Abril 26 de 2022
Quienes
suscribimos esta carta pensábamos dirigirla al Presidente y a otros dignatarios
de los Estados Unidos. Al oír opiniones y repensar el asunto, llegamos a la
conclusión de que los problemas de los venezolanos debemos resolverlos entre
venezolanos. Y no queremos sumarnos al enfrentamiento entre los sectores
dirigentes y partidistas de nuestra sociedad. Por ello nos dirigimos al pueblo
venezolano, a quien corresponde decidir acerca de los muy variados enfoques que
se han venido expresando. Lo hacemos desde la modesta posición de quienes hemos
cumplido el recorrido íntegro de la dura y hermosa lucha por el rescate de la
democracia, aunque sin arrogarnos la representación de nadie más.
Desde
hace 23 años Venezuela ha sufrido, bajo los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás
Maduro, la destrucción de su democracia, de su libertad y el devastador
deterioro de su modo de vida, una calamidad que mantiene hoy a millones de
compatriotas en dolorosa carencia de bienes y servicios esenciales y ha
obligado a más de seis millones de nosotros a abandonar el país, en un éxodo
que conmueve al mundo por la vulnerable situación en que la mayoría de ellos
deambula por carreteras, montañas, selvas, ríos y hasta en pequeños botes que
desafían el mar.
Durante
más de dos décadas los venezolanos hemos protagonizado una consecuente lucha
contra la pretensión de instalar un régimen totalitario. En este período hemos
librado no pocas jornadas de heroico enfrentamiento contra el proyecto
dictatorial que avanzaba pese a nuestro rechazo: las jornadas de abril de 2002;
el paro general y petrolero de 2002-2003; el Referendo Revocatorio de 2004; la
derrota de la Reforma Constitucional
intentada por Chávez en 2007; el clamoroso triunfo popular en las elecciones
parlamentarias de 2015; las rebeliones juveniles y ciudadanas de 2014 y 2017;
el desconocimiento de la írrita reelección de Maduro en 2018 y la posterior
declaración en 2019 de su carácter usurpador por la Asamblea Nacional, lo que
dio lugar al gobierno de transición presidido por el diputado Juan Guaidó.
Hemos
sufrido derrotas que con frecuencia traen consigo un adormecimiento de la
capacidad de movilización y combate. Es algo natural en los conflictos
históricos. Pero tras cada caída ha renacido muy pronto nuestra rebeldía, en
forma de protestas sectoriales, localizadas o más generalizadas que hacen
retroceder al régimen, aplazar sus planes tiránicos y hasta obligarlo a
negociar.
Hoy,
cuando privan el desánimo y escepticismo entre los ciudadanos, la división
entre nuestros dirigentes políticos y sociales y la confusión generada en el
mundo por la pandemia y por la criminal agresión de Putin a Ucrania, la
dictadura ha acometido una activa campaña para mejorar su destruida imagen. Es
un esfuerzo concertado para hacer creer al mundo que “en Venezuela retornó la
normalidad” y que las graves violaciones de los derechos humanos son cosa del
pasado; un espejismo de “progreso económico” edificado sobre burbujas de
abundancia y bienestar que sólo son disfrutadas por una minoría, o por
privilegiadas élites abrochadas al poder y la corrupción. Esta maniobra se ve
acompañada por la publicación de remitidos de supuestos o reales
“representantes ciudadanos” que intentan arrojar la culpa del fracaso del
régimen sobre las sanciones económicas y los países democráticos que las
aplican; o sembrar la idea de que la mayoría de los venezolanos cree que el fin
o el ablandamiento de las sanciones traerían un mayor bienestar.
Ha
sido demostrado que las sanciones no son la causa del descalabro económico de
Venezuela ni de las penurias que sufren millones de venezolanos. Y que los
únicos beneficiarios de su alivio o abolición serían Maduro y las camarillas de
enchufados que lo rodean, nunca el pueblo de a pie. Las sanciones tampoco son
varita mágica de efecto fulminante contra las dictaduras, pero representan una
fuerte presión para detener sus derivas totalitarias y conminar a los
dictadores a negociar. Esto no es suficiente, para tener efecto las sanciones
deben estar acompañadas por una decisiva presión interna, de incesante
movilización y protesta ciudadana, un fruto cuya cosecha tampoco es mágica: se
la debe sembrar, regar y organizar con intenso trabajo de las organizaciones
políticas y sociales, unidas en un mismo propósito.
Nada
aspiramos más que un pronto fin de la penuria en que se encuentra nuestro
pueblo. Pero ese final ha de ser sólido, definitivo y duradero, por lo que no
debe ser sacrificado en nombre de un espejismo inmediato que sólo alejará la
solución real que todos aspiramos, que no es otra que el fin de la dictadura.
No es haciéndole graciosas concesiones y servicios al régimen, tratando de
coexistir con él en procura de “pequeños avances”, como se derrota a una
satrapía desalmada como la que sufrimos.
Este
pretende ser un mensaje de esperanza, un llamado a la fortaleza de carácter que
requerimos para no desmayar. Y un enérgico pedido a quienes han ocupado o
aspiran ocupar lugares protagónicos en este esfuerzo: depongan las menudencias,
abracen el interés general por sobre el particular y asuman la grandeza que la
tarea exige.
Es
posible vencer a la dictadura, pero ya hemos aprendido que la empresa nos exige
ser mejores.
PS: No
hemos incluido las firmas de numerosos compatriotas que viven dentro de
Venezuela, porque con ello arriesgan su libertad o recibir agresiones de un
régimen que, mientras aplaude las expresiones públicas en su favor, demuestra
cada día su voluntad de castigar y humillar a quienes exponen su disidencia.
Firmamos,
en orden alfabético
Abel
Ibarra - Alejandro Oropeza - Alexandra Terán - Alexis Ortiz - Alfonso Molina -
Axel Capriles Méndez - Brenda Garrido - Carlos David Guillen - Carlos J. Rangel
- Carlos Pérez Ariza - Carlos Piña - Caupolicán Ovalles Sequera - Eddie Ramírez
- Edgard J Amado - Eduardo Báez Torrealba - Eduardo Caldera Gómez - Eleazar
Benedetto - Elisa Arráiz Lucca - Elvia Gordils - Elvira González - Enrique
Hidalgo - Erick Molina - Evencio González Patiño - Fidias Marcano - Guillermo Beltrán
- Guido Bolívar - Gerardo Alfredo López - Giovanni Narváez Chacón - Héctor
Salazar - Henry Alfonso Parra - Iván Ramos Barnola - Joaquín Pérez Rodríguez -
José Manuel Serna - José Raúl López Pérez - José Quintero (Procatia) - Juan
José Monzant - Juan Montero - Leda Santodomingo - León Granado - Leopoldo López
Gil - Luis Felipe Valera - Luis Raúl Perichi - Malena Roncayolo - María Antonia
Gabaldón - María Suribey Plaza - Marisol Boschetti-Divo - Mary Molina -
Mercedes Mechita Vivas - Padre Pedro Freites - Pancho Aguilarte - Pancho Tosta
- Pedro Cabrera – Rafael Fernández González - Rafael Moros - Raúl Andrés Leoni
- Raúl Ochoa Cuenca - Raquel Aché - Raynell Martínez - Richard Ríos - Saady
Bijani - Silvia Delozanne - Thaelman Urgelles - Vladimiro Mujica - William
Diaz-