ROSALÍA MOROS DE BORREGALES sábado 31 de agosto de 2013
@RosaliaMorosB
Hoy estás muy cansado, has trabajado
mucho, has sido sometido a una gran diversidad de presiones. A veces, piensas
que no es posible lidiar con más; sin embargo, te esfuerzas y vas sobrellevando
todas las cosas de la mejor manera posible. Después de tanto bregar con la vida
necesitas un rato de esparcimiento, ese solaz que te permita desconectarte de
las incansables luchas de cada día. Entonces, te tomas una copa de tu bebida
favorita o de la que el presupuesto te permite. Poco a poco, como las aguas de
un río, el alcohol comienza a recorrer tu cuerpo; el maravilloso entramado de
tu sistema circulatorio que recorre kilómetros va transportando el alcohol a
los diferentes órganos que componen la inteligente máquina que eres.
Con la primera, segunda y hasta
tercera copa, bebiendo sorbo a sorbo puedes tener esa sensación tan placentera
de alivio de la tensión. Tus músculos se relajan, la temperatura en tu piel
aumenta, te sonrojas, pues tus vasos sanguíneos se dilatan; te sientes alegre,
hasta un poco eufórico, prescindes de las inhibiciones a las que normalmente
estás sometido, eres más espontáneo. Quizá, hasta este punto el alcohol tenga
un efecto terapéutico, sea el acompañante por excelencia en una buena mesa, una
practica ancestral para la socialización, un potente relajante muscular, una
sustancia psicoactiva.
Pero eres más complaciente contigo
mismo de lo que serías con cualquier otra persona. Estas sensaciones te agradan
demasiado como para renunciar a ellas; el equilibrio no es algo que hayas
cultivado, tampoco una vida espiritual, un ejercicio del alma para hallar la
paz, que en definitiva es lo que buscas. A continuación, otra copa, una
sucesión de ellas, así como una sucesión de acontecimientos en la fisiología de
tu máquina. Tus células son altamente permeables al alcohol, por esa razón, una
vez que se encuentra en el torrente sanguíneo sigue recorriendo hasta los
últimos rincones de tu cuerpo, actuando sobre tu sistema nervioso central,
influyendo directamente en tu percepción del mundo, tu estado de ánimo, tu
estado de conciencia y por ende, tu comportamiento.
En este momento, la espontaneidad, la
euforia y la simpatía pueden convertirse en irritabilidad; tu lengua parece un
trapo pesado, tu coordinación motora está bastante limitada, has perdido la
capacidad de juicio. Lamentablemente al llegar a este punto, muchos deciden
conducir. Entre el 50 y el 70% de los accidentes automovilísticos en el mundo
son a consecuencia del consumo de alcohol. Lo que comienza como una sensación
muy placentera puede terminar en la muerte o en una desgracia. El abuso del
alcohol se paga con precios muy altos en todas las áreas de la vida.
Aproximadamente el 90% del alcohol que se encuentra en tu sangre es eliminado
en el hígado, dejando en éste una especie de ‘cicatrices' conocidas como la
Cirrosis que destruye su preciosa arquitectura, lo conduce a un fallo de sus
funciones con terribles consecuencias para la salud y luego te conduce
ineludiblemente a la muerte.
Según la Organización Mundial de la
Salud, en la actualidad el 70% de la población mundial mayor de 15 años ingiere
cierta cantidad de alcohol. Aproximadamente un 40% de los divorcios en el mundo
se debe a las consecuencias catastróficas del alcoholismo en el seno de la
familia. Se considera que en los últimos 20 años ha habido un incremento del
30% del consumo de alcohol en los países desarrollados. A pesar de toda la
información disponible sobre los efectos nocivos del alcohol sobre el feto, hay
evidencias en el mundo entero de una alta tendencia al consumo de alcohol
durante el embarazo. Se calcula que el alcoholismo puede incidir hasta en el 40
% en los ingresos de los servicios de emergencia.
Muchos, en la soberbia característica
de los seres humanos, piensan que tienen el control, a ellos nunca les
sucederán estas cosas; pero una práctica constante se convierte en un hábito,
el hábito se convierte en carácter y el carácter determina lo que hacemos. Se
establece entonces un círculo vicioso. De nuevo, lo que hacemos repetidamente
nos moldea y deja su huella impresa en nosotros. A diferencia de otras drogas,
el alcohol es aceptado socialmente; por eso, el camino al alcoholismo es lento
y engañoso, cada paso que das en su dirección va dejando estragos, destruyendo
tu preciosa alma, arruinando tus talentos, hiriendo a tu familia, arrancándole
tu luz a la sociedad.
"La paz os dejo, mi paz os doy;
yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga
miedo". Juan 14:27.
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