BENIGNO ALARCÓN DEZA 23 de junio de 2023
@benalarcon
“Con el nombramiento de la Comisión de
Postulaciones por la Asamblea Nacional, se plantea una carrera entre el
oficialismo que necesita instalar y poner en funcionamiento un CNE a la medida
y que esté listo para convocar una elección en cualquier momento de 2024; y una
oposición que requiere tener un liderazgo legitimado y capaz de unir a la gran
mayoría del país para derrotar al Gobierno, pese a su control del Estado
incluido su órgano electoral. La Primaria es el consenso. Hagámosla realidad
entre todos”.
Después
de algún tiempo en terapia intensiva y con escasos signos vitales, la Primaria
retoma fuerza en la opinión pública gracias a la maniobra gubernamental de
“aceptar la renuncia” de todos los rectores principales y suplentes del Consejo
Nacional Electoral (CNE), justo cuando la Comisión Nacional de
Primaria (CNP) estaba esperando la respuesta a las últimas consultas
realizadas para tomar una decisión que, hasta hace muy poco, se inclinaba hacia
la realización de la Primaria con la cooperación del organismo electoral, si
este aceptaba las condiciones mínimas planteadas sobre la protección de la
identidad de los electores y la dirección del proceso por parte de la comisión.
Mucho se ha especulado, y se seguirá especulando, sobre las razones de esta “renuncia”, pero más allá de los motivos, que hasta el momento solo los “renunciantes” conocen, y del hecho conocido de que solo los rectores oficialistas han manifestado su “voluntad” de renunciar, mientras los no-oficialistas, o sea Enrique Márquez y Roberto Picón hacen silencio [a la fecha ambos rectores también renunciaron a sus cargos], la Asamblea Nacional ha decidido nombrar a la Comisión de Postulaciones que tendrá la tarea de sustituir a todos los rectores, principales y suplentes, del CNE, cuando apenas han transcurrido unos pocos meses desde su nombramiento por siete años.
“Cuando
hablamos de la fuerza de los hechos, queda claro luego de lo sucedido (…) que
la Primaria solo sería posible sin el CNE”
Lo que
importa ahora, más que especular sobre qué pasó o por qué pasó, son las
consecuencias que, para las fuerzas democráticas, tiene la decisión tomada por
la Asamblea Nacional de revocar a los rectores del CNE. Y la primera
consecuencia fue, como era predecible, la necesidad de que la CNP decidiera
entre abortar la Primaria, como lamentablemente sugiere Rafael Arráiz Lucca
en el
tuit en el que anuncia su renuncia a su condición de miembro suplente
de la CNP; o continuar adelante con la organización de la Primaria sin depender
de la cooperación del CNE. Afortunadamente, el sentido de trascendencia de una
mayoría de los miembros de la CNP se impuso por la fuerza de los hechos y se
decidió que la Primaria seguía su curso sin el CNE.
¿Era
posible la Primaria con el CNE antes de la renuncia?
Cuando
hablamos de la fuerza de los hechos, queda claro luego de lo sucedido, aunque
algunos continúen insistiendo en lo contario e incluso renunciando a participar
como candidato o para contribuir a su organización, que la Primaria solo sería
posible sin el CNE.
Y es
que después de 24 años, y sin necesidad de ser un analista demasiado agudo, las
estrategias del Gobierno son tan predecibles que resultan lo suficientemente
aburridas como para hacernos bostezar si no fuese por el hecho de que somos
nosotros mismos, los ciudadanos, quienes pagamos las consecuencias finales de
cada derrota que la oposición sufre en cada intento por reinstalar la
democracia.
Para
nadie es un secreto, como quedó demostrado con la renuncia orquestada con la
Asamblea Nacional (AN), que el CNE no era ni será, mientras el oficialismo
siga en el poder, un árbitro imparcial y autónomo, sino uno al servicio del
poder cuya misión es legitimar al Gobierno al que se deben a través de los
procesos electorales que organizan. Siendo así, es, en el mejor de los casos,
ingenuo, pensar que el Gobierno hubiese permitido que el ente electoral pusiera
sus recursos humanos y materiales para garantizar el éxito de la Primaria. Por
el contrario, pudo haberle hecho más daño a la Primaria, e incluso haber agotado
el tiempo útil para su realización, de haber mantenido al CNE involucrado en la
Primaria mientras ralentizaba los acuerdos con la CNP y los tiempos para su
ejecución. ¿Cometió entonces el Gobierno un error al forzar a la CNP a
decidirse por la autogestión como consecuencia de la “renuncia” de sus
rectores? Quizás…, o quizás lo que estamos viendo es el primer paso para
constituir a tiempo un nuevo CNE, con un perfil más cercano al que presidió en
su momento el actual Presidente de la Asamblea, Jorge Rodríguez, o por su
sucesora, Tibisay Lucena, que es lo que el Gobierno necesita de cara a la
elección presidencial de 2024 y las que le siguen en 2025.
