ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN 16 de junio de 2023
@anarodriguez_b
“Ni
por las buenas ni por las malas. Nunca más volverán a gobernar este país”.
Esta
fue la advertencia que el número dos del chavismo, Diosdado Cabello,
lanzó hace unos días refiriéndose a las intenciones de la oposición de lograr
una victoria presidencial en 2024.
Este mensaje no solo va acompañado de palabras sino de acciones que están en desarrollo en Venezuela y que preocupan solo a una parte de la sociedad, pues la mayoría está ocupada en subsistir.
Se
trata de la imitación del modelo nicaragüense, como reconocen analistas,
exacerbando inhabilitaciones políticas, sentencias y demás instrumentos
político-jurídicos que permitan la permanencia en el poder
del chavismo, al menos para un nuevo periodo presidencial de seis años.
En ese
sentido, el chavismo avanza en un plan estructurado para asfixiar políticamente
a la oposición, algo que va en contravía de la comunidad internacional,
incluido países como Colombia, quienes piden que Venezuela saque adelante un
calendario de elecciones.
La oposición,
que había jugado al abstencionismo, siempre débil y dispersa, decidió hace unos
meses encaminarse en unas elecciones primarias pautadas para el 22 de octubre
con las que pretenden elegir a un candidato capaz de enfrentarse a Nicolás
Maduro y tratar de salir victoriosa.
Según
datos de la consultora Polianalítica, basados en proyecciones realizadas desde
el exterior, la intención de votos en las primarias sería de 53 por
ciento para María Corina Machado; 22 por ciento, Benjamín Rausseo; 10 por
ciento, Manuel Rosales; 8 por ciento, Henrique Capriles y 3 por ciento, Freddy
Superlano.
Según
los datos, este sería uno de los motivos de la actitud radical del chavismo que
no calculó el empuje que tendría la opositora María Corina Machado y
quien es considerada su principal enemiga. Ella, de hecho, ha sorprendido con
su popularidad en ascenso, especialmente en estratos sociales D y E,
considerados chavistas.
Estas
cifras serían uno de los motivos de la actitud radical del chavismo que no
calculó el empuje que tendría la opositora María Corina Machado y quien es
considerada su principal enemiga. Por eso, el chavismo busca frenar el fenómeno
de Machado, especialmente cuando la popularidad de Maduro lleva años en los
límites del 20 por ciento.
En
Nicaragua, por ejemplo, el régimen de Ortega optó por la estrategia de sacar de
la ecuación a los opositores fuertes. En 2021, siete candidatos nicaragüenses
fueron arrestados.
Si
bien en el caso venezolano aún no hay arrestos, el hecho de que la Asamblea
Nacional, de mayoría chavista, haya anunciado la renovación del Consejo
Nacional Electoral (CNE), le pone trabas a la oposición para que adelante
sus primarias y surja un candidato sólido.
“Lo
primero es que esta acción sorpresiva cambia el tablero político”, dice
a propósito el politólogo y analista Ángel Medina.
Este
jueves, sus ocho rectores oficialistas, entre principales y suplentes,
presentaron la renuncia alegando que el país vive un
proceso de diálogo y negociación, por lo que ellos están dispuestos a dejar sus
cargos. Los dos rectores de oposición no suscribieron la declaración, pero
tampoco han ofrecido declaraciones.
Corresponde
al Parlamento, presidido por el oficialista Jorge Rodríguez, iniciar el proceso
para recibir las postulaciones y nombrar un nuevo órgano electoral.
“Con
un nuevo CNE el gobierno va a tratar de crear una nueva figura como la de la
recordada Tibisay Lucena, porque este CNE no genera el temor ni el
impacto de la rectora Lucena”, o al menos así lo cree que el politólogo Daniel
Arias.
El
politólogo añade que los tres nuevos rectores principales deben ser figuras muy
importantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) “que seguro van a
causar conmoción porque serán relevantes”.
Si
esto es así, aunque la Comisión Nacional de Primarias, compuesta por destacados
académicos de la sociedad civil, insista en contar con la asistencia técnica
del CNE para octubre, será poco probable que haya confianza en el proceso, tal
como lo han manifestado candidatos como María Corina Machado, que no se ha
negado a participar en el proceso, pero sí cuestiona la credibilidad del mismo.
Precisamente
estas diatribas son parte de la estrategia del gobierno. “Sin duda alguna es
más que evidente que una táctica dilatoria a efectos de las elecciones
primarias busca desmotivar y desmovilizar al conglomerado opositor que de por
sí por errores pasado muchas veces ha sembrado desconfianza en el sistema
electoral y eso lo aprovecha el oficialismo para su escenario más favorable”,
explica el analista político Jesús Yánez.
Mientras
va en marcha el reacomodo del CNE, por otro lado, el Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) también estaría haciendo lo propio, preparando
inhabilitaciones o declarando improcedentes procesos como las primarias, tal y
como sucedió en Nicaragua, donde el oficialismo controlaba las principales
instituciones, como ocurre en Venezuela.
“Las
primarias, sin haber empezado, ya se han convertido en demoledora de
candidatos”, insiste Arias, planteando que el gobierno “va a tener que
jugar en un esquema Nicaragua” usando lo político y jurídico para
neutralizar candidatos, liderazgos y financistas de campaña.
Si los
pronósticos anteriores son ciertos, coinciden con el planteamiento de Andrés
Izarra, exministro de Hugo Chávez, ahora en el exilio.
Izarra
plantea que de cara a 2024 habrá una “híperpolarización” ya que el CNE estará
encabezado por Francisco Amelliach, un fuerte del Psuv. Mientras que la
oposición estará aglutinada en torno a María Corina Machado, “guste o no”, y un
madurismo atrincherado dispuesto a todo para no perder el poder. “El escenario
Nicaragua lucirá como un ‘kindergarten’”.
El
papel de la comunidad internacional
Maduro
se ha introducido en el último año en la escena internacional. La
conferencia de Bogotá dejó ver que Venezuela está interesada en solucionar su
conflicto político siempre y cuando Estados Unidos y Europa levante
las sanciones en su contra.
Y si
hubiera una nueva presión internacional severa, lo cierto es que no parece que
haya mucha preocupación en Miraflores porque es probable que Maduro resista por
un factor interesante: el apoyo de Colombia y Brasil.
Además,
como es el mismo año electoral en Estados Unidos, un adelanto de elecciones presidenciales
podría estar en el escenario ante el temor que supone un regreso de Donald
Trump, quien ya confesó sus pretensiones, al menos con el petróleo
venezolano.
Un
nuevo ciclo de sanciones generarían escasez, falta de combustible y demás
problemas que agravaría la crisis en el país y con ello el descontento social,
perjudicial para una campaña del chavismo, explica Arias.
Por
otro lado, hay quienes creen que la comunidad internacional debe buscar tender
la mayor cantidad de puentes de negociación para poder conseguir un cronograma
electoral y “se permita reinsertar al país en el escenario del comercio
mundial”, considera Yánez.
A fin
de cuentas, es sin duda la democracia la que sigue en riesgo permanente en
Venezuela. “La democracia no son solamente elecciones, pero estas son cosa
importante dentro del sistema democrático. Y alterarlo le hace daño”, dice
Medina.
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