Luisa Quintero 05 de agosto de 2022
La travesía del Darién es una
de las rutas migratorias más inseguras y exigentes de la región, al igual que
los pasos del altiplano boliviano y la zona desértica de Chile. Los venezolanos
que cruzan la selva se exponen a diversas enfermedades, que varían en los
niños, además de secuelas psicológicas debido a situaciones traumáticas, como
los robos masivos y violaciones
«Ahí
la vida no vale nada, ni siquiera la de los niños», le dijo Gabriela, una
venezolana de 40 años, a los oficiales de Médicos Sin
Fronteras (MSF) tras cruzar la selva del Darién, el peligroso paso que
comunica Colombia y Panamá y que este año repuntó como una de las rutas más
usadas por los migrantes venezolanos para llegar a Estados Unidos.
La
ruta del tapón del Darién —como también se conoce— dura entre cinco y 10 días
dependiendo del ritmo de la persona. Variaciones climáticas extremas, robos,
violencia sexual, secuestros y falta de alimentos son algunos de los peligros
que encuentran los migrantes en la selva.
El esfuerzo físico no es solo el trayecto de la selva. La mayoría empieza su viaje a pie desde Venezuela (77%), pero también se registran migrantes venezolanos caminando hacia EEUU desde Colombia (7%), Ecuador (6%) y Perú (3%).
En la
selva, a Gabriela y su grupo les robaron todo el dinero que traían consigo, los
amenazaron con violarlos y además fueron obligados a ver cómo desnudaban a
varios asiáticos.
«No se
atrevan a cruzar por aquí y si se atreven sepan que hay riesgos de violación,
secuestro y robo. Hay peligro de muerte. Si tienen niños, no lo hagan porque es
exponer a sus hijos a la muerte», reiteró la mujer, quien cruzó rumbo a Estados
Unidos.
Liliana Carrizo, infectóloga y coordinadora de actividades médicas de MSF en Proyecto Darién, explica a TalCual que «lo que pasa con los migrantes cuando pasan el Darién tiene un impacto en la salud tremenda. Por ejemplo, la mayoría llega con problemas respiratorios, accidentes, violencias y se prioriza atención en violencia sexual. Se hace un triaje, pero se prioriza la atención de los casos más urgentes».
Dependiendo
de la llegada de migrantes, pueden atender entre 300 y 1.000 personas diarias
con diversos problemas de salud.
La
infectóloga insiste en que su salud se condiciona por el tipo de ruta, debido a
que las personas pasan «muchas situaciones difíciles» por el entorno
geográfico.
«Hay
mucha gente que viene con dermatitis en los pies y piernas, pero
también en el cuerpo por mosquitos, pies destrozados de tanta caminata,
pasar por barro y sin higienizarse, eccemas (enrojecimiento y picazón),
infecciones en la piel, heridas en la entrepierna».. detalla.
Otro
problema común dentro de los migrantes son las diarreas,
debido a que no tienen suficiente acceso a agua potable, sobre todo los niños,
y toman del río. La deshidratación también está siempre porque no llegan a
tener la suficiente ingesta de líquido.
Entre
las familias que transitan por estas rutas, también hay personas de la tercera
edad con enfermedades crónicas que priorizan continuar su viaje a recibir
asistencia médica durante el tránsito.
Niños
y embarazadas en el Darién
Se
estima que la mujeres representan un 25% de los migrantes en tránsito por la
selva, la niñez un 15%. Los más de 5.000 niños y niñas que han hecho la
travesía para cruzar a Panamá entre enero y mayo de este año se enfrentan a un
mayor riesgo de ahogarse, trata de personas y explotación, según el reporte de
la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de
Venezuela (Plataforma R4V).
La infectóloga Liliana Carrizo destaca que los niños y niñas evaluados presentan más infecciones respiratorias altas, otitis y conjuntivitis. MSF no tiene certezas si llegan con su esquema de vacunación, debido a que «algunos saben decirnos u otros no».
Esto
no significa que no presenten problemas en la piel, la misma deshidratación o
diarreas que los adultos con los que cruzan.
Uno de
los problemas que han identificado agencias de Naciones Unidas y ONG es el
creciente aumento de niños, niñas y adolescentes que cruzan solos o con
personas que no son sus representantes, por lo que se dificulta saber si tienen
enfermedades previas que deban ser monitoreadas.
En
cuanto a las embarazadas, la mayoría sufre de traumatismos debido a
caídas, además del resto de problemas que padecen los adultos, dice
Carrizo.
En
Necoclí (Colombia), la ruta de inicio del Darién, se identificó que una de cada
10 mujeres estaba embarazada o en periodo de lactancia.
«Lo
primero que hacen es pasar a la consulta para ver si el bebé todavía está bien,
el problema es como el resto de los migrantes, pero mucho más significativo. Se
han algunos perdido bebés, pero la mayoría se refieren. Se han podido resolver
la mayoría de las situaciones siempre con la colaboración de Migración»,
señala.
Salud
mental
Las
exigencias a quienes cruzan no son solo físicas. Diversas ONG, entre ellas
Médicos Sin Fronteras, que está apostado en la estación migratoria de San Vicente (Panamá), han
solicitado mayor atención, especialmente psicológica y hacia víctimas de
violaciones sexuales.
Entre
enero y mayo de 2022 han atendido al menos 100 consultas por violencia sexual
en la estación de San Vicente. En 2021 se realizaron 328 consultas por esa
causa.
A
pesar de que el Ministerio de Salud de Panamá tomó recomendaciones de sus
exigencias, «aún falta un camino por hacer, no es suficiente», asevera Carrizo.
Por ello considera necesario tomarse y abarcar más migrantes antes de que pasen
72 horas del evento y se pueda tomar profilaxis.
«Ahora
hay equipos médicos en algunas zonas estratégicas. Estamos trabajando conjuntamente
con MINSA y nosotros para mejorarlo», señala la representante de MSF.
Respecto
a la atención en salud mental, Médicos Sin Fronteras en lo que va del año ha
atendido, en promedio, a siete pacientes cada día por problemas asociados con
ansiedad, depresión y estrés agudo.
«El
impacto psicológico es inmenso y es una de las cosas que hacemos hincapié en el
abordaje», refiere la infectóloga. A pesar de que muchos migrantes solo pasan
máximo 48 horas en la estación San Vicente, en MSF dan oportunidades de
tratamiento, lo que incluye psicoterapias breves a los que se quedan más
tiempo.
Con el
resto se hacen consultas únicas «que los ayuden a sobrellevar eso que han
vivido», dice Carrizo.
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