Ovidio Pérez Morales 29 de junio de 2023
@OvidioPerezM
Ciertos
signos de notable fervor popular están acompañando el proceso de las primarias,
que presagian un 2024 de renacimiento nacional, en el sentido de: reencuentro
ciudadano, reconstitucionalidad democrática, impulso productivo,
concientización ética y espiritual, retorno de millones de expatriados,
reinserción privilegiada del país en una hermandad internacional acorde con su
ser histórico-cultural, enraizamiento efectivo en lo mejor de la tradición
nacional.
Por algo y mucho el Episcopado venezolano ha venido insistiendo en los últimos años en la urgencia de una refundación nacional. Tarea que implica asumir el asumir el protagonismo que le corresponde intransferiblemente a los compatriotas como soberano (CRBV 5). “Para refundar la nación, una de las más importantes tareas que tenemos pendientes los venezolanos es volver a recobrar la fuerza de ser sujetos, recobrar la autonomía y la libertad como ciudadanos y como nación ante la invasión político-cultural extranjera en la que nos encontramos” (Exhortación de 12.07.2021).
Avanzar
en esta dirección permitirá al país entrar en el nuevo siglo-milenio, luego de
más de dos décadas de involución, de destrucción en los varios ámbitos de la
vida nacional. Hacer aquí un inventario de desastres parece innecesario, cuando
es todo un pueblo el que está sufriendo las consecuencias de manejos no sólo
deficientes, sino de prácticas sistemáticamente irresponsables, opresivas y
corruptas. El 2024 no sólo ha de reiniciar el Estado de Derecho, la repoblación
del país, el reconocimiento de la dignidad de jubilados y trabajadores, el
progreso económico, la recuperación educativa, la libre comunicación, sino la
sanación del país de la lacra de corruptelas que lo han expoliado.
El
clima de entusiasmo y esperanza que va in crescendo por las
primarias preanuncia -¿por qué no decirlo?- un tsunami de fervor popular
ante el cambio político que se actuará el próximo año. El conocido lema de
“Despierta y reacciona” parece que lo está asumiendo el soberano, que más y más
toma conciencia de su condición y obligación. Dichos como aquel de que “por las
buenas o por las malas” lo van a tener callado y oprimido ya no le hacen mella.
Al contrario, más bien estimulan su inalienable responsabilidad y alimentan su
amor propio.
Ahora
bien, el cambio que como deber- ser- y- hacer se espera y trabaja no podrá ser
un “voltear la tortilla” de compadrazgos, sectarismos, hegemonías e
imposiciones ideológico-políticas. Ya el país ha padecido un buen número de
años de esos males. Una buena dosis de racionalidad, prudencia y amplias miras
logrará el reencuentro del país consigo mismo, la revitalización de la
convivencia y el esfuerzo conjunto para echar adelante este país. A quienes
pudimos seguir presencialmente o con seria atención el drama del Muro de
Berlín y la reunificación alemana no nos es difícil afirmar que si la humanidad
ha podido sobrevivir en la historia es por acuerdos logrados sobre una base
consistente de realismo, imaginación, paciencia, prudencia, aguante…, en
las circunstancias más difíciles y catastróficas. El instinto de conservación
es singular y colectivo. Alguien ha dicho que “los enemigos de ayer son los
amigos de mañana”. Y no le faltaba sin-razón.
Las
mediaciones de opinión más confiables se inclinan claramente hacia un cambio de
régimen. Buen cálculo y acertada estrategia de parte del oficialismo sería una
actitud patriótica, razonable, que facilite el paso de lo que hay a lo que el
país espera. La tierra da vueltas; hoy es de día, mañana de noche, y el
universo sigue moviéndose.
No hay
derecho a desesperar. Como humanos contamos con vasta experiencia de una
historia, que es movimiento y cambio. Y si somos creyentes, tenemos la certeza
de que Dios acompaña y quiere siempre todo lo que significa caminar hacia la
unidad, la paz y la fraternidad.
Las
primarias han de seguir adelante y deben abrirse paso exigiendo justas
condiciones, la libertad necesaria, el apoyo internacional. No como regalos,
sino como expresión de una debida solidaridad. El soberano (CRBV 5) es algo
serio. Y el “bravo pueblo” no simple poesía.
Ovidio
Pérez Morales
@OvidioPerezM
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