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lunes, 11 de marzo de 2013

De la locura a la cordura


Por Mario Villegas, 10/03/2013
Columna de Puño Y Letra

Conductas ostensiblemente erráticas de la oposición justificaron que años atrás naciera y se popularizara la consigna “Chávez los tiene locos”, que los rojos rojitos coreaban con tanto afán desde el gobierno sin percatarse de que también el chavismo incurría en desafueros reñidos con la cordura democrática. Por eso llegué a decir que ciertamente Chávez tenía locos a todos los venezolanos, incluidos sus adversarios y sus partidarios.

El riesgo de que en algún momento la irracionalidad política pudiese desembocar en una indeseable confrontación violenta estuvo rondando buena parte de nuestro pasado reciente. Que no llegásemos hasta allí se debió a dos circunstancias: la inobjetable autoridad personal que ejercía el presidente Chávez sobre la estructura política que respaldaba a su gobierno y sobre los mandos militares, así como el oportuno retorno de la oposición al camino electoral y el posterior nacimiento de la Mesa de la Unidad Democrática como factor de aglutinación y de coordinación estratégica y política. Cada uno por su lado, Chávez y la MUD, representaron cierto orden entre los suyos y un razonable equilibrio en el país. El escenario que se terminó de consolidar para dirimir las diferencias no fue el tablero de la guerra sino el terreno político electoral, aunque con notorio ventajismo en favor del gobierno.

Desaparecido ahora Chávez, cuya muerte lamento sinceramente, se ciernen sobre la nación grandes interrogantes e incertidumbres. La más grande es si Nicolás Maduro y su equipo tendrán la voluntad, la autoridad y la capacidad para garantizar la necesaria coexistencia pacífica entre las distintas visiones de país y factores políticos que tienen vida activa en Venezuela, o si se dejan arrastrar por las tendencias ultrarradicales que preferirían el escenario de una confrontación violenta.

Si bien cuestioné en su momento el estilo pugnaz e intolerante que exhibió Maduro después de que Chávez lo ungió como su heredero político, debo observar que, tras la muerte del Presidente, bajó en alguna medida su ánimo belicoso y asumió un lenguaje que pareció reflejar real conciencia sobre la altísima responsabilidad que pesa sobre sus hombros de preservar la paz entre los venezolanos. Hay que celebrar el modo respetuoso y sosegado con que el ahora presidente encargado saludó el comunicado de solidaridad emitido por la MUD ante la muerte del presidente Chávez, así como también los llamados al civismo, al respeto y a la tolerancia lanzados claramente a chavistas y no chavistas tanto por él como por Elías Jaua y otros importantes voceros oficialistas.

Claro que ha habido voces que contradicen ese espíritu, como algunas expuestas en tono amenazador hacia la oposición, pero por suerte no han sido las predominantes en los más altos voceros del oficialismo. Me refiero, por ejemplo a la del ministro de la Defensa, Diego Molero Bellavia, quien en medio de las exequias del Jefe del Estado sorprendió al país con un llamado electorero a votar por Nicolás Maduro en los próximos comicios presidenciales para “darle en la madre” a lo que él considera la oposición fascista. Más allá de que irrespeta la constitución y el papel institucional que ésta le asigna a la Fuerza Armada, cualquiera podría preguntarse por qué, en el marco de sus responsabilidades como máximo supervisor de la Guardia Nacional, que tiene competencias en materia de orden público, el Almirante en Jefe no se ocupa de darle en la madre a la delincuencia y a la inseguridad que azotan a los venezolanos, o le da en la madre a quienes manchan a la institución armada con sus corruptelas administrativas, o a quienes ensucian el uniforme verde oliva al permitir el ingreso de armas y drogas a recintos carcelarios custodiados por la GN.

Aunque Chávez haya tenido loca a la oposición, lo cierto es que desde que existe la MUD ésta no ha vuelto a descarrilarse por caminos ajenos a la constitución. Su reto, ahora, es convencer a quienes lloran la muerte del Presidente de que su vocación es verdaderamente patriótica y progresista. En cuanto al liderazgo chavista, es de esperar que la desaparición física de su inspirador y conductor, lejos de enloquecer a la jerarquía roja rojita, le permita mantener y fortalecer la cordura, condición indispensable para no enterrar con Chávez lo que nos queda de democracia.


Mario Villegas

Twitter: @mario_villegas

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