Por Ricardo Escalante, 10/11/2013
No es fácil decirlo. ¿Qué le espera a quien
desde las alturas del poder promueve asesinatos, saqueos y otras tropelías? Pareciera
que las cosas se le han ido de las manos, que la violencia ahora tiene vida
propia en Venezuela y está a punto de arremeter contra él mismo.
Ahora cualquiera puede imaginar que en su huida,
él llegará a La Habana con un solo zapato, la camisa hecha jirones, tres huesos
rotos, un ojo morado y sin dientes. Sus propios demonios se han vuelto
incontrolables y su sed de una violencia no augura nada bueno para nadie y, por
supuesto, el proceso de reconstrucción nacional será largo y lleno de dificultades
terribles.
Hemos llegado al
apogeo del desmadre. ¿Quién incitó la arremetida vandálica contra tienda Daka
en Valencia, a dos horas de Caracas? ¿Podrá Nicolás Maduro decir “¡Yo no fui!”
y condenar tal vagabundería? Todos lo escuchamos el día anterior en radio y
televisión, como también lo hemos escuchado tratando de estimular agresiones
contra María Corina Machado, Leopoldo López y Henrique Capriles. Los afiches
con fotos de la “trilogía del mal” y con un slogan malévolo, empapelaron calles
de Caracas y otras ciudades. ¿Se sentirá él libre de la peligrosa sed de los
diablos que tanto acaricia?
Con su
descomunal ignorancia, el Presidente desconoce la lista interminable de pueblos
que han ardido como consecuencia de una chispa generada por un irresponsable.
Aunque por causas distintas que todavía hoy son objeto de estudio y discusión,
el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, cometido por un loco, desató en Colombia
un estallido de ira colectiva que causó más de 300 mil muertos y más un millón
de heridos. Fue una amarga experiencia de gravísimas consecuencias.
El
esquizofrénico suelto que era Roa Sierra –sin estatura física y sin injerencia
política-, segó a quemarropa la vida del líder que se encaminaba a ser
Presidente de los colombianos, pero no tuvo tiempo para fugarse. La turba lo
pateó y arrastró por las calles, en un espectáculo deprimente, en medio de
saqueos, muertos, heridos y fuego por todas partes. Ahí comenzó una época
aciaga.
Maduro escapará
porque, por supuesto, no tendrá valentía para responder judicialmente por los
delitos cometidos.
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