Trino Márquez 28 de julio de 2022
@trinomarquezc
El
método de escogencia del candidato unitario de la oposición a través de la
primarias, se convirtió en la fórmula más respaldada por los electores. Se
encuentra por encima de otros procedimientos como el consenso entre las cúpulas
de los partidos, la designación a partir de un grupo de encuestas o la
selección de un colegio electoral que, finalmente, nombre al abanderado entre
varias opciones. No me encuentro entre los fanáticos de las primarias, pero en
vista de que es la fórmula que concita mayor respaldo popular, considero que
debe apoyarse.
Algunos problemas deben considerarse. El Gobierno probablemente utilice esa consulta para, en nombre de la unidad ‘más amplia’, introducir en el proceso algunos quinta columna cuya finalidad consista en torpedear el proceso y denunciar que los cogollos de siempre, en este caso el G4, quieren apropiarse de la consulta y desvirtuarla. Al final, esos espías abandonarán la competencia tratando de causarle el mayor daño posible. Intentarán sembrar dudas y sospechas sobre su legitimidad.
Los
esfuerzos por incluir la mayor cantidad de partidos y grupos opositores es
conveniente, pero sin forzar la barra y sin actitudes ingenuas. El reglamento
que rija las primarias debe ser taxativo: se trata de elegir al candidato de la
oposición, no al aspirante que le interesa a Nicolás Maduro y al PSUV. Los
‘alacranes’ y otras especies parecidas forman parte de esa fauna que se mueve
al acecho. Frente a ellos conviene estar atentos y no hacerles concesiones
indebidas.
En la
actualidad, el porcentaje de electores inclinados a participar en unas elecciones
primarias es relativamente bajo: 15%, de acuerdo con las estimaciones de
Consultores 21. Esta cifra podría elevarse si la gente percibe una verdadera
disposición a buscar un candidato que represente la opinión de la mayoría de la
gente descontenta con la incompetencia y corrupción del régimen. El líder que
salga electo en los comicios primarios debería ser el resultado de una
participación nacional, masiva y categórica. Esta presencia del pueblo opositor
le daría de entrada un amplio respaldo a la figura que emerja de la consulta y
minimizaría los riesgos de que el gobierno logre el éxito al pretender, como
seguramente lo hará, promover y financiar candidatos opcionales que
representen, según el régimen, la oposición ‘sensata’, con la cual es posible
entenderse. Por lo tanto, un objetivo de esta etapa debería consistir en
promover la consulta, generar una atmósfera que la favorezca e insistir en sus
virtudes como fórmula de intervención democrática en la selección del candidato
para los comicios de 2024.
En las
conversaciones en México, o en donde sea que estas se realicen, el tema de las
primarias tendría que ser central. La oposición debe obtener la seguridad de
que los aspirantes que deseen participar en el proceso no serán perseguidos, ni
inhabilitados; que no se opondrá a que los venezolanos que se encuentran en el
exterior puedan votar; que los centros de votación podrán ubicarse en las zonas
más populares y humildes; y que la consulta fluirá sin contratiempos, sin la
coacción o amenazas de los colectivos u otros grupos de choque. El Gobierno
tendrá que comprometerse a que no se valdrá del Tribunal Supremo de Justicia
para inhabilitar al candidato elegido.
Esas
garantías resultan indispensables para que las primarias adquieran el alcance
nacional que deben lograr, y el representante sea genuinamente popular, no solo
la expresión de las clases medias urbanas de las principales ciudades del país.
Con
respecto a la participación del Consejo Nacional Electoral en la organización
de las primarias, este tema me parece bizantino. Enrique Márquez ha dicho que
si los partidos opositores le piden al CNE que lo haga, el organismo electoral
lo hará con gusto. Prestará las máquinas, el cotillón electoral y otros
insumos. La intervención del CNE no es una norma obligatoria. Sin embargo, hay
recordar que Enrique Márquez y Roberto Picón son dos voces minoritarias en el
cuerpo rectoral. Conociendo el comportamiento del régimen, es posible suponer
que la mayoría oficialista podría decidir, sobre todo si la consulta es masiva,
que el candidato de las primarias no podrá inscribirse en el organismo porque
su escogencia no contó con la participación del cuerpo. Si en México no se
logra un acuerdo taxativo al respecto, no veo ninguna necesidad de correr ese
riesgo innecesario.
Considero
que el apoyo del CNE habría que aceptarlo, como lo han hecho ya algunos
sindicatos y gremios en varios estados del país. No hay que buscar más
problemas de los que ya tenemos.
Afortunadamente,
la oposición ya ha venido avanzando en la oposición correcta.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico