Francisco J Contreras M 21 de junio de 2023
@fjcontre35
Desde los tiempos de Condorcet y de
Tocqueville, la institución invisible más importante del sostenimiento de la
democracia es la confianza.
La
fragilidad política de los factores democráticos
Hoy en
día, las demandas sociales insatisfechas, en ausencia de una profundización de
la democracia, han dado lugar al resentimiento y a la confusión ideológica que
preceden al autoritarismo. Son acontecimientos con un poderoso efecto en la
cultura de masas que promueven una gobernabilidad populista con rasgos
nacionalistas. Esto permite el ascenso al poder de personas que luego desean
permanecer en sus funciones, debilitando las instituciones democráticas de sus países.
Es una
patología que ha estado presente en su forma más leve en los movimientos de
liberación de los imperios pasados, en los regímenes fascistas, nazis y
estalinistas, y que ahora, como variante de la aspiración identitaria, se
extiende por todo el mundo, acumulando los males del pasado y del presente.
Es el
caso de muchos países latinoamericanos, de Turquía (Erdoğan), de Hungría
(Orbán), de Rusia (Putin). Propuesta del cual han escapado hasta ahora Francia
(La Pen) y EE. UU. (Trump). Esa amenaza se ha fortalecido por doquier de tal
manera que hasta los propios estados, donde prevalece el liberalismo, han
copiado prácticas populistas e iliberales.
Desde los tiempos de Condorcet y de Tocqueville, la institución invisible más importante del sostenimiento de la democracia es la confianza. A comienzos de este siglo, su erosión ha sido la fuerza sobre la cual se sustenta la dominación de las “pulsiones” que se ejerce de tal manera que resulta casi imposible el ejercicio reflexivo, la tolerancia y el pensamiento libre.
El
contexto geopolítico imperante amplifica esa crisis interior en cada país que
deja en el abandono a las mayorías sufridas del mundo. La invasión rusa de
Ucrania marca una ruptura. Es la intensa disputa geopolítica entre potencias
que defienden su modelo y su área de influencia, con creciente nivel de
conflictividad, de relaciones de fuerzas desinhibidas y de aumento generalizado
del gasto en armas. El 24 de febrero de 2022, Rusia dio un nuevo paso al
decidir someter por la fuerza a un estado que considera ilegítimo y amenazante.
El evento tiene una importancia histórica con gran impacto sobre la seguridad
en el mundo. La tensión se suma a las ya existentes en América Latina, Asia,
África y Oriente Medio.
Al
comparar las democracias de principios del siglo XX con lo que se convirtieron
después, validamos el indiscutible progreso, en términos de derecho al
sufragio, la educación de los ciudadanos y la capacidad de información. Siempre
en debate, la democracia es un proceso con dificultad para lograr ser un valor
de exportación. Después de la caída del Muro de Berlín y la URSS, se habló del
triunfo universal de la democracia política y de la economía de mercado. Tres
décadas después, estamos en presencia del retorno de los regímenes autoritarios.
El panorama del progreso de la democracia se encuentra matizado por fracasos y
retrocesos más allá de occidente, lo que representa la mayor parte de la
humanidad. La esperanza de una fuerza política en el mundo que apoye el
progreso democrático ha disminuido, sobre todo en países con graves
deficiencias institucionales.
Venezuela
no está exenta de su actual crisis de gobernabilidad; por ejemplo, aparte de
muy pocas opiniones, parece que la necesaria discusión sobre el futuro se ha
convertido en una competición de insultos e improperios. En los diversos foros
en las redes del país existe el deseo de una conducción política a través de un
liderazgo virtuoso, algo parecido a Volodímir Oleksándrovich Zelenski quien
decidió por su país desde dentro y no como le sugirieron la Comunidad Europea y
EE. UU. En nuestra nación perdimos una buena oportunidad de mostrar, con el
ejemplo, lo que es una propuesta de democracia en acción con contra balances de
poder autónomos, transparencia, tolerancia, participación política variada y
rendición de cuentas.
Durante
los últimos 23 años, la economía venezolana ha sido devastada, y el Socialismo
del Siglo XXI se percibe como una estafa política. Sin embargo, sus promotores
tienen un plan con sentido, aunque su gobierno se considere autoritario y
perverso. Por el lado de los factores democráticos, se observa una
“canibalización” fundada en insultos e invectivas, sin una narrativa con
sentido de propósito acompañada de una amplia base de apoyo social. En las
zonas populares urbanas o rurales, la gente se encuentra tan defraudada del
gobierno como de la oposición.
Uno de
los fundamentos de ejercicio del poder en democracia, es su transitoriedad, con
periodicidad finita o si lo permite la norma sujeta a revocación.
Francisco
J Contreras M
@fjcontre35
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