ALAN GARCÍA 9 JUN 2014
Alan García fue presidente de Perú (1985-1990 y
2006-2011).
Sudamérica ha sido en
estos años un laboratorio político. Algunos países escogieron un camino
realista, otros, repitieron recetas erróneas y hoy pagan su error
Sudamérica ha sido, en estos años, un
laboratorio político. Algunos países, el Perú entre ellos, escogieron un camino
realista para el desarrollo económico y social. Otros, repitieron recetas
erróneas y hoy deben pagar su error. Las cifras son contundentes. Según las
proyecciones de los organismos mundiales (FMI, BM) en el 2014, Perú, Chile y
Colombia podrían crecer 5.5%, 4.5% y 4%, y en el 2015 lograrían 5.5%, 4.5% y
4.5%, porque escogieron el camino de la apertura hacia el mundo, la inversión,
la infraestructura social y la educación como instrumentos de la democracia
para la reducción sostenible de la pobreza que, en el caso del Perú, bajó del
48% a 28% en cinco años gracias a un crecimiento del 8% anual.
Otros, como Venezuela, Argentina y
Brasil optaron, en mayor o menor medida, por la regulación extrema o el
estatismo, el proteccionismo, la distribución de subsidios y el discurso
confrontacional. Pero su crecimiento será en el 2014 de 1.5%, -0.5% y 1.8%
respectivamente y en 2015 de 1%, -1% y 2.7%. Por consiguiente, sus niveles de
pobreza y de inflación aumentarán, su infraestructura decaerá -ya las masas
brasileras lo denuncian- y crecerá su endeudamiento público, que en los otros
tres países ha disminuido. Tal es la consecuencia de diez años de chavismo o
“socialismo del siglo XXI” y de torneos retóricos casi siempre acompañados de
limitaciones a las libertades democráticas.
Entretanto, el conjunto de la economía
mundial continuará creciendo a pesar de los problemas que sufren algunas zonas
o países y que, en gran parte, se deben al sobreendeudamiento o burocratismo en
que incurrieron, además de los excesos especulativos del capitalismo
financiero. Desde el 2012 el avance mundial fue 3.2, 3% y será de 3.6% y 3.9%
en el 2014 y 2015, pues está impulsado por la revolución informática, que
incorpora de forma interactiva a los consumidores, multiplica la creación
científica y el volumen de los capitales de inversión. El crecimiento global
será impulsado, además, por la recuperación norteamericana y su ingreso a la
exportación de Shale Gas; por el incesante aumento de la población mundial y
por el fenómeno chino con sus principios confucianos.
Claro que tal crecimiento no supera
automáticamente los problemas sociales, más aún, genera nuevos. Pero crea condiciones
materiales con las que los gobiernos democráticos pueden superarlos,
concentrando más inversiones para impulsar el empleo y los salarios como
ocurrió en la construcción, la agroindustria o la minería en Perú y Chile, pero
también ejecutando infraestructura social. Así se reduce la pobreza con más
igualdad, sin la velocidad que desearíamos pero sin los desaciertos de la otra
vía.
Quienes no lo comprendieron sumieron a
sus pueblos en la pobreza y en la falta de libertad. Cuba, que fascinó por
decenios a los autodenominados “izquierdistas” proclama ahora, tras 55 años de
dictadura y pobreza su "Reforma económica”, que sólo consiste en llamar a
los capitales del mundo mientras subsiste clínicamente “conectada” al subsidio
petrolero venezolano. Y lo hace sin “Mea culpa” por el fracaso de un “comunismo
tropical” que Marx nunca propuso. Argentina paga las deudas de sus “aplaudidas”
nacionalizaciones, “blanquea” los capitales que huyeron y aumenta los precios
que creyó subsidiar para siempre con la misma ingenuidad con la que antes
decretó la paridad de su moneda con el dólar. Finalmente, Venezuela asesina
estudiantes, suprime la libertad y crea más pobreza y desempleo después de
haber dilapidado 800.000 millones de exportaciones petroleras en retórica y subsidio
a países y a grupos electorales atándolos así a su estrategia de continuismo en
el poder. Como en el evangelio, por sus frutos se conoce a las políticas.
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