Por Eddie Ramírez, 08/01/2013
Este
no es el país deseable. Tampoco lo era ese que describe Mirtha Rivero en su
excelente libro “Historia menuda de un país que ya no existe“, el cual nos
permitimos recomendar. Somos un país dividido. De un lado tenemos dirigentes y
ciudadanos para quienes la democracia, la convivencia, las leyes y los
principios y valores de nuestra civilización poco significan. Del otro, están
quienes aparentemente tienen inculcados los genes de la democracia y que dicen
luchar por un país en el que se respete el estado de derecho.
Sería muy superficial sostener que unos
son los malos y otros los buenos. O para ponerlo en términos de polarización
que unos son los chavistas y otros los demócratas. Realmente en ambos grupos se
dan con mayor o menor énfasis los mismos rasgos y casi todos esperan que el
Estado solucione sus problemas. Con sinceridad y mucha pena debemos reconocer
que somos un país con más defectos que virtudes, lo cual explica en parte
nuestro subdesarrollo.
Aunque no sea popular afirmarlo, quizá el rechazo que muchos tienen al
teniente coronel que lucha por su vida es más por su lenguaje grosero y
descalificador que por sus violaciones a las leyes. Pareciera que los
atropellos a niños y ancianos habitantes de Los Semerucos, los asesinatos de
Evangelina Carrizo, Maritza Ron, Antonio López Castillo, Sánchez y Franklin
Brito y las injustas prisiones de Simonovis, Vivas, Forero y efectivos de la
Metropolitana, así como los numerosos exiliados son menos importantes que los
insultos de apátridas y otras descalificaciones.
El nuevo gobierno que asumirá el poder después de las inevitables
próximas elecciones debería fijarse dos objetivos principales predicar, practicar
y defender los valores de nuestra civilización, y luchar contra la pobreza en
las que están sumidos once millones de nuestros compatriotas. Esto último
implica revisar esa absurda visión estatista alimentada con los petrodólares.
Es necesario desmontar ese mito que nos han intentado vender estos catorce años
de que el sector privado es el culpable de nuestros males. A su vez, los
empresarios deben mostrar mayor responsabilidad social con sus trabajadores y
clientes.
Lo anterior no podrá cumplirse sin un acuerdo con el chavismo sin
Chávez. Estamos convencidos que ese sector se debilitará pero seguirá fuerte y
no se visualiza que se produzca una ruptura entre Maduro y Cabello. Por ello
hay que negociar una relación ganar-ganar. Caso contrario el país seguirá
siendo el del pasado y del presente, es decir un país subdesarrollado en que
sus mejores hijos seguirán emigrando.
Como en botica: El Informe del Banco Central reconoce
que el sector refinación de petróleo tuvo un crecimiento negativo de – 0,8%
como consecuencia del accidente de Amuay. Rafael Ramírez sigue sin informar
sobre las causas de dicho accidente, aunque es vox populi que se debió a falta
de mantenimiento y de una operación inadecuada. Mientras tanto seguimos
importando gasolina y las bombonas de gas para uso doméstico son difíciles de
conseguir.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez es miembro de Gente del Petróleo
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