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domingo, 1 de septiembre de 2013

Un mundo alcohólico

ROSALÍA MOROS DE BORREGALES sábado 31 de agosto de 2013
@RosaliaMorosB


Hoy estás muy cansado, has trabajado mucho, has sido sometido a una gran diversidad de presiones. A veces, piensas que no es posible lidiar con más; sin embargo, te esfuerzas y vas sobrellevando todas las cosas de la mejor manera posible. Después de tanto bregar con la vida necesitas un rato de esparcimiento, ese solaz que te permita desconectarte de las incansables luchas de cada día. Entonces, te tomas una copa de tu bebida favorita o de la que el presupuesto te permite. Poco a poco, como las aguas de un río, el alcohol comienza a recorrer tu cuerpo; el maravilloso entramado de tu sistema circulatorio que recorre kilómetros va transportando el alcohol a los diferentes órganos que componen la inteligente máquina que eres.

Con la primera, segunda y hasta tercera copa, bebiendo sorbo a sorbo puedes tener esa sensación tan placentera de alivio de la tensión. Tus músculos se relajan, la temperatura en tu piel aumenta, te sonrojas, pues tus vasos sanguíneos se dilatan; te sientes alegre, hasta un poco eufórico, prescindes de las inhibiciones a las que normalmente estás sometido, eres más espontáneo. Quizá, hasta este punto el alcohol tenga un efecto terapéutico, sea el acompañante por excelencia en una buena mesa, una practica ancestral para la socialización, un potente relajante muscular, una sustancia psicoactiva.

Pero eres más complaciente contigo mismo de lo que serías con cualquier otra persona. Estas sensaciones te agradan demasiado como para renunciar a ellas; el equilibrio no es algo que hayas cultivado, tampoco una vida espiritual, un ejercicio del alma para hallar la paz, que en definitiva es lo que buscas. A continuación, otra copa, una sucesión de ellas, así como una sucesión de acontecimientos en la fisiología de tu máquina. Tus células son altamente permeables al alcohol, por esa razón, una vez que se encuentra en el torrente sanguíneo sigue recorriendo hasta los últimos rincones de tu cuerpo, actuando sobre tu sistema nervioso central, influyendo directamente en tu percepción del mundo, tu estado de ánimo, tu estado de conciencia y por ende, tu comportamiento.

En este momento, la espontaneidad, la euforia y la simpatía pueden convertirse en irritabilidad; tu lengua parece un trapo pesado, tu coordinación motora está bastante limitada, has perdido la capacidad de juicio. Lamentablemente al llegar a este punto, muchos deciden conducir. Entre el 50 y el 70% de los accidentes automovilísticos en el mundo son a consecuencia del consumo de alcohol. Lo que comienza como una sensación muy placentera puede terminar en la muerte o en una desgracia. El abuso del alcohol se paga con precios muy altos en todas las áreas de la vida. Aproximadamente el 90% del alcohol que se encuentra en tu sangre es eliminado en el hígado, dejando en éste una especie de ‘cicatrices' conocidas como la Cirrosis que destruye su preciosa arquitectura, lo conduce a un fallo de sus funciones con terribles consecuencias para la salud y luego te conduce ineludiblemente a la muerte.

Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad el 70% de la población mundial mayor de 15 años ingiere cierta cantidad de alcohol. Aproximadamente un 40% de los divorcios en el mundo se debe a las consecuencias catastróficas del alcoholismo en el seno de la familia. Se considera que en los últimos 20 años ha habido un incremento del 30% del consumo de alcohol en los países desarrollados. A pesar de toda la información disponible sobre los efectos nocivos del alcohol sobre el feto, hay evidencias en el mundo entero de una alta tendencia al consumo de alcohol durante el embarazo. Se calcula que el alcoholismo puede incidir hasta en el 40 % en los ingresos de los servicios de emergencia.

Muchos, en la soberbia característica de los seres humanos, piensan que tienen el control, a ellos nunca les sucederán estas cosas; pero una práctica constante se convierte en un hábito, el hábito se convierte en carácter y el carácter determina lo que hacemos. Se establece entonces un círculo vicioso. De nuevo, lo que hacemos repetidamente nos moldea y deja su huella impresa en nosotros. A diferencia de otras drogas, el alcohol es aceptado socialmente; por eso, el camino al alcoholismo es lento y engañoso, cada paso que das en su dirección va dejando estragos, destruyendo tu preciosa alma, arruinando tus talentos, hiriendo a tu familia, arrancándole tu luz a la sociedad.

"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo".  Juan 14:27.


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