Cármen Beatriz Fernández 31 de octubre de 2012
Sostengo que los verdaderos números
del pasado 7 de Octubre indican que Capriles perdió la elección presidencial
obteniendo cerca de 7 millones de votos y que Chávez ganó con poco más de 7,5
millones de votos. Es decir que de apenas 500 mil votos habría sido la real
diferencia
Por un lado los números de Capriles vienen de las cuentas oficiales del CNE, que hablan de 6 millones 583 mil electores que votaron bien, y sin enredos, a los que deben sumarse unos 350 mil electores que fueron confundidos por las distintas argucias presentes en el tarjetón. Debemos entender que por Capriles votaron (o creyeron hacerlo) todos los que presionaron su cara en el Tarjetón electoral del 7 de Octubre. De ellos 66 mil votaron por una tarjeta denominada “Unidad Democrática” que estampaba la cara de Capriles y que luego transfería votos a una candidata cuasi-desconocida llamada Reina Sequera. Otros 287 mil cuyo voto se anuló por hacerlo por otros tres partidos que en teoría también apoyaban a Capriles y cuya cara aparecía marcada en el tarjetón pero que se retiraron a ultima hora[i]. Las triquiñuelas del tarjetón , que contaron con la venia de una institución electoral que flexibilizó al máximo las posibilidades de inscripción, retiro y confusión entre partidos y candidatos para la elección presidencial, robaron su voto a más de 350 mil venezolanos que creyeron votar por Capriles
Por otro lado, en cuanto a los reales números de Chavez, al total de votantes que muestran las cifras oficiales de 8.185.120 votos deben restárseles los votantes que fueron producto de la “Operación remolque” que funcionó de manera activa y muy eficiente luego de las 4 de las tarde. Es importante distinguir entre las movilizaciones electorales, que facilitan el traslado voluntario de los electores, y que son parte del “deber ser” de un partido con una maquinaria electoral bien articulada, y esta operación “remolque” que representa un acarreo forzado. En Venezuela el voto es un derecho y no un deber, punto que está consagrado en la Constitución Nacional. Como derecho al fin el votante puede decidir ejercerlo o no. No ejercelo puede ser, de hecho, una forma libre de expresar disgusto, desmotivación o rechazo. La misma denominación de la operación es muy sugerente, se remolca a quien está paralizado o averiado, se remolca a alguien contra su voluntad. La definición del DRAE es explícita: remolcar es “Traer a otra u otras, contra la inclinación de estas, al intento o la obra que quiere acometer o consumar”. Y este remolque se hizo casa por casa, buscando votante por votante, en un eficiente cruce de información de los electores que no habían votado luego de las 3 pm, contra las bases de datos del 1x10 del chavismo, construidas desde las misiones sociales del Estado. Como muestra el expediente del periodista Joseph Poliszuk [ii]la operación remolque se activó con la presencia física de la Guardia Nacional, como custodia del operativo, de forma tal que los acarreados no votaron libremente, lo cual es violatorio de la Constitución. Así pues, sostengo que los reales votos de Chavez son los votos libres y por la reelección presidencial votaron poco más de 7.5 millones de electores libremente (8.185 millones menos los 600 mil o más acarreados bajo coacción, que estima Felix Seijas en un sustentado reporte del 7-O[iii])
Nótese que no objeto el resultado final, ni creo que hubo fraude electrónico. Las maquinas funcionaron pulcramente Tampoco me he referido a elementos especulativos, ni al ventajismo publicitario, ni a las leyendas urbanas de los iraníes, chinos y multicedulados votando. Nada de eso es cuantificable con un mínimo de verosimilitud y todos pertenecen al reino del quizás. He preferido hacer las estimaciones con datos duros Y con datos duros Chávez ganó porque tenía más votos. Chávez hubiera ganado aún sin la operación remolque y sin las triquiñuelas del tarjetón. Quizás entonces la victoria hubiera sido menos ¨perfecta¨, pero probablemente el chavismo democrático se sentiría mejor y más digno.
Esos quinientos mil votos de
diferencia plasman con claridad que en nuestra sociedad existe un real
equilibrio de fuerzas políticas. Un virtual empate. Toca entenderse y encontrar
los consensos que nos unen Toca reconocer al otro: su fuerza y sus razones.
Encontrarnos y reconciliarnos en nuestras diferencias. Amalgamarnos como
sociedad. Los dos bloques de este país están obligados a entenderse.
Las elecciones regionales del 16D representan una muy buena oportunidad para restablecer el equilibrio de poderes en el país. ¿Habrá más ventajismo? Si ¿Habrá abuso de poder? Si ¿Será parcial el CNE? Si ¿Aún así podemos ganar 8 gobernaciones? Rotundamente SI.
Este CNE ha pecado por omisión, por hacerse la vista gorda con el ventajismo. Con las migraciones, el CNE pecó además por acción y hace todo lo posible por dejar en evidencia cada día que no es un ente imparcial. Podría hacerlo mucho mejor, sin duda. Recordemos, sin embargo, que este CNE es el producto de su escogencia cuando existía un parlamento monocromo. Ello pasó, justamente, cuando la oposición decidió dejar de participar políticamente producto de un desánimo colectivo como el que hoy embarga a muchos. No repitamos ese error…
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