Escrito por Fernando Luis Egaña Lunes, 14 de Julio de
2014
Uno de los cuentos más absurdos de la
llamada “revolución” es que iba a convertir a Venezuela en un país potencia.
Ninguna hegemonía despótica y depredadora es capaz de hacer eso en
ninguna parte del mundo. Todo lo contrario. Y ese es el caso de Venezuela. No
sólo no se anduvo un milímetro en la dirección de país-potencia, sino que
nuestro país se ha transmutado en un país-carencia.
En la Venezuela del presente, todo lo
que debería haber, falta; y lo que debería faltar, sobra. Carencia de lo bueno,
necesario y útil para el conjunto de la población, como seguridad personal,
progreso económico, convivencia social, derechos garantizados, oportunidades
para los jóvenes, etcétera. Y abundancia de lo malo y gravoso para los
venezolanos: violencia criminal, autoritarismo y mandonería política, caos
económico, etcétera.
Si es que la reciente asamblea de la
Conferencia Episcopal Venezolana, acaba de denunciar la existencia de “una
atmósfera social asfixiante que empuja a algunos a abandonar el país, a muchos
les hace perder la esperanza de lograr un cambio real de las condiciones
socio-políticas y a otros, en fin, los lleva a asumir actitudes violentas”.
Nada de lo cual tiene que ver con el cuento del país-potencia. Ni un átomo que
ver.
La verdad sea dicha, la hegemonía roja
no se contentó con malbaratar la oportunidad de desarrollo más destacada de
toda nuestra historia, fundamentada, claro está, en la prolongada y caudalosa
bonanza petrolera internacional del siglo XXI. No, no se contentó. Es que
también se ensañó con los activos que poseía el país y los fue derruyendo uno a
uno, hasta dejar un inmenso cementerio de carencias.
Pdvsa hipotecada y canibalizada, las
empresas de Guayana prácticamente no funcionan, el sistema eléctrico sumamente
deteriorado, los demás servicios públicos también, la salud y la educación en
condiciones aún más precarias, y la economía nacional vuelta un trapo
agujereado, sin siquiera tener divisas para pagar las deudas a las líneas
aéreas. Y mientras todo esto acontece, Maduro y compañía insisten en que vamos
por el rumbo seguro del país-potencia...
Y hablando de país-carencia, que es lo
que somos a pesar de que el barril de petróleo se cotiza en 100 dólares, busque
un repuesto de vehículo, o alguna medicina específica, o muchos de los
alimentos principales de la dieta básica, o productos de aseo personal o del
hogar, o pare usted de contar, y se sabe lo difícil que se hace, porque hay
carencia de todo lo bueno, necesario y útil.
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