedicar sus esfuerzos los gremios
empresariales.
Por
supuesto, en Venezuela, teniendo enfrente a un Estado tan poderoso, con tantos
recursos provenientes del petróleo −aunque hoy estén mermados− el actuar de los
gremios empresariales no ha sido como en otras latitudes, que se constituyeron
en verdaderos sindicatos o “corporaciones empresariales” dispuestas a
enfrentarse al Gobierno hasta las últimas consecuencias.
Eso ha
hecho que, bajo la influencia de sus empresas, en Venezuela, con honrosas
excepciones, los gremios languidezcan, sin recursos y sin adoptar posiciones
firmes, simplemente dedicados a la gestoría, a conseguir alguna reunión o
entrevista −si es individual y privada, mejor− con un alto funcionario, a ir de
despacho en despacho en búsqueda de alguna medida que “alivie” temporalmente
sus pesares, que son muchos y eso no hay que desconocerlo.
Empresarios
ricos, empresas y gremios pobres.
En
Venezuela no solo hay empresarios ricos y empresas pobres, como alguien dijo
hace varios años, también hay empresas ricas y gremios empobrecidos, sin
recursos para investigar, para hacer análisis, para promover una campaña
educativa en la comunidad o entre sus afiliados, o simplemente para decir la
verdad de los males que afectan a las empresas que generan el empleo y la
riqueza del país.
Así,
los gremios −piensan algunos− deben ser meras agencias reivindicativas, que,
cuando puedan, le hablen fuerte al Gobierno, que le digan las cosas “claras”,
porque obviamente las empresas o sus empresarios no lo “pueden o deben” hacer.
Son los gremios, piensan, los que deben arriesgar el pellejo y latirle en la
cueva al Gobierno, en nombre de todos los empresarios; y todo lo más, creen,
que se dediquen −mientras tanto− a realizar cursos de “actualización”,
para mantener al día a los empleados de las empresas y realizando actividades
con las que, de paso, obtengan los recursos que les permitan sustituir las
cuotas de afiliación que las empresas pagan, que cuanto más bajas, mejor.
Tristes pensamientos que pasan por la cabeza de buena parte de los empresarios
del país.
Pocos
gremios en Venezuela −aunque los hay− han podido ser verdaderos centros de
actualización empresarial, o de investigación y análisis de la realidad;
capaces de hacer, al gobierno y al Estado, propuestas alternativas de políticas
públicas o de análisis y denuncia de las políticas económicas gubernamentales
que arruinan la economía del país. Cuando han podido hacer esto ha sido gracias
al aporte de fondos de organismos multilaterales o agencias internacionales, o
gracias a la generosidad de alguna empresa o empresario que han entendido cual
es la verdadera misión de los gremios empresariales.
Conclusión
Necesitamos
más empresarios que entiendan que sus empresas se deben fortalecer en sus
gremios. Que no hay manera de luchar individualmente contra un estado todopoderoso
dispuesto −y lo ha demostrado− a acabar con las empresas. Que tampoco es
posible evadir lo que ocurre en el país, que la amenaza contra la propiedad
privada no ha desparecido y pretender que no está ocurriendo y que,
desconociéndolo, dejará de existir esa amenaza. Necesitamos empresarios que
entiendan que es a los gremios a los que deben fortalecer, dotándolos con los
recursos económicos que les permitan enfrentar la amenaza que todavía se cierne
contra la empresa y la propiedad privada en Venezuela y que ese peligro no
desaparecerá hasta que no se dé un cambio de modelo económico. Necesitamos
empresarios que entiendan que a través de sus gremios deben formar alianzas con
el resto de la sociedad civil y con las organizaciones políticas democráticas para
impulsar la transformación política, económica y social del país.
Ismael Pérez Vigil
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