LUIS UGALDE domingo 3 de agosto de 2014
En menos de cuatro años se disolvió el
poder gomecista que a finales de 1935 era total; éste salió del poder y el país
salió del gomecismo. Muerto el dictador, la salida fue rápida, relativamente
incruenta y con un recorrido impensable. ¿Qué papel juega el liderazgo opositor
con la presión de gente en la calle y el del Gobierno que trata de mantenerse
cediendo y enfrentando a sus inmovilistas?
Ver los hechos para aprender política.
Muere el dictador Gómez en diciembre
de 1935 y asume la Presidencia su ministro de Defensa, López Contreras, que,
con "calma y cordura", encauzará ejecutivamente la transición de la
Venezuela dictatorial que se resiste a morir (los gomecistas duros ven a López como traidor). Entender a aquella oposición plural que, saliendo de las
cárceles, del exilio y de la clandestinidad, avanza incierta entre dolores de parto. López
proclama su fidelidad a Gómez y protege a sus familiares enviándolos al exilio,
mientras permite el regreso de encarcelados y exiliados y hasta los nombra
ministros. Los intelectuales opositores, encabezados por Andrés Eloy Blanco,
publican en la prensa su "Manifiesto" con exigencias de cambios
democráticos y sociales. La oposición empieza a definirse en agrupaciones y
embriones de partidos como ORVE, PRP, UNR... La FEV (Federación de Estudiantes
Venezolanos) con Jóvito Villalba al frente se pone los pantalones largos y con
lenguaje radical exige al Gobierno un cambio total sin ambigüedades. La gente
sale a la calle en marchas multitudinarias, a sol y sombra de tolerancia y
represión. El 13 de febrero de 1936 el río desbordado de gente (30.000 personas
en una Caracas que no llega a 300.000 habitantes), marcha desde la UCV (esquina
S. Francisco) hasta la Gobernación y luego hasta Miraflores. López Contreras
recibe a una comisión encabezada por el Rector y el estudiante Jóvito Villalba.
Éste exige cambio total del Gobierno, con exclusión de todos los gomecistas,
libertades democráticas y sindicales... López da buenas palabras y algunos
golpes de timón audaces; como sacar al general Elbano Mibelli de la cárcel de
La Rotunda y colocarlo al frente de la Gobernación de Caracas. Las grandes
protestas de febrero obtienen la sorprendente respuesta del "Programa de
Febrero" (21-2-36) con lista de necesidades y cambios, elaborada por
opositores (se atribuye a Caracciolo Parra Pérez, Alberto Adriani y Diógenes
Escalante). Nuevo gobierno con ese programa
y con hombres que han pasado por la cárcel y el exilio.
Eran los cambios que urgían; la
Constitución antidemocrática podía esperar mientras se adelantaban las
transformaciones... Queda el paso desagradable de la elección presidencial para
1936-43). Los recién encandilados por la utopía todavía no distinguen el camino
de su meta, rechazan el Congreso gomecista y exigen de inmediato una Asamblea
Constituyente (¡!) o nuevo Congreso elegido con voto popular. Pero otros temen
una reacción dictatorial si fuerzan los cambios, comprenden la transición y ven
con realismo la elección gomecista de López. Rómulo Betancourt dirá "hay
que aceptar la reunión del Congreso gomecista con el pañuelo en la nariz".
En los jóvenes la política empieza a sembrarse con la utopía, pero solo nace
cuando saca su tren de aterrizaje para transformar lo necesario en posible y lo
posible en real. No pocos (ayer y hoy) se estrellan catastróficamente en el
primer intento de aterrizar su utopía.
Y así, con dos pasos adelante y uno
atrás, se desarrollan las grandes manifestaciones de junio de 1936, la inédita
huelga petrolera de diciembre, las nuevas leyes y prácticas represivas
anticomunistas con las que cualquier opositor era tachado de
"comunista", como hoy de "imperialista". Siguen nuevos
exilios y clandestinidades... A pesar del poder militar y de las leyes dictatoriales,
el gomecismo agoniza y la democracia va naciendo en la gente; más tarde vendrá
el cambio de Constitución y la elección presidencial del 41. Hoy, con más
razón, no es la Constitución lo que le duele a Venezuela, sino su sistemática
violación desde el poder. Más bien la Constitución actual es un arma de los
demócratas para exigir cambios en el Gobierno. Todos los demócratas a una
exigiendo y actuando una decena de puntos claves. La salida del gomecismo se
produce desde dentro con López Contreras que evoluciona, presionado por las
circunstancias y por una oposición que denuncia, protesta y dialoga al mismo
tiempo. Ya habrá tiempo para leyes, elecciones presidenciales, constituyentes
con discursos prometiendo -una vez más en nuestra historia- la ilusa
"refundación" de la República. Lo hemos hecho con más de 20
constituciones, pensando que lo importante es la utopía sin tren de aterrizaje,
cuando lo necesario es cambiar la realidad y la gente desterrando prácticas que
violan sus esperanzas y bloquean sus capacidades realistas de lograrlas. Por
ahora, militarismo en maduración.
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