Trino Márquez Jue Jul 31, 2014
@trinomarquezc
La forma como se resolvió, al menos
temporalmente, el caso de Hugo “El Pollo” Carvajal representa un excelente
ejemplo de la labor continua de destrucción de las instituciones de la República
acometida por los rojos. El Gobierno se sintió amenazado por la captura de ese
personaje, al que distintos informes de organismos de inteligencia
internacionales vinculan con la narcoguerrilla de las FARC y el narcotráfico
vernáculo. La detención y eventual extradición del General retirado significaba
un enorme riesgo para un gobierno cada vez más desacreditado en América Latina.
Era mucho lo que “El Pollo” podía revelar frente a los jueces que lo juzgaran y
ante la posibilidad de recibir varias cadenas perpetuas. Colocado frente a este
cuadro, y para darles una cobertura legal a posibles acciones fuera del
territorio nacional, la cúpula roja le ordenó a la Sala Constitucional del TSJ
que emitiera un dictamen según el cual este organismo conminaba al Ejecutivo a
actuar para hacer respetar la inmunidad diplomática del designado Cónsul en
Aruba.
Toda una charada. El TSJ sabía que
Carvajal carecía de tal inmunidad porque no había recibido el plácet de
Holanda. Esa es la misma Corte que avaló el despojo –esta vez el término sí se
justifica- de la inmunidad parlamentaria de los diputados electos por el pueblo
–María Corina Machado, Richard Mardo, María Aranguren- y de los alcaldes,
también electos a través del voto popular- Enzo Scarano y Daniel Ceballos. Por eso
llama la atención que se haya mostrado tan diligente e indignada por un sujeto
que, al menos, había cometido un par de delitos graves: portar un pasaporte
falso y hacerse pasar por diplomático cuando, en sentido estricto, no lo era.
La subordinación del TSJ al Gobierno y al PSUV en este episodio alcanzó niveles
vergonzantes. La actuación de los magistrados le consintió al régimen convertir
en héroe y patriota insigne a “El Pollo”. La canallada del régimen se potenció
cuando los esbirros que trabajaban para Carvajal en a DIM atacaron cobardemente
a los presos de Ramos Verde.
Maduro demostró temple y firmeza con
una isla débil, que solo podía resistir si contaba con el apoyo incondicional
del Reino de los Países Bajos y de los Estados Unidos. Pero, el “imperio” tiene
demasiados problemas en el Medio Oriente para ocuparse de un asunto
relativamente menor como el que significaba la detención de Carvajal. La DEA,
al parecer, carece de peso frente a Obama y a Kerry. Los jefes de la oficina
antinarcóticos no pudieron, o no quisieron, convencer a los líderes políticos
del peso y la importancia de la figura capturada. Las evidencias en su contra
no fueron suficientes para elevar los decibeles del reclamo e impedir que se
les escapara la presa de la jaula donde se encontraba.
En el futuro costará creer que para
EE.UU. la lucha contra el narcotráfico es prioritaria y que la DEA elabora
listas en las que efectivamente aparecen los capos que controlan el
multimillonario e ilícito negocio de la droga en el continente. Tuvo la
posibilidad de infringirle un duro golpe a uno de los hombres más emblemáticos
de todo ese andamiaje, pero no actuó. Dejó que el régimen rojo se moviera a sus
anchas y desplegara su poderío para extorsionar a Holanda y a Aruba. Dejó que
Maduro se anotara una victoria en un terreno en el que no debía triunfar.
La República y la justicia de nuevo
fueron defraudadas. Era importante que la red de corrupción siguiera
develándose. Que la justicia demoliera uno de los pilares fundamentales de ese
muro que se ha construido a lo largo de quince años. No fue posible. El poder
de los petrodólares, aunque mermado, sigue siendo inmenso, especialmente cuando
se trata de doblegar territorios insulares minúsculos y reinos que no protestan
con firmeza, ni siquiera cuando un grupo separatista y terrorista derriba un
avión en el que iban cerca de 150 holandeses. Holanda ya no forma parte del
Reino de los Países Bajos, sino al reino de los países arratrados.
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