Por Piero Trepiccione
Durante casi cinco
décadas del siglo veinte, el mundo fue testigo de excepción de la llamada
“guerra fría”. Una forma singular de describir la gran lucha geopolítica dada
en el campo ideológico y en diversas ramas de la actividad humana, por dos
grandes superpotencias: la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas) y los Estados Unidos de Norteamérica.
No hubo organismo
multilateral o país en el orbe que no se viera involucrado en este escenario de
bipolaridad que caracterizó las relaciones de poder entre los Estados. El mundo
vivió una serie de conflictos “menores”, cuyo trasfondo era el difícil
equilibrio global alcanzado por este formato geopolítico y geoestratégico, que
marcó pauta en la comunidad internacional hasta finales de la década de los
noventa; cuando uno de los actores fundamentales se derrumbó política y
económicamente.