Luis Manuel Esculpi junio de 2014
La abdicación del Rey Juan Carlos ha
replanteado el debate en España sobre su sistema de gobierno. Izquierda Unida y
Podemos proponen la realización de un referéndum vinculante para definir entre
monarquía y república. Por supuesto que esa alternativa es por demás
respetable, pero no es precisamente a ello que nos queremos referir; el núcleo
fundamental de Izquierda Unida lo integra el sector más ortodoxo y dogmático
del antiguo Partido Comunista Español y Podemos fue el "fenómeno"
electoral que surgió en el reciente proceso celebrado en ese país. A su
principal dirigente Pablo Iglesias, algunos comentaristas políticos lo llaman
el Chávez español y cuenta como asesor fundamental a Juan Carlos Monedero,
quien también lo ha sido del chavismo y es un apasionado defensor del llamado
"Socialismo del siglo XXI".
Pompeyo Márquez siempre recuerda la
inmensa cantidad de literatura escrita para imaginar cómo sería el
pos-franquismo, ninguna acertó en definir un gobierno de monarquía
parlamentaria resultante de la transición y consagrado en la Constitución de
1978. Podemos comprender la vieja aspiración de los Republicanos, lo que
resulta incongruente por parte de una cierta izquierda en España es su rechazo
a la monarquía y a la vez su respaldo a regímenes como el cubano o el de Corea
del Norte donde se trasmite el poder por herencia.
En Latinoamérica promueven reformas
constitucionales para establecer la reelección indefinida y pretenden
permanecer así durante largos periodos en el poder, y hay quienes aún
participando en elecciones se asumen como herederos de gobernantes precedentes,
como es nuestro caso. Simultáneamente reducen espacios democráticos, aumentan
los signos autoritarios, limitando la libertad de expresión y abusan de los
recursos gubernamentales empleando un grosero ventajismo en los procesos
electorales.
Aquí tienen 15 años en el Gobierno
predicando la independencia y soberanía del país, mientras desarrollan una
política de subordinación y entrega al gobierno de Cuba; dependencia que no
tiene antecedentes en nuestra historia republicana. Su injerencia en puertos y
aeropuertos, en el sistema de identificación, en registros y notarías, en los
órganos de seguridad y las denuncias acerca de la presencia en las Fuerzas
Armadas constituyen una verdadera afrenta a intereses vitales y estratégicos de
la Nación.
Quienes en medio de la amalgama que
caracteriza al Gobierno y sus contradicciones se afirman de Izquierda, asumen
como modelo el de sociedades que fracasaron estrepitosamente y que demostraron
su inviabilidad. Representan a esa izquierda trasnochada que, como decían de
los Borbones, "ni olvida ni aprende", no interpretando los cambios de
los nuevos tiempos. Nuestra visión coincide con quienes defienden la existencia
de "varias izquierdas", el supuesto socialismo que practica el
Gobierno venezolano está más emparentado con la tradición monárquica del
Antiguo Régimen que aquella izquierda moderna democrática que otros defendemos.
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