El abordaje del bullying es un asunto que ocupa a cada vez más centros educativos. Hay más información, autoridades que invitan a denunciar los casos, implementación de protocolos o rutas de actuación, familias que piden medidas.
Sin embargo, nos preocupa observar una especie de “doble moral”. El acoso por la orientación sexual de los estudiantes es una de las más evidentes expresiones de esa doble moral. Teóricamente se maneja el discurso de no permitir el acoso escolar de ningún tipo, se dice respetar la igualdad y la no discriminación como derechos humanos establecidos en la Constitución y en la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA); pero se mira hacia otro lado cuando se presentan estos casos.
Algunos familiares y docentes manifiestan no comulgar con la “ideología de género que se trata de imponer” por lo que se niegan a reconocer cualquier realidad distinta a la “voluntad divina” y al sexo biológico. En estas situaciones hay que ser categóricos al definir que el acoso escolar es violencia en todas sus expresiones y ninguna puede ser justificada ni legitimada. De lo contrario se está abriendo la puerta a la discrecionalidad que puede conducir a la injusticia e impunidad.
Bullying homofóbico
Al acoso escolar o bullying motivado por la orientación sexual o la identidad o expresión de género se le denomina bullying homofóbico. Son casos donde se sufre una doble victimización por el acoso recibido y por la estigmatización por la orientación sexual que genera la agresión.
Tamara Adrián advierte en la investigación titulada Para Dejar de ser Fantasmas sobre las consecuencias: “Estos grados de discriminación, acoso verbal y violencia física, particularmente graves durante los estudios de educación media, producen una intención de suicidio absolutamente inadmisible y descorazonadora, que se mide por primera vez en Venezuela. Agravado por la ausencia absoluta de programas y políticas públicas para controlar la discriminación, el bullying, el acoso y la violencia física, particularmente a nivel educativo”.
La experiencia muestra que el modelaje familiar es determinante para que se de luz verde a las agresiones verbales, físicas y simbólicas o, por el contrario, se fomenten climas y relaciones mediadas por el respeto y la tolerancia. No estamos obligados a aceptar o a que nos guste la forma de ser o las opciones de los otros; pero si estamos obligados a respetarlos y a nunca sentir la libertad de agredir a otro u otra por su ser como es.
El Comité de Derechos del Niño, de la Organización de las Naciones Unidas para el seguimiento de los derechos de la niñez, ya advertía sobre la actuación del Estado venezolano ante los casos de intimidación y discriminación de niños, niñas y adolescentes a causa de su orientación sexual o identidad de género, en 2014: “El Comité lamenta la falta de información sobre las medidas adoptadas para luchar contra la discriminación por motivos de sexo, orientación sexual, identidad de género y discapacidad”.
https://efectococuyo.com/opinion/acoso-escolar-tolerado/
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