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lunes, 2 de junio de 2014

LECCIONES ELECTORALES

Américo Martín 29 de mayo de 2014
amermart@yahoo.com 
@AmericoMartin 

Dos días antes de las presidenciales de Colombia, las encuestas –generalmente acertadas- pronosticaban un empate técnico, pero con ventaja de Oscar Iván Zuluaga, el candidato de Álvaro Uribe, que venía en ascenso. El resultado de la primera vuelta nos dice que en efecto, Zuluaga obtuvo una victoria sobre el Presidente Santos con ventaja apretada pero clara. No se produjo el empate técnico.

Se usó el económico y sencillo voto manual, para nada el pomposo y costoso procedimiento venezolano, fuente por cierto de denunciados hechos de corrupción. Y sin embargo, el primer y decisivo boletín, contrario a quien ejerce el poder, se produjo apenas una hora después de cerradas las urnas de votación. En Venezuela la ostentosa votación automatizada se toma mucho más tiempo para darnos a conocer lo ocurrido. En Colombia ninguno de los candidatos objetó el dictamen de la Registraduría Nacional y el Consejo Nacional Electoral, que es mucho más de lo ocurrido en Venezuela en los comicios que elevaron a Maduro a la presidencia con una pírrica y dudosa ventaja.

La segunda vuelta arrancó al anunciarse datos irreversibles. Con enorme brío, Santos situó nuevamente el tema decidendum en el dilema de paz o guerra, confianza o desconfianza, buenas o malas relaciones con los países vecinos. Con ese mensaje espera enganchar los votos de Martha Lucía Ramírez del partido conservador (15,3%), Clara López del Polo Democrático Alternativo y Enrique Peñalosa de Alianza Verde (8.9%)

Pero, emocionado por su gran desempeño, Zuluaga aceptó el reto. La paz, sí, es el problema de los problemas, sin embargo la diferencia es la impunidad. Paz con o sin impunidad para los jefes de las FARC, acusados por la justicia colombiana de delitos considerados de lesa humanidad. That´s the question.

Son las sorpresas de la política. Un país en consistente desarrollo, estabilidad institucional y con variables económico-sociales cada vez mejores, podría cambiar de presidente dentro de pocas semanas por manejos erráticos del mandatario. Ganará quien pueda incidir más intensamente en las tres opciones minoritarias.

Y en Venezuela. ¿Qué pasó en esas dos sintomáticas pruebas de San Cristóbal y San Diego?.

Fue aplastada la teoría madurista a tenor de la cual las protestas en Táchira y Carabobo provenían de escasas minorías animadas por el imperio, Uribe y Fox. Engañaron a los socios de Unasur con la cháchara de la guerra económica, los complots y magnicidios al acecho. No, amigos, con el voto de todos los estamentos sociales del pueblo se demostró la sustantividad de las protestas estudiantiles. En San Diego la abstención fue inferior a la de diciembre, lo mismo que en San Cristóbal y en ambos comicios las valientes Rosa y Patricia con sus esposos encarcelados y la MUD con su tarjeta única, ratificaron y ampliaron la paliza dispensada al apaleado madurismo en diciembre. Patricia acumuló ¡73, 72% en la capital del Táchira y Rosa, 87,62%, en el municipio San Diego de Carabobo!

El mundo se enteró del fracaso absoluto de la despiadada represión con su macabro cortejo de asesinatos, torturas y ataques brutales contra la propiedad y demás derechos ciudadanos. Dos desconocidos Municipios dieron una elocuente demostración de lo que pasa en Venezuela, alcanzando una notoriedad impresionante.

¿Y qué decir de la discutida unidad opositora? Se pregonaba el supuesto cisma rupturista de la disidencia venezolana. El gobierno se solazaba alegando que si el oficialismo estaba roto, la oposición también lo estaría.

De mil maneras insistí en que era comparar peras con manzanas. La oposición es democrática y como tal expresa la diversidad existente en la población. El gobierno, autocrático, se basa en un partido único, una ideología única, una sola voz, una deidad reinante desde el Más Allá. Las corrientes internas son perseguidas y los candidatos oficialistas son seleccionados por el dedo presidencial.

En la oposición no hay una sola voz, sino tantas cuantas corrientes de pensamiento existan en el país y por lo tanto las diferencias prueban más bien su solidez y representatividad. Siendo diferentes se unen frente al objetivo común y esa unidad funciona en forma maravillosa. En San Diego y San Cristóbal todas las organizaciones democráticas se compactaron, usaron la tarjeta única de la MUD y trabajaron con hermosa armonía.

Los partidarios de la abstención no fueron oídos. Es de esperar que reconozcan su equivocación, aunque no me hago ilusiones al respecto. Algunos aseguraron que el resultado sería escamoteado, y aún si hubieran tenido razón, la participación era necesaria para poner en evidencia la perversión antidemocrática del régimen. Se probó sin embargo, que con fuerte presencia de testigos bien preparados, es posible conjurar las tentativas de fraude.

Nada más pernicioso que el fatalismo de muchos escépticos. Respaldan todas las formas de abstención. Creen que es más ético retirarle la palabra a los de la otra acera que derrotarlos en la lid electoral. Olvidan que el liderazgo democrático enfatiza o debe hacerlo su responsabilidad con millones de ciudadanos en lugar de desentenderse de ella para labrarse una reputación de estólida firmeza que a nadie sirve. La moral, la de verdad, la desinteresada, la que es para el servicio colectivo, es la del fin democrático alcanzado, así no reporte medallas individuales.

Déjenme concluir de esta manera.

Los griegos de la Antigüedad, unidos en su civilización helénica alrededor del Ágora de la democracia, se enfrentaban frecuentemente entre sí, pero ante la amenaza común, la invasión persa, por ejemplo, se agrupaban en haz compacto. Eran como el acordeón que se abría en la paz y se compactaba en la lucha contra la agresión ajena o ante el objetivo común.

Es la ventaja más notable de la democracia en su interminable lucha contra la autocracia.


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