Partiendo
del hecho de que el Gobierno pudo haber impedido la Primaria manteniendo el
actual CNE hasta cerca de la fecha de su realización, el 22 octubre. El haber
adelantado la jugada puede tener varias explicaciones que no son mutuamente
excluyentes: El Gobierno apuesta a que la CNP no podrá organizar la Primaria de
manera exitosa sin la cooperación del CNE; necesita este nuevo CNE antes de
finales de este año, por lo que requiere iniciar el proceso ya para tener un
nuevo CNE instalado y funcionando para el último trimestre del año, lo que
implica que la elección puede ocurrir en cualquier momento de 2024, dependiendo
de lo que el Gobierno evalúe como conveniente dependiendo de la evolución de
las candidaturas de la oposición.
¿Es
posible una Primaria sin el CNE?
La
apuesta del Gobierno, e incluso de algunos en la oposición que prefieren el
consenso porque no pueden ganar la Primaria, es que la Primaria no se logre
realizar sin el CNE. La realidad es que si queremos reinstalar una democracia
en Venezuela la pregunta no es si es posible una Primaria sin el CNE. La
Primaria sin el CNE tiene que ser posible porque si no somos capaces de
organizar a la gran mayoría del país que reclama un cambio de gobierno para
afrontar el reto de elegir, entre nosotros mismos, al liderazgo que apoyaremos
para la elección presidencial de 2024, sin la ayuda de un CNE que es parte del
Estado y responde a los lineamientos de quienes controlan el Gobierno, como
acabamos de ver entre el jueves y viernes de la semana pasada, mucho menos
seremos capaces de afrontar en 2024 a un autócrata que controla la totalidad
del Estado, incluido el CNE.
Ninguna
organización en Venezuela, por si sola, está en capacidad de organizar y
ejecutar exitosamente la Primaria, pero, como quedo demostrado en la
Primaria de 2012 y la Consulta de 2017, sí es posible construir una sinergia
entre organizaciones nacionales, regionales y locales, incluyendo a todos
aquellos ciudadanos que no se han rendido (ni se han acomodado), para construir
una red descentralizada a la que se sume esa gran mayoría del país que reclama
un cambio, convirtiendo a la Primaria en un gran movimiento nacional de
resistencia civil, cuyo primer éxito será la unidad de la gran mayoría del
país, gracias a la elección democrática de su propio liderazgo.
Aunque
nada se ha dicho al respecto, mi opinión es que la fecha de celebración de la
Primaria podría tener que revisarse, considerando que se perdió un tiempo
importante intentando un acuerdo con el CNE, y que la autogestión necesitará
reconsiderar y replantear algunos procesos, que no estarán libres de
obstáculos, y la reorganización de una estructura descentralizada que asuma las
tareas, no solo a nivel regional, con las juntas regionales ya constituidas,
sino hasta el nivel local con la ayuda de una amplia red de ciudadanos
voluntarios y comprometidos con logar el cambio.
Lo que
no puede perderse de vista es que a partir del viernes pasado, con el
nombramiento de la Comisión de Postulaciones por la Asamblea Nacional, se
plantea una carrera entre el oficialismo que necesita instalar y poner en
funcionamiento un CNE a la medida y que esté listo para convocar una elección
en cualquier momento de 2024; y una oposición que requiere tener un liderazgo
legitimado y capaz de unir a la gran mayoría del país para derrotar al
Gobierno, pese a su control del Estado incluido su órgano electoral.
Ello
implica que la reprogramación de una fecha para la elección del líder opositor,
que podría ser necesaria, y que no puede postergarse mucho más allá de unas
pocas semanas si queremos tener a tiempo un candidato legitimado por el
consenso construido en un proceso en el que le hayamos dado a la mayoría de los
venezolanos la posibilidad de expresarse, lo que hoy solo luce posible a través
de la Primaria.
La
Primaria es el consenso. Hagámosla realidad entre todos.
BENIGNO
ALARCÓN DEZA
@benalarcon
